IGNORANCE IS STRENGTH

Querido Gil Scott Heron:

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haz click en Gil Scott Heron, y él te lo cuenta

Como no sabía de antemano a quién dirigirme, pues me dirijo a usted como poeta visionario al que yo he admirado desde mi más tierna adolescencia, quizá influido por las enseñanzas musicales, literarias, culturales y de la vida en general, de mi progenitor, un hombre bohemio, vividor hasta el límite, tan culto como vago e irresponsable. Bueno, al grano, que me pierdo en soliloquios, Señor Heron, porque lamento muy mucho comunicarle que al final la revolución sí que ha sido televisada, está siendo televisada, continuamente, a todas horas. Imagino que, al llevar usted muerto casi dieciséis años, todo esto que le cuento le dará exactamente igual, pero es ver su imagen, tan poderosa, escucharle recitar con esa pasión y ese convencimiento definitivo del que cree poseer la razón misma, la de todos los tiempos habidos y por haber, y entrarme de repente unas ganas estratosféricas de decirle – eso sí, con toda la educación y el respeto que usted merece -, ¡Y UNA MIERDA!, porque seguro que algo había en el ambiente que se escapaba libre de sus poéticos cálculos, y ese algo no era otro asunto que la inefable estupidez humana…

En este momento quedan cerradas todas las líneas, todos los accesos directos al sistema de votaciones. Alea jacta est. Conectamos con la casa.

Los vemos, ahí están Luis y Rodrigo conversando, como dos buenos amigos, parece que con toda la tranquilidad de la que 2-13951-big-brother-orwellpueden hacer gala en estos momentos, aunque tablas, lo que se dice tablas en estos menesteres sí que tienen, eso no lo podemos negar.

  • ¡Buenas noches, Luis y Rodrigo!
  • ¡Hola, Mercedes, buenas noches! ¡Y saludos, España! – responden los dos al unísono.
  • Me veis bien, ¿no?¿Veis bien este sobre?
  • ¡Vayaaa, no me hables de sobres a mí, Mercedes, no me hables de sobreeeees! – dice Luis en tono jocoso mientras asesta dos codazos cómplices a Rodrigo, su amigote.

En el plató de televisión, el público asistente ríe con ganas la gracieta de Luis. Él mismo sonríe alegre ahora, como viniéndose arriba.

  • ¡Ay, por el sobre muere el pez, querido Luis! ¿Y tú, Rodrigo, que no dices nada, nervioso?
  • Muchas gracias, Mercedes… Bueno, no sé,… un poco, sólo un poco. ¿Puedo decir algo?
  • ¡Ja, que si puede decir algo! ¡Como asesor verbal no tienes precio! ¡Cuenta, cuenta!

De nuevo, risas generalizadas en el plató. La gente se lo está pasando muy bien.

  • Pues nada, que me gustaría confesar que…
  • ¡Quieto, parao! ¡Eso lo harás después de la publicidad!

Y pasamos a la música que introduce el logo de la cadena antes de “disfrutar” de la temporada otoñal de El Corte Inglés, que la gente tiene que seguir comprando, sin duda alguna.

– Ya estamos de vuelta, y Rodrigo quería confesarnos algo antes de escuchar junto a su amigo Luis la decisión de la audiencia. Venga, Rodrigo, ¿qué tienes que decirnos?

barry white power– Mira, Mercedes, y esto va también para toda España, ya sabes que aquí dentro todo se magnifica – “Todo, menos el dinero”, interrumpe Luis, volviendo a provocar la hilaridad del personal que asiste en directo desde el plató – Jejeje, bueno, quería decir que lo mismo ocurría ahí fuera, en nuestro mundo, pero no sólo se magnificaba todo, sino que hay gente que ha conseguido que paguemos el pato unos pocos gilipollas, como Luis y yo, que somos unos meros chivos expiatorios, que lo sepa toda España…

Un abucheo ensordecedor interrumpe la diatriba de Rodrigo.

  • Ya, ya, menos lobos, Caperucita… A otro perro con ese hueso, Rodriguito…¡Venga, vamos allá! ¿Listos?
  • ¡Listos, Mercedes! – ambos se dan la mano, se miran tiernamente a los ojos y se dan un beso de hermanos en la causa, un piquito final como último aliño al pastel de la corrupción.
  • LA AUDIENCIA… HA DECIDIDO… QUE DEBE ABANDONAR LA CASA… Y DIRIGIRSE DIRECTO AL PATÍBULO… DONDE LE ESPERA EL VERDUGO… CON LA GUILLOTINA PREPARADA… ¡¡¡RODRIGO!!!

