“Quizás viajar no sea suficiente para prevenir la intolerancia, pero si logra demostrarnos que todas las personas lloran, ríen, comen, se preocupan y mueren, puede entonces introducir la idea de que si tratamos de entendernos los unos a los otros, quizás hasta nos hagamos amigos” – Maya Angelou
El Poeta Patético (también conocido como Patético Poetry) ha estado desaparecido un buen tiempo. Las circunstancias no fueron extrañas, que aquí paso a relatar uno de los motivos de tan larga ausencia. Eso sí, promete regresar con más fuerza y rabia que nunca.
“¡Oh, envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes!” – Miguel de Cervantes
Hoy me despierto con la envidia subida. Leo versos que no entiendo más que yo, y necesito simplicidad en mi vida con la intención de que que las mariposas carnívoras de mi estómago no terminen devorando mis entrañas para salir volando a posteriori cual desbandada de octavos pasajeros a conquistar el mundo batiendo sus bellas e infinitas alas. Tengo que buscar algo de alimento, esta adicción a la poesía basura está acabando conmigo, pero no puedo más, soy un yonqui de la más pura intensidad, un drogadicto de la dependencia amorosa, del amor romántico, porque yo no puedo follar, que sólo sé hacer el amor y recorrer los lunares de tu espalda con mis dedos formando firmamentos que nos definen para vencer mis miedos a tu lado y sobreponerme a las adversidades del destino, porque
“poesía no son mis textos sencillos de niño, poesía es ella, es el sentimiento de quererla y aunque os joda nunca va a ser solo vuestro” … ¡NOOOO, JODER, LLEVADME YA! ”Me acerco a ti y follamos, otros días hacemos el amor, depende de las ganas de ser viento de tu pelo,..” Por fin, un chute, uffff, qué relajación.
bty
bty
bty
bty
bty
bty
Esa misma tarde, en la frutería:
– Buenas, tardes, ¿la última o el último?
– Servidora – una señora que parece enfadada me responde casi airada.
Espero con armoniosa paciencia mi turno tarareando para mis adentros una de los Pixies (whores in my head, whores at my door, whores in my bed…). Ya me toca.
– Cuatro endibias, por favor.
– Perdona, no te he entendido bien, ¿has dicho “endivias” o “endibias”?
– “Endibias”, con be, que estoy utilizando el término no científico y, además, tengo hambre.
– Ah, estupendo. Pero, pero… Por favor, no toques la fruta, ¡no ves que no es higiénico?
– “Qué importante es tener una persona que cuando todo va mal se acerca aún más”
– ¡Te encuentras bien?
– “No tienes ni idea de lo que me gustas cuando sonríes”
– Pero tú, qué cojones… que estamos gilipollas hoy, ¡o qué? ¡Que dejes de sobar los melones, hostia ya!
– “El sinónimo de orgasmo es que te acaricien despacito por dentro del pelo con los dedos”
– Mira, vas a llevar dos hostias bien dadas, imbécil, ¿ves la puerta, sí? Pues largo con tus pijadas, y nada de despacito, rapidito y bien rapidito. Que vea yo el movimiento.
– “Y yo que soy tan de huir, me voy a quedar”
En ese instante, la frutera me lanza las endibias a la cabeza con muy mala leche mientras se va cagando con desparpajo y tronío en todos mis ancestros ante espectadores anonadados que no comprenden este arte.
– “Por mucho que trates de pisarme no voy a dejar de florecer”
Esa noche no cenamos endibias, hubo que conformarse con unas lentejas del día anterior. Ahora vivo con miedo, agazapado en las cunetas, con un palo en mi mano para saltar y volar, metafóricamente hablando, desde mis versos perfectos de filología inglesa. Voy a conseguir el pentámetro yámbico definitivo en castellano. Porque, es cierto, me estoy quitando, y solamente leo basura de vez en cuando.
“Una sonrisa es una línea curva que lo endereza todo”
– Pero si tú les das mil millones de vueltes a esos manguanes que dicen que son poetas.
