NO HAY TIEMPO PARA TENER PRISA

senor-en-campillinfeliz
me voy ya a mi casa
con tres DVDs
dos novelas
y la sonrisa
amplia y escasa de dientes
del vendedor
que regaló
varios Pokemon
a un niño
que le dio
las gracias
desde muy adentro:
es cierto,
la gente
que menos tiene
es infinitamente
más generosa.

arcade-1984viaje en el tiempo
atrás
y ahora soy mileurista
de nuevo
aunque el euro ni exista
aún;
y nada cambia:
defender para iniciados
porque
sus malos son sus malos
y mis buenos también lo son;

en la nevera sigue habiendo cerveza
y en la órbita mi cabeza
vitaminas para mi desarrollo
tenazas y un centollo
y niebla densa
húmeda
llena de rabia;

nos quisieron enseñar
seda y lujuria;
pero llegó la hora del examen
y respondimos
“atropello y algodón”
éramos muy jóvenes
éramos muy punkis
pero sólo a media jornada
lista para la expansión.

EL POETA PATÉTICO – UNA VISITA A LA DENTISTA (DE GILLES A STAN)

El Poeta Patético recibe un SMS, ya sabe que es la cita con la dentista, porque es la única que desde el móvil “antiguo” que tiene en su clínica le envía uno de esos mensajes casi tan ancestrales como el papiro. Cita para el lunes 24 de octubre, 5 en punto de la tarde; una de esas limpiezas para combatir la maldita piorrea, anestesia incluida, que le dejan la boca jodida para un día y medio o dos. Le gusta esta dentista por dos razones, porque tiene mortadelos en la sala de espera, y porque, si no te apetecen unas risas con las calamidades de estos dos agentes de la TIA, también hay muchas revistas de historia. Este lunes le apetece al bardo algo de historia. “Gilles de Rais, el primer asesino en serie de la historia”, ya ha elegido revista. Gilles, que había luchado codo con codo con la heroína del pueblo francés, Juana de Arco, y que en su declive se dedicaba a asesinar a niños, a desmenbrarlos, a torturarlos lentamente jugando como un loco cabrón con cada miembro u órgano amputado o arrancado. Aunque al final es capturado y ejecutado, tanto horror explícitamente explicado ha dejado un nudo marinero de los chungos en la boca del estómago del Poeta Patético. Devuelve con rabia la revista al revistero de la esquina y agarra en su lugar uno de los periódicos del día. “Stan Hilton, muere el último brigadista británico”; mira el poeta su reloj para ver si le da tiempo a leer el artículo. Miembro de la 15 Brigada, testigo de la Batalla de Teruel, luchó en los frentes de Aragón y Cataluña. Emigró a Australia. “Joder, ahora me llaman…” Decide, de camino a la silla de tortura, hacer un poema dedicado a los dos personajes, el yin y el yan, el cafre y el idealista. Se le ocurre, acordándose de la serie esa, El Ministerio del Tiempo, juntarlos en algún contexto… “Algo saldrá”, piensa mientras se está sentando sin dejar de reojo de mirar esa aguja plena de anestesia que amenaza ahora impunemente el cielo de su paladar blando.

Las palabras se la chupan bien a la cultura,

antagonismo de libro

no es lo mismo un hijo de puta

que un cabronazo que ayuda,

no es lo mismo

y Stan viajó en el tiempo

y se encontró a Gilles

y le dijo “no pasarás”

y, aún cambiando el devenir

de la historia que ocurrió después,

no dudó en sacar de su mauser

cinco balas, cinco

para que le cundiese bien la rima

a esa escoria medieval

llamada Gilles de Reis;

de Reis a Reich,

un pequeño paso

que saltar.

¡Viva la Quinta Brigada!

Un paseo por Teruel,

unos trujas bien liados

y a seguir matando fascistas,

esta vez ya no medievales,

sino Nacionales.

Impasible su ademán,

¡pum, pum, pam, pam!

Que no, que no

que no pasarán.

Stan Hilton,

que nunca sus pies pisaron

un hotel de los de categoría.