En el plató, unos dos tercios aplauden y gritan de puro éxtasis, mientras el tercio restante suelta un espontáneo “NOOOO”, bastante mitigado por esa inmensa capa de jolgorio extra-catártico.

… Por eso, admirado Gil, quería pedirte permiso para hacer una nueva versión de “The Revolution Will Not Be Televised” eliminando ese “not” donde moleste y falte a la verdadera realidad que estamos viviendo en estos tiempos.

Ahora que también ha caído David en la versión inglesa de “Corrupted Big Brother”, no me importa tampoco quitar ese “no” del verso “there will be no pictures of pigs shooting down.” Me da la impresión de que no te molestará, ¿verdad?

¿Quién le iba a decir a Chomsky que al final la transformación esa de afirmativa a negativa no iba a ser necesaria en tu poesía, Gil? Una pena, sí. Sé que al final haré esa versión, y la recitaré con ganas e ilusión en la próxima jam poética a la que asista.

¿Tú me entiendes, verdad? ¿Gil? ¿Me oyes? ¿Estás ahí? Is the whole fucking World über alles? Dime, ¿por qué Jackie O se está sonando la nariz?

HUNKY DORY Y LA HOSTIA EXISTENCIAL

Seguro que todavía queda gente rara en este mundo que no sabrá quién es David Robert Jones, el Duque Blanco… Y no sé vosotros, pero yo me acuerdo perfectamente del momento exacto en el que supe de la existencia de David Bowie. Sábado 24 de mayo de 1975, el día antes de mi Primera (y casi última) Comunión. Mi primo Pablo, que de aquella trabajaba en un barco mercante y viajaba por todos los mares y océanos conocidos y, lógicamente, conocía muchos, muchísimos países, había venido a participar de la supuesta celebración familiar.

Ahora estamos almorzando en familia, riéndonos de los chistes escatológicos que mi abuela Sagrario tenía a bien contar en cuanto tomaba dos copitas de anís del Mono. Mi primo se levanta a poner música – llevaba siempre consigo un estéreo enorme; yo podía pasarme horas y más horas muertas admirando aquel armatoste de hipnóticos altavoces del que salían sonidos desconocidos por mí hasta entonces (“¡Esos jipis! ¡Bajai ese volumen, gonmiputamadre!”, que decía mi padre) – y regresa con la carátula de una cinta en la que se ve a una persona de pelo rubio, largo, con la expresión como perdida en un punto del infinito, la cabeza inclinada hacia la derecha, la nuestra, y las manos sujetando la cabeza tal que parece que se le puede caer en cualquier momento si las aparta.

  • Chago, mira que tía más buena – le dice mi primo Pablo a mi padre.
  • Pues sí, guapa sí es… Aunque yo las prefiero morenas – contesta mi progenitor tras coger la foto con su mano derecha y observarla con atención.
  • ¡Jajajajajajaja! ¡Serás bobo! ¡Es un tío!
  • ¡Gondiósbendito! ¡Ya no se distinguen los hombres de las mujeres, joder! ¿Cómo iba a saber yo que era un maricón? Si es queeee…
  • ¡Jajajajajajaja! Pues es David Bowie, un cantante inglés, ese que estás oyendo ahora…

Y mientras los oriundos de la casa estamos escuchando “Changes” sin tan siquiera saber que se trata de esa canción, y sonándonos a todos el inglés como un simple “guachiflí, guachiflú”, me apresuro a coger de la mesa la foto de la portada del “Hunky Dory” y me la quedo mirando completamente absorto mientras los demás siguen discutiendo en aguda armonía.

comulgar

Al día siguiente, mientras el cura se acercaba a mí repitiendo a cada niño esa inútil letanía que reza “el cuerpo de cristo”, no dejaba de sonar en mi cabeza “Queen Bitch”, y cuando Don Damián me metía la hostia en la boca, yo estaba en el estribillo, “chisouchuichy…”, que fue lo que salió de mi boca como un susurro antes de decir “¡amén!” Y así fue transcurriendo mi mañana, con mis tripas elaborando las más sutiles melodías que el ayuno puede componer a la espera de los ansiados churros con chocolate, y con esa canción de Bowie dando vueltas sin cesar como un satélite soviético en la órbita de mi cerebro.

¿Mi cerebro? ¿Alguien ha mencionado mi cerebro? A día de hoy, todavía me pregunto si habrá vida en Marte o no.