– Joder, ye que ye acojonante todo lo que venden, esa cantidad de seguidores, de seguidoras talibanes que hasta “matarían” por defendelos… Asusta que la poesía se haya convertido en eso…
Otro culín de sidra, marca Peñón, que es la que el camarero les recomendó nada más entrar a esta nueva versión de la legendaria sidrería El Ferroviario de la calle Gascona, ese Bulevar de la sidra siempre tan poblado de turistas como querido por la gente local. Indalecio y su amigo, el Poeta Patético, se reúnen tras unos meses sin verse, unos tiempos tan aciagos de compañía mutua como llenos de mensajes, fotos, GIFs y vídeos compartidos por whatsapp, las típicas chorradas de las nuevas formas de comunicación entre humanos, vamos.
– De la que abrí el Instagram, que me lo aconsejó una amiga, Luci, ya sabes, la del molino, la del pueblo… si, ho, no me jodas, que te la presenté hace ya un par de años… pues eso, lo normal, que me llegan peticiones pa seguime, y de aquella me fijé en un chaval que tenía una cuenta, algo deel verso en un cuerpoo no sé que leches, y yo leía aquello de aquel guaje con faltes de ortografía, una semántica de arrastre y sintaxis casi de los chinos, y me sacaba una sonrisa, por lo pardillo de aquellos amagos de poemas, frases y tal. Pero el muchacho, tras darle un par de likes a mis pijaes, va y deja de seguirme así, de repente. Le mando un mensaje: “oye, que me has dejado de seguir”; me responde, “vaya, ha sido sin querer” y vuelve a facer click… dos días más hasta que vuelve a dejar de hacerlo. Entós voy yo y me pongo a ver ya más detenidamente de qué va su cuenta. Cada vez va siguiendo a menos gente y, por el contrario, a él lo siguen ya miles. Yo dejo de seguirlo también, que uno tiene su dignidad, joder. El guaje, que ye listu como’l rayu, se crea cuentes paraleles y fai como si fuera otru pa darse ánimo y defender a capa y espada toes les babayaes que escribe, ¡hasta una cuenta de clubs de fans, oíste!… Ahora anda escribiendo sus chorraes con imágenes erótico-festivas, que ye muy guay eso y da muchas seguidoras con ansias de romanticismo del más chungueras… “Es muy fácil”, me explicó Luci, éstos empiezan a seguir a gente a saco y luego se van, dejan de seguirlos al poco y así van acumulando y acumulando mogollón de follogüers; eso y que también existe la posibilidad de comprar paquetes de 5000 seguidores o más. Acaban con miles de seguidores, la mayoría son cuentas fantasma, porque no cuela tener tropecientos mil followers y un número de likes nada acorde con esa cantidad. En fin. Luego me da por ir investigando este fenómeno paranormal que responde por “nueva poesía”, y entro en cuentas por ahí a leer, a sufrir como un castrón con kilos y más kilos de mierda pastelera. Cada vez que les comento algo en sus cuentas, ironía y sarcasmo a tope, van y me bloquean… Ése ye el su nivel de autocrítica, o igual ye que saben que son una mierda tan, tan descomunal que yos da vergüenza debatir algo en serio, desde la literatura y no desde eses babayaes que apelan al tan manido amor romántico para carpetas de adolescentes que aún van al instituto. Puro chicle de fresa demasiado azucarado para ser real… Mira, el otru día en la librería Cervantes taba yo buscando algo de poesía que llevarme a los ojos cuando aparece una guaja a protestar, que había pillao del estante de la editorial Frida un par de libros, 1775 Calles, del Defreds ése que tanto vende, y La Rueda, de Alberto Claver, y decía que qué narices era aquel libro de La Rueda, que menuda mierda… y cambiólu por otru. Lógicamente, me compré el de Alberto Claver, que ye muy bueno, no parece de Frida, ni de coña. Imagino que, con lo que ganan con todos esos babayos del amor, luego decidirán publicar a gente buena como Alberto. No sé, Indalecio, creo que voy a dedicarles algo.
