DISORDER (WHO GIVES A DAMN RIGHT NOW?)

“¡Vaya tres gilipollas! ¿Quién cojones quiere irse de Berlín para acabar en esa maldita basura de país? Yo ya no pienso ir. Por mí ya pueden ir cancelando esa puta mierda de gira…  Cojonudo, Bruno, cojonudo… ¡Seguro que el suicidio es la mejor solución, saco de mierda! Dios, este puto cigarrillo ya no tira…

Joder, ahí llega Deborah… Se supone que yo no debería estar aquí a estas horas…

  • Ian, qué susto… No me imaginaba que estarías en casa.
  • No sé… Supongo que tenemos que hablar…

00 banksy ian¡Mierda! Tenía que haberme ido con Bernard a practicar esa gilipollez inútil del esquí acuático. Pero me da miedo salir. No puedo… Seguro que me despejaba algo esta puta mente que gira mal… ¿Quién cojones me mandará a mí…? Si lo sabía, joder, lo sabía. Estaba claro que íbamos a discutir… ¡Qué te jodan, Deborah! ¡Esto es muy duro! ¡Puta Annik! ¡Puta epilepsia! ¡Déjame ya en paz hija de la gran puta!

Tú lo sabes bien, Iggy, lo sabes y me lo dices, un idiota, un puto idiota… A ver, cuéntame algo… Calling Sister Midnight, you’ve got me reaching for the moon…  ¿La luna? ¡Mis cojones, la luna! A ver, a veeeer, aquí está mi boli favorito. ¿Cómo puedo empezar?

00 Ian Curtis
Oh, I’ll break them down, no
mercy shown, Heaven knows it’s got to be this time…

How I wish you were here with me now. Hangman looks round as he waits, cord stretches tight then it breaks…

O puede que no… En esta ocasión, no se rompe. Ya me parecía a mí que este perchero de la cocina era muy resistente. Pronto llegará Deborah y me encontrará aquí colgado. Los chicos seguirán sin mí en un Nuevo Orden puede que tristes ya que esta vez sí que lo he conseguido – donde esté una buena cuerda que se quite esa mierda del fenorbabital, y 00 ian curtis tomstoneJohn Peel, desde su púlpito en Radio 1, dirá aquello de, “malas noticias, muchachos, Ian Curtis, de Joy Division, ha muerto”, y pinchará Atmosphere que, en realidad, no me gusta demasiado… Por suerte, pasaré bastante de puntillas sobrevolando el cielo gris de Manchester estos días, que Maggie lleva un año jodiéndonos y eso, lógicamente, es mucho más importante. Estoy tranquilo, aunque no soporto ese sabor denso de la ceniza. Macclesfield, ahí voy, mi corazón y mi alma te pertenecen desde ahora mismo.00 + joy - division

Ya escucho la llave en la cerradura, ahí está Deborah… Me haré el muerto.”

NO FUN TO BE ALONE

Esta noche no puedo dormir. Doy media vuelta sobre mí mismo y te observo pasivo desde la oscuridad; acaricio tu pelo rizado antes de incorporarme y salir a tientas de la habitación. Llego hasta el salón y me siento en el sofá. Enciendo la tele y luego un cigarrillo. Una actriz francesa parece querer hablar conmigo. No le daré ese gusto, por dos razones; una, que no sé francés; la segunda, y definitiva, que no me apetece hablar con nadie en esta noche aciaga de sueño. Me acurruco contra el cojín teñido de rojo, el que nos impregna de esa extraña sabiduría que nos obliga a malvivir sin odio, y trasciendo sin yo quererlo al mundo de los pensamientos más profundos, aquellos que no nos dejan dormir; aquellos que nos convierten en seres racionalmente impulsivos y libertarios. Empieza la lucha entre el sueño, que avanza irremisiblemente hacia la frontera de mis párpados, y el análisis crítico sobre mi vida y sus miserias. Yo ni siquiera peleo, que cualquiera de los dos contendientes con toda seguridad me alienará entretejiendo sin límites su inhóspita tela de araña ante mi estúpida presencia. El sofá me está engullendo ahora. Quiere digerirme y hacerme formar parte de los dibujos lineales de su tela. Tú duermes plácidamente. Siempre lo haces. No comprendes mis desvelos. Es la muerte que nos visita. “¿Es a mí?”, le pregunté la otra noche mientras trataba de aguantar en pie su fría e hiriente mirada. “No, no es a ti a quien vengo a buscar”, respondió aquella Vieja Dama a la vez que me apartaba con un gesto de su camino. Porque, sí, Ella avanzaba hacia ti dejándome a mí atrás, solo y cobarde ante su enorme figura. Cinco días han transcurrido ya y tú no despiertas, no despertarás jamás de ese sueño eterno. Toda esa sangre me asusta y, repito, soy un cobarde, un blando, un gallina… medroso desde el mismo día en que mis padres me obligaron a dormir solo, devorado por dentro por el implacable silencio de la oscuridad. Por eso se quemaron vivos dentro de la casa mientras dormían plácidamente (también plácidamente, como tú). Quizá, en el fondo, Ella no sea más que mi amiga del alma, la que me ayuda a vencer mis miedos, la que inconscientemente puso en mi mano el mechero aquel día; la que me entregó el cuchillo de negro mango, instrumento errático que finalizaba certero con los inhóspitos entresijos de tu traición. El sueño me vence por momentos, y creo que ya va siendo hora de irse a dormir. Culo gordo, hazme sitio, por favor.