EN TU TORRE, QUE NO ES LA MÍA


Me dijiste que tu vida era como una novela, que la poesía la dejabas sólo para los domingos y los periodos vacacionales. Me siento ya cansada de tanto madrugar para mantener mi pobreza, por ello a lomos de las letras de mi dragón subí hasta tu torre, y ahora tú me ignoras, haces como que no me ves y sigues enfrascado como un gilipollas en esa lectura infinita. ¿No sabes que la escritura es tan sólo una cuestión matemática? Sí, así es, no lo dudes. Combinación de palabras tomadas de tres en tres, de diez en diez, de millones en millones… Que hablamos y nos comunicamos porque la capacidad de lenguaje es innata. Nada más ¡Vete a la mierda! ¡Deja de leer y mírame! No hago yo viajes en vano, que tu penitencia lectora no es tu única flagelación verbal. No abandonas la lectura ni por un mísero instante. La biblioteca casi vacía y yo allí, al fondo, mis gafas sobre la mesa y mi vista fija en tu silueta dibujada como la de un dios que sólo sabe vivir al contraluz. Tomo yo un libro entre mis manos. Ni sé cuál es ni me interesa… Desde aquí puedo ver que estás leyendo «Henry y June», de Anaïs Nin. Tú eres Henry Miller y yo soy la propia Anaïs.Vivimos en ese maravilloso París de entreguerras. Y yo sólo pienso en follarte como una perra en celo, y sé que tu mente vuela en esa misma dirección. Viajo ahora sin tiento hacia el interior de tu novela. Poseo esa capacidad intrínseca, ese superpoder tan desconocido para el resto de los mortales. Un aterrizaje perfecto:

«Eres más rápida que yo. Me encanta tu coño, Anaïs, me vuelve loco. Y tu manera de pronunciar mi nombre. ¡Dios mío, parece irreal! Escucha, estoy muy ebrio. No soporto estar aquí solo. Te necesito. ¿Puedo decírtelo todo? Puedo, ¿verdad? Ven en seguida y fóllame. Descarga conmigo. Rodéame con las piernas. Caliéntame.»

No sé cómo combinar palabras que puedan definir certeras lo excitada que estoy en este momento. ¡Me cago hasta en las putas matemáticas de los cojones! ¡Haz caso al libro que estás leyendo, joder! ¡Lánzalo por esda puta ventana, que vuele libre! ¡Pasa de Henry y de Anaïs, que les den! ¡Aquí estoy yo, y seré lo que tú quieres que sea, tu puta, tu perra, tu ama, tu esclava, tu desertora, tu saliva, la escultora de tu piel, el jugo pringoso de tu zumo vital! Mañana es domingo, hazme poesía entonces, nada más despertar, sin haber desayunado siquiera. Aliméntame cada día desde hoy con ese espacio infinito que existe entre tus palabras y las mías, ¡cabrón!

(Vuelvo a darle mi historia a una imagen propuesta por elbicnaranja. En este caso, a esta ilustración de Rob Gonsalves. Como me pilló leyendo a Anaïs Nin, pues ahí le di, con la propia Anaïs y el mismísimo Henry Miller balanceándose juntos… o no… en el mi columpio mental.)

7 comentarios en “EN TU TORRE, QUE NO ES LA MÍA

  1. Vaya dos escritores que mencionas, Henry Miller y Anaïs Nin… no es extraño que la protagonista de esa torre pida a gritos que le calmen el furor uterino de su deseos eróticos pidiéndolo a gritos.
    Aunque por suerte hay muchos escritores que amplian nuestros conocimientos en otros temas y que nos hacen la vida más agradable. Personalmente no comprendo mi vida sin la lectura.

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  2. «La biblioteca casi vacía y yo allí, al fondo, mis gafas sobre la mesa y mi vista fija en tu silueta dibujada como la de un dios que sólo sabe vivir al contraluz».

    Cuanta frustración e ira se puede leer aquí pero, más que eso, cuanta ansia de sentir al otro ausente. Qué terrible emoción, y cuan fructífera es para generar emociones. Hiciste que recordara a mis «odios» favoritos (con nombres pintorescos incluidos): «Púdrete, querido» y «Cállate».

    P.D. Que forma tan curiosa la tuya de convertir lo que te pasa en cuentos.

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    • El único problema, veo yo, es que me paso el día creando historias en mi cabeza y cuando llega la hora de escribirlas, de darles forma, nunca me salen igual. Aún así, lo intento y lo intento y lo intento… No sé si te lo comenté alguna vez, pero mi principal misión es que las pudiese leer o escuchar mi abuela y que al final no me dijera, «rapaz, non entiendo un carallo.»

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      • Jajajajajajaja. No, nunca me lo habías dicho, pero algo así me pasa con mi madre, que no es de las que suelan leer (todo el tiempo está ocupada en otras cosas). De vez en cuando le leo en voz alta los cuentos que hago, y cada vez noto más y más que sonríe y me dice que no le ha causado embrollo en su cabeza lo que le digo. Es como un filtro de calidad para mí 😛 y supongo tu caso es parecido – por lo que dices -.
        Pero, oye, no le veo lo malo a estar fabricando historias todo el día. Y si es malo… me declaro culpable de cometer el mismo descaro jajajaja.

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  3. Henry Miller es mi escritor favorito y quizás la razón por la que escribo y hago otras locuras.

    Me gustaría invitarte a que pasaras por El zoco del escriba para tomar un té juntos y hablar de lo que prefieras.
    Alberto Mrteh (El zoco del escriba)

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