VIAJES AL FONDO DEL ALSA – PARTE XLIV (MANTECADAS, «BILLAJOYOSA» Y LA TÍA «VERNARDA»)

Desde, ¡cómo no!, el fondo del alsa, asiento 53, en este viaje de Oviedo a Ponferrada me fijo – hacía ya años que no lo hacía – en un cartel muy grande que anuncia goloso MANTECADAS ALONSO, y vuelve a mí aquel sabor y aquella textura tan empalagosa de las mantecadas que me traían de niño el tío Juan y la tía Bernarda cada vez que regresaban de aquel pisito que se habían comprado a principios de los 70 en Villajoyosa. No recuerdo con exactitud si eran dos o tres veces al año, pero era llegar ellos al pueblo en primavera o en otoño (todos unos pioneros pre-Imserso) y decirme mi abuela rauda y preparada ya para una visita más, “José Luis, saca la botella de anís y las pastas, que vienen Juan y Bernarda de visita”, y ya visualizaba yo aquella caja de Mantecadas Alonso, y sabía que durante unos días tenía el desayuno asegurado y organizado, ¡hasta luego al pan duro mojado en leche recién hervida!

Guarda mi madre en una caja rectangular, grande, que en otra vida fue mero contenedor de cubiertos varios, un montón de cartas y postales de los últimos 60 años, y allí están todas aquéllas que enviaban los tíos desde Villajoyosa… o “Billajoyosa”, con B, como ellos mismos lo escribían en cada remite. Para compensar, cuando yo, escribano oficial de la familia desde los 8 años, tenía que contestar cada postal recibida me obligaban a cambiar el nombre de la tía, de la destinataria, y Bernarda se convertía en “Vernarda”, “que así se escribió toda la vida de dios, carallo”, me decía mi abuela al borde del enfado. Y yo, obediente a la par que necio, convertía lo mejor que podía y sabía aquella be mayúscula en una uve pelín rococó. Quid pro quo, justicia ortográfica.

Juan era el hermano pequeño de mi abuelo Martín, uno de los misterios peor guardados de la familia. Rojo compulsivo, hombre de campo, comunista y orgulloso de serlo, del que, el miedo siempre adherido a los tuétanos de mi madre, se me contaron varias versiones de su muerte, siendo la más evidente la que siempre se obviaba.

Juan y Bernarda no tuvieron hijos, pero compensaron esa ausencia rodeándose de montones de sobrinos y sobrinas que, al parecer, suplían aquella carencia tan, tan grave, o eso se contaba en mi casa, porque a mí me parecían la mar de felices y dicharacheros sin una prole a la que mantener. Sabían vivir y transmitir su alegría de vivir… a pesar de su empeño por las mantecadas, y me alegra recordarlos ahora que este autocar maniobra para salir despacio de la estación de autobuses de Astorga mientras observo sin siquiera pretenderlo esa maravilla de Gaudí que sirve como palacio obispal (una pena la devoción religiosa del arquitecto), al fondo del alsa, en el asiento 53.

EL MEJOR BOCADILLO DE CHORIZO / LA NIÑA DE SUS OJOS

casa-de-mi-abuelaVuelvo del colegio,
hace mucho frío
y la calefacción no tira.
«Siéntate conmigo a merendar»,
y adiós a ese partido callejero entre amigos…
No importa ya.
Cada vez que paso al lado
de la casa vieja
veo toda tu infancia,
esa tan dura que me contabas
al calor de ese brasero
en tardes frías
de inviernos largos;
mi bocadillo de chorizo
y los ojos tan abiertos
como los oídos…
El regreso a casa:
te escucho nacer
a un llanto más
de aquella muerte,
a un lloro menos
del olvido,
de esa dignidad
que se tiraba al monte
para alimentar el hambre
de aquellos que una vez
fueron los suyos.
No recuerdo calor más agradable
ni bocadillo de chorizo
más apetecible.

dormir-en-alsala niña de mis ojos
el niño de mis desvelos
el colacao
y las galletas;
la ropa, el calzado
y yo?
deprisa deprisa:
en una mano
el cepillo de dientes
y en la izquierda
el peine
recoged rápido las tazas!
menos mal, no llueve
paraguas al paragüero;
llave abre
llave cierra
ascensor averiado,
sólo son tres pisos;
cantamos escaleras abajo:
«debajo un botón ton ton…»
portal
«buenos días»
«buenos dias»
«vaya grandes que están ya!»
«crecen que se matan, sí»
colegio, el timbre
besos, amor, cariño
«aprended mucho»
y ahora rápido a la estación
al alsa
a trabajar lejos de casa
por casi 600 €
hasta las seis de la tarde,
porque todo va bien
y la macro economía
nos saluda sonriente
desde el cielo despejado
de aquellos rascacielos.