– Un día me contaste algo sobre crear una especie de Poeta Patético “influencer”, ¿cómo va eso?
– Ahí voy, camarada. Tengo esto, a ver qué te parece:
EL POETA PATÉTICO «INFLUENCER»
el paro, la nevera vacía, una oferta de trabajo, «buenos dias» «buenos sean; serás capaz de escribir frases de vida, de esas de influencers, épicas, míticas, bonitas?» «eh!? pero qué hostias…!? el anuncio decía: se necesita poeta» «así es: posters, postales, tazas, camisetas… son tiempos de coaching, de motivar…»
el poeta Patético necesita trabajo y se convierte en poeta «influencer»
«es fácil, busca un nombre tipo defreds» «pues deweeds»
(me gusta fumar)
«eeeehhh… puede valer,
por qué no!?
y a crear frases hermosas
(qué más da el compromiso,
verdad? jejejeje)
ya en casa:
1) escribí te quiero
en cada poro de tu cuerpo,
no dormí en toda la noche
y ahora me muero de sueño
2) compré un billete sólo de ida
para el país de tus sábanas
3) con mis dedos recorrí
los límites de tu figura,
no me pude dormir
porque se me puso muy dura
no, no, no, joder, que se me va la pinza otra vez; céntrate!
3) bis con mis versos recorrí
los límites de tu cuerpo,
y ahora soy yo quien esculpe
en tu vida los ‘te quiero’
pues está, enviar… una cerveza y ahora sí, me pongo ya a escribir.
– Jajajajajajajaja. Pues mola, ye dinámico y divertido, y para los recitales, que ni pintau.
Una semana más tarde:
– Joder, por tu culpa estuve mirando por Internet poetas de esos chungos que me comentaste. Vergüenza ajena para repartir entre ejércitos. A estes altures ya nun sé si leen lo que escriben… Imagino que no, que si lo hicieran…
– Nah, lo mejor ye dejarlos. Que la gente escriba lo que le dé la puta gana, no merece la pena ni cabrearse ni nada. Ye como con la música, que hay gente buenísima y luego ves las listas de los más vendidos y ahí está el “Despacito” de los cojones, el fíu del Julio Iglesias, inamovibles. Pues eso ye extrapolable a la música, al cine, a la tele… No hay porque hacerse mala sangre. Cada cual a lo suyo, Indalecio.
– Pero, ¿vas a seguir con el Poeta Patético «influencer»?
– No lo sé, alguna frase escribiré, a modo de crítica irónica, pero a mí me gusta escribir, y no me sale eso… a no ser que sea, claro, desde el cachondeo y la ironía; ahí sí que puede salir algo. Tengo unes frases, a ver qué te parecen. Atento… ¡Que me escuches, hostia, conductor de alsa del pijo!
– Joder, que taba mirando el tenis en la tele, ho… Venga, tira.
1)
Cada vez que leo una frase de vida,
tiro luego de la cadena,
paso la escobilla.
2)
Las chicas lánguidas que ilustran
esos libros de poesía nueva y joven
no eructan, no se sacan mocos verdes,
no se tiran pedos de colores.
3)
Él te regaló rosas y un “poema”;
tú necesitabas perejil y un enema.
4)
Escribí un verso en tu cuerpo
con rotulador permanente,
aquella tarde en la playa
te miraba toda la gente.
5)
Aunque tú eras del Sporting
y yo del Oviedo,
en el Carmín de la Pola
yo te dije “te quiero”
6)
Cada vez que alguien escribe “mi chica”
un tiburón tigre se traga un tetra-brick
de leche desnatada… ya vacío.
7)
Para demostrarte mi amor
te envié un GIF de Chiquito de la Calzada.
Al día siguiente, ya enamorada,
comenzaste a leer a Schopenhauer
con extasiado fervor.