DE ENTRE TODOS, LOS GILIPOLLAS

6 de enero de 2002

– Ramírez… ¡Ramírez! ¡Ramírez, coño! ¡A qué cojones estamos, eh? Venga, a su puesto que hay faena. Y vosotros, venga, a soltar ya por esas boquitas que no estoy yo hoy pa’ muchas hostias en vinagre, que tengo que llegar a casa antes de que amanezca.

– No es más que un simple malentendido, señor comisario. Deje que le explique… Es muy sencillo. Hace ya un tiempo pusimos un anuncio en una página de Internet. Se trataba de conseguir unos camellos, tres en concreto, para mí y para mis dos camaradas. Allá, donde nosotros vivimos no hay camellos… La verdad, ni siquiera hay animales de ninguna clase. Bien, pues nos contestaron muy amablemente unos señores desde Colombia. No, no nos fiábamos demasiado, pero ya sabe, las prisas y todo eso, ¿no? Esos señores, si es que así se les puede llamar, nos cambiaron nuestros sacos, nuestra mercancía. Eso es todo.

– ¿Eso es todo? ¡Eso es todo? ¡¡Cagondios!! ¡No me toquéis los cojones… No me toqueis los cojones!

– No se enfade, buen hombre, ni diga esas palabras tan feas, que allá arriba pueden enfadarse, y luego… Vamos a ver, se lo voy a explicar todo más detalladamente, para que pueda usted entenderlo. Nosotros venimos aquí – obviamente no me estoy refiriendo a la comisaría – eso, que nosotros venimos aquí todos los años, en esta misma fecha, y eso desde hace ya muchos, pero que muuuuchos años.

– Joder, acabáramos, si son los Reyes Magos de Oriente, ¡ni más ni menos! … … ¡¡¡Cagohastanlaputamadrequemeparió!!! ¡Venga, largo de aquí, a tomar por culo! ¡Ordóñez! ¡Ordoñeeeez, yastá bien de tocarse la puntalrabo, hostia! ¡Venga y llévese a estos maricones a la celda 4!

– ¡Pero… es verdad, nosotros somos los Reyes Magos! Mire, no es más que nuestra misión, la que se nos encomienda, los juguetes para los niños.

– Mirad, me estáis jodiendo la noche, pero que muy bien jodida. ¿Tengo yo cara de gilipollas? ¿Acaso tengo yo cara de gilipollas, o qué? Los juguetes, los juguetes, ¿y las sesenta mil pelas que me he gastado yo este año en los putos juguetes, que? ¿Y los del año pasao…?

– No, no, si eso es así, tal como usted lo dice; pero no se confunda usted, nosotros sólo verificamos, comprobamos, impedimos que se extravíen, que se pierdan en el vacío cósmico.

– ¿… …? (comisario con cara de póker mirando fijamente a los detenidos mientras la ceniza de su ducados cae sin remisión sobre la ficha del portavoz de aquellos, él al menos así lo cree, pirados)

– Nosotros sólo actuamos, sólo somos parte del juego… un movimiento más de la partida. Venimos de Rejatoleigikan, un planeta muy lejano, un millón de veces más grande que éste, el suyo. Somos, por decirlo de una forma entendible, su “madre patria” entre comillas. Nosotros os creamos. Dios somos todos nosotros. O, dicho de otra manera, nosotros tres no somos más que tres neuronas de lo que ustedes llaman Dios, o Alá, o lo que quieran en cada caso. Un día, en plena partida, Rimúnides IV, el jefe supremo por aquel entonces, sacó un número primo indivisible por sí mismo, y por culpa de eso les enviaron a Cristo. Fue sencillo, porque sólo hubo que buscar una mujer crédula y un hombre más crédulo aún. Aquí, mi camarada, hizo un buen papel y consiguió que aquella inocente se creyese lo del arcángel… (yo, he de reconocer que me lo pasaba mejor con los egipcios, daban mucho más juego… no sé, ¿usted juega al mus?)