8)
Al querer abrir aquella lata de atún
al natural,
me quedé con la anilla en la mano…
hasta que apareciste tú,
y tu sonrisa fue
el mejor abrelatas.
9)
Su vocabulario era tan, tan rico,
que yo repetía en su boca
cada palabra que desconocía.
10)
De tanto navegar en tu recuerdo,
acabé ahogado en el mar de tu memoria.
– ¿Qué, cómo lo ves?
– ¡Pero como que “out”! ¡Tres cojones, hostias, que dio en el mediu de toda la raya, joder!… ¿Qué decías? Ah, les frases… Tú tira, que todo eso cuela fijo. Vas a ser «influencer», castrón.
– Ya, fijo… pero «influencer» derivado de «influenza», que voy a ser la puta gripe y sus epidemias, jajajajajajajaja…
Las notas de la primera evaluación de COU no habían sido demasiado buenas, lo que provocó el consiguiente enfado familiar, casi un cisma. Al Poeta Patético le tocó sufrir una cena de Nochebuena más que peculiar en perfecto sandwich entre su tía Antonia y la amiga de ésta, Ramona, que gastaba y repartía por doquier una mala hostia descomunal (tiempos aún de eufemismos en los que una relación sentimental entre dos mujeres que llevaban viviendo juntas, compartiendo vida, milagros, quehaceres y demás más de veinte años ya, se consideraba como amistad por no irse más pa lo hondo). “Pues ya te puedes poner las pilas, majo, que tienes que llegar a fiscal, como mi hermano, que no hay mejor trabajo que ése, y bien lo sabes, que te lo tiene dicho él unas cuantas veces. Mira que trajes gasta, con que gente se codea…”, Ramona desconocía lo que era la discreción, y sus arengas siempre prevalecían sobre cualquier otro atisbo de opinión. Aunque no había concordancia alguna entre la canción y la amiga de su tía, al Poeta Patético en estos casos le venía ipso facto a la mente la canción aquella tan chabacana de Fernando Esteso, la de “la Ramona es la más gorda de las mozas de mi puebloooo…”, aunque él, recurriendo certero a su mente rápida y poética, modificaba la letra en un santiamén, “la Ramona es la más boba de las mozas de mi pueblooo…”, y así cambiando el adjetivo calificativo en cada sermón en el que la tía Ramona estaba al servicio, un ace tras otro. Al final pasó lo que tenía que pasar, que el Poeta Patético no llegó a ser nunca fiscal. Sí que empezó derecho, pero no le fue muy bien, y lo más cerca que estuvo de un juez fue cuando fue cazado con varios gramos de hachís en aquella Operación Primavera de 1987. Se acabó derecho, adiós a la ley, bienvenida la filología, la noche y todas sus circunstancias que siguen hoy en día casi a medio recordar. Esta tarde volvieron a su mente aquellos días, y mientras bebía a sorbos el segundo de los cafés que servían como epílogo al menú del día, esbozó una sonrisa pelín hijoputa mientras de fondo contaban en las noticias que Urdangarín era un ser libre, condicional pero libre, que podía vivir en Suiza sin trabajar (nada nuevo en su vida ajena al balón pequeño). “Ay, si yo tuviera Twitter…”, se dijo a sí mismo antes de elaborar uno de esos tweets mentales que tanto le ponen:
“De UrdangarÍN a UrdangarOUT en cero coma fiscales, porque en Suiza siguen atando a los perros con longanizas”
Y con las mismas se fue a su casa a escribir este bello y melodioso poema:
El Poeta Patético recibe un SMS, ya sabe que es la cita con la dentista, porque es la única que desde el móvil “antiguo” que tiene en su clínica le envía uno de esos mensajes casi tan ancestrales como el papiro. Cita para el lunes 24 de octubre, 5 en punto de la tarde; una de esas limpiezas para combatir la maldita piorrea, anestesia incluida, que le dejan la boca jodida para un día y medio o dos. Le gusta esta dentista por dos razones, porque tiene mortadelos en la sala de espera, y porque, si no te apetecen unas risas con las calamidades de estos dos agentes de la TIA, también hay muchas revistas de historia. Este lunes le apetece al bardo algo de historia. “Gilles de Rais, el primer asesino en serie de la historia”, ya ha elegido revista. Gilles, que había luchado codo con codo con la heroína del pueblo francés, Juana de Arco, y que en su declive se dedicaba a asesinar a niños, a desmenbrarlos, a torturarlos lentamente jugando como un loco cabrón con cada miembro u órgano amputado o arrancado. Aunque al final es capturado y ejecutado, tanto horror explícitamente explicado ha dejado un nudo marinero de los chungos en la boca del estómago del Poeta Patético. Devuelve con rabia la revista al revistero de la esquina y agarra en su lugar uno de los periódicos del día. “Stan Hilton, muere el último brigadista británico”; mira el poeta su reloj para ver si le da tiempo a leer el artículo. Miembro de la 15 Brigada, testigo de la Batalla de Teruel, luchó en los frentes de Aragón y Cataluña. Emigró a Australia. “Joder, ahora me llaman…” Decide, de camino a la silla de tortura, hacer un poema dedicado a los dos personajes, el yin y el yan, el cafre y el idealista. Se le ocurre, acordándose de la serie esa, El Ministerio del Tiempo, juntarlos en algún contexto… “Algo saldrá”, piensa mientras se está sentando sin dejar de reojo de mirar esa aguja plena de anestesia que amenaza ahora impunemente el cielo de su paladar blando.
Alguien habló un día con no sé quién que conocía a no sé que otra persona que tenía un amigo que iba mucho por un bar de Oviedo que organizaba sesiones poéticas, también conocidas como jams o timbas. Ese alguien conocía al Poeta Patético. “Oye, ¿y por qué no te animas este jueves y te acercas a ese local, que hay sesión de micro abierto?” Y allí encaminó sus pasos el Poeta Patético el pasado jueves tras un copioso y tardío menú del día en el barrio, de ésos de siete euros y sopera llena de fabada (no de les meyores fabes, por supuesto) que dé para llenar casi cuatro platos a rebosar también de morcilla, lacón, chorizo y panceta, un pequeño imperio en el lado oscuro de la grasa. No pudo con el cuarto, que todavía faltaba el segundo plato: carrilleras guisadas con la de dios de patatas fritas y un pimiento triste adosado sin piedad al que nadie nunca hace ni puto caso. Plato limpio tras untar el quinto trozo de pan. De postre, tarta de la abuela, una buena ración, de las de paisano. Dos cafés con coñac y seis sol y sombra. No puede haber mejor calentamiento para una sesión de poesía, sin duda alguna. El camino desde el barrio hacia el Antiguo le sirvió para ir desalojando algo de metano de su cuerpo, aunque había reservas en su aparato digestivo para unas cuantas horas.
– Buenas, ponme una Mahou… Vengo a recitar, ¿hay que apuntarse o algo o ya salimos por libre?
– Espera, ho, que ya te apunto yo. Dos poemas por persona, que hoy hay mucha peña. Soy Chema – dice mientras estira el brazo esperando recibir un apretón de manos por pura reciprocidad. No es así. El Poéta Patético ya se ha aferrado a su mahou y no puede ver más allá de su alcohólica sed.
– Apunta ahí, El Poeta Patético.
– Joder, ¿así, como suena?
– Sí, claro, ¿cómo cojones quieres que suene?
Y ahí está ahora nuestro rapsoda sujetando su cuarta Mahou, aguantando estoicamente letanías que ni escucha, palabras y rimas que hablan… ni puta idea tiene él de lo que hablan, que a él no le gusta esa mierda de la poesía. Puaj. Otro trago más.
– Y ahora tenemos un nuevo poeta en esta timba. UN FUERTE APLAUSO PARA… ¡EL POETA PATÉTICO!
(El resto no es más que una transcripción literal de lo que aconteció acto seguido el jueves pasado en un local del Antiguo de Oviedo que se dedica a organizar sesiones como ésta.)
Eeeeeh, a ver… que yo estoy aquí básicamente para tomar cerveza, como diría Bukowski, y eso que a mí Bukowski me la pela, me la puede chupar doblada, el puto cabronazo… Os podéis largar a ver un partido de fútbol si os da la gana, los tíos, digo, que si alguna se queda y quiere follar luego, no tiene más que decírmelo… Eeeeeh… Bueno voy con un poema… Perdón, ufffff, es que fueron tres platos de fabada para comer, y siempre mejor fuera que dentro, ¿no? Va:
Tu boca sabía a ajo
y tu saliva pegajosa
se pegaba en mi barba,
pero yo te amaba
no como tu novio
ese imbécil sin cerebro
tan lleno de caspa
como vacío de ideas.
No me gusta el sabor a ajo
y por eso me fui
porque tras la tercera arcada
preferí echar la pota en la calle
a llenarte entera la boca
de callos con garbanzos:
eso sí que es amor,
cercanía glotona
y una más que romántica
halitosis compulsiva.
Y bueno, eso… que, a ver, que lo de poeta patético es muy sencillo, como bien acabáis de comprobar. Yo reconozco mi patetismo, pero vosotros no, que os creéis portadores de no sé qué mierdas… en fin, que a veces me da por leer poesía, y puedo citar al gilipollas del Rimbaud (Rimbaud, Rimbaud la la, Rimbaud, Rimbaud la la, el paraíso puede estar en Trinidad… ) – esto último cantado con la música del Koumbó de Georgie Dann – o uno que me recomendó una amiga hace tiempo, un tal Casanova, uno canario que palmó con 19 años hace ya una pila de años, que seguro que se suicidó, el puto imbécil… mierda de mártires malditos… En fin, que tengo que recitar otro poema, y dice así:
El cadáver bonito
para tu puta madre
que yo quiero
llevar mi cuerpo y mi vida
hasta los límites de la más sucia
fealdad que jamás podáis imaginar
y ya no lavaré más mis dientes
nunca traicionaré
a ninguno de mis hermosos pelos
volaré a cualquier parte
y desde el tren de aterrizaje
os mearé con destreza
mientras hago esfuerzos
por sacarlo de mi:
mi octavo pasajero
que, como decía Paco,
el camionero de mi pueblo:
la meada sin un pedo
es como la fiesta sin gaitero.
Hala, y ya, a tomar por culo… ¡Chema, ponme otra Mahou!
(Pasando del Dogma, de Von Trier y de suputamadre… por si acaso)
El poeta patético se alimenta de todo lo que ve, oye, toca y saborea desde que se despierta hasta que se va a dormir, y lo mismo le hace un poema a la cisterna del váter que saca un zurullo por el ojete como una longaniza y se lo dedica ilusionado al amor romántico.
El poeta patético no seguirá ningún movimiento conocido o por conocer, sólo a sí mismo y a los dictados de su poesía, o lo que hostias sea lo que él hace. Tres cojones le importará siempre meter la pata o no.
El poeta patético no cree en la literatura, mucho menos en la poesía; por no hablar ya del arte en general. Dice que todo eso es para vagos, aunque él también lo es.
El poeta patético llenará sus poesía de verso abre-fácil, que jamás irá a buscar un abrelatas aunque lo tenga en el cajón de la mesa de al lado.
El poeta patético no quiere gustar, ni que le digan lo bonita y evocadora que es su poesía porque sabe de sobra que es una puta mierda todo lo que escribe.
El poeta patético irá a recitales y soportará con igual estoicismo la burla y la risa, el escarnio y la adulación. Siente lo mismo con un beso que con una patada en los huevos.
El poeta patético nunca publicará un libro ni tratará de follarse a nadie utilizando el verso para semejante fin. Se conforma con seguir amándose a si mismo una o dos veces al día. Si viese uno de sus poemas impreso, utilizaría ese papel para limpiarse la mierda del culo después de cagar, o la misma lefa después de una paja.
El poeta patético no tendrá jamás amigos o amigas poetas; es más, ni siquiera tendrá amigo alguno porque es autosuficiente a nivel emocional, aunque nunca necesita ni necesitará mirarse a ningún espejo. Odia el término «empatía» porque rima con «policía».
El poeta patético escribirá siempre con bolígrafos bic, nunca osará desarrollar poema alguno en ninguna máquina infame porque el poeta patético es un neo-ludita radical. Cree que la raza humana debe extinguirse lo antes posible.
El poeta patético no dejará en la vida de beber cerveza.
El poeta patético no concederá jamás entrevista alguna ni irá a programa alguno sea éste del medio de comunicación que sea. Si alguien quiere mencionarlo, no pasa nada, está en su derecho, pero él pasa de todas las pijadas que hace el resto de la gente.
El poeta patético, si firma algo, hecho harto improbable, firmará como PP, porque eso es patético, como sus propias siglas indican.
El poeta patético pasa de premios. Opina que no son más que una manera de alegrar egos muy narcisistas a base de regalar votos, casi siempre, de una manera enfrentada per se al concepto mismo de democracia.
Dicho lo cual, pasemos directamente al grano, a sus granos, a sus…
I.
El poeta patético expresa en estos cuatro versos sus sentimientos amorosos, así, en genérico, sin concentrarse siquiera en experiencia personal alguna:
quisiera hablarte de un amor querido
de lo bonita que es la mañana
pero hoy ando estreñido
y no me da la puta gana
II.
El poeta patético vivió en Liverpool casi tres años, donde se podría decir que estableció algo similar a una amistad con un chico japonés llamado Hikaru, pero al que todos llamaban cariñosamente Haiku. Y Haiku tenía un problema, que cuando bebía dos pintas comenzaba a abrazarse a todo aquel que pillaba cerca mientras intentaba cantarle al oído bellas melodías niponas. Eso al poeta patético no le hacía mucha gracia. Le dedicó este poema, muy alegórico:
Para, Haiku, para.
¡No ves que,
como decía mi abuela,
lo poco agrada
y lo mucho enfada?
Así que,
para, Haiku,
para.
III.
Al poeta patético se le acumulan los recuerdos de su adolescencia, plena de drogas, pajas y arrebatos varios:
en la discoteca de mi pueblo
todos cantábamos muy contentos
“las maravillas del mai lai”
y fumábamos muchos porros
y bebíamos licor 43 con limón:
ahora somos inmortales
porque yo tenía un amigo
muy muy comprometido
que pensaba
que aquella canción
estaba dedicada
a la guerra de vietnám
patetismo ilustrado
IV.
El poeta patético nunca ha querido definir su sexualidad, todo le sirve si está en el lugar ideal en el momento apropiado. Si se ha de cansar una mano, que no sea la suya:
y cuando nos propusieron
una batalla de sexos
nos pusimos a aplaudir como locas
hasta que alguien se puso serio
y comentó sin pausa
que cómo cojones nos íbamos
a organizar
si aquello no era más
que otro local de ambiente
V.
El poeta patético sigue viajando a su pueblo, en plan onírico festivo, y eso le regala cada vez un sucedáneo de momento de pura felicidad:
cada vez que tiro de la cadena
recuerdo mi primer beso:
fue en el cine del pueblo
laurita morreaba
y lola hacía pajas;
yo era aún pequeño
no tenía acceso a lola
y laurita sólo quería
probar muchas muchas lenguas
para al final
elegir la “definitiva”
que no fue otra
que la de
ramón el pescadero
VI.
A veces el poeta patético lee algún periódico, o ve las noticias, y es ahí cuando su nivel de compromiso político aflora, sale a la superficie y