– Hombre, pues sí, con mi cuñao Manolo de pareja, que…

– Pues eso, comparar a los egipcios con lo que dieron de sí los cristianos es como comparar una buena partida de mus con un simple cinquillo. Pero bueno, que me estoy yendo por las ramas. Sólo le digo que si nos encierra ahora aquí, mañana sus hijos no tendrán juguetes, ni los hijos de su vecino. Nadie recibirá sus regalos. Así que usted verá. Ya no depende de nosotros.

– Ramírez, deje de escribir. No se si matarlos directamente a hostias o dejarlos marchar, porque no sé si me estoy volviendo loco, o es que estos tíos se hacen pajas con las orejas. A ver, si no he entendido mal, me dice usted, alteza, que esos sacos cargados de coca, de una coca pura al 94 por ciento, se los han cambiado unos señores que se habían puesto en contacto con ustedes ya que ustedes habían puesto con anterioridad un anuncio en el Internet ese de los huevos pidiendo unos camellos, y en vez de darles unos camellos con joroba y todo, les dan el cambiazo, o sea, que les cambian los juguetes por farlopa de la buena, ¿no es así? Claro que ahora los niños, si no tienen juguetes, por lo menos van a pasarse la primera semanita de colegio bien despiertos, ¿no?

– Le repito, señor comisario, que nuestra labor consiste en una mera verificación. ¿Acaso pensaba usted que en tan pocos sacos podrían caber todos los juguetes? No se haga el inocente ahora, que bien sabe usted que se ha gastado sesenta mil del ala en los regalos de sus hijos. En nuestros sacos iban los códigos de comprobación: Verificar, señor comisario, verificar. Deberían estar ustedes buscando a esos ladrones y no atosigándonos de esta manera tan inhumana.

– Vaya jeta que tienen aquí los Magos estos. No, si al final tendremos que estarles agradecidos y todo. Me habéis pillado hoy de buenas, pero que de muy buenas, hombre. Voy a impregnarme de eso que llaman “espíritu navideño” y os voy a dejar marchar. Me habéis caído simpáticos al final y todo. Hala, circulando, a la puta calle los tres.

– Ese cambio de actitud no es más que una ayuda de Arriba, ya sabe. Nos vamos, pues. Si es tan amable y me entrega las llaves del camión… Muchas gracias… Ah, y dígale a Ramírez y a algunos más de sus hombres que nos ayuden de nuevo a cargar los sacos en el remolque.

– Ah, no. Eso sí que no. Los saquitos, mi Rey, se quedan donde están.

– Usted verá lo que hace. Sin los sacos, no podremos hacer el trueque. No habrá regalos. Será el caos. El fin del mundo, de su mundo… Las tinieblas por siempre jamás. No sabe usted bien el poder que tiene en este mismo momento, más del que ningún ser humano haya tenido con anterioridad. Piénselo bien…

three-arrested

– Joder, tío, vaya rollo que tienes. ¡Pero si se lo ha tragado todo el mamón del comisario!

– Ya te digo. Se me ocurrió sobre la marcha. Éramos tres, un camión, sacos llenos, víspera de Reyes… Cojones, y que de algo me tenía que servir alguna vez el haberme tragado todos los putos capítulos de ‘Expediente X’.

– Y ‘La Guerra de las Galaxias’

– Joder, la trilogía, y más de veinte veces. ‘La Amenaza Fantasma’ no tantas, y ya es un poco más rollo, ¿o no?

– ¿Y viste ya el trailer del ‘Episodio dos, El Ataque de los Clones’? Vaya mierda, colega, si parece un pastelazo de cuidao, que al Lucas le ha dao ahora por el ‘Love Story’, no te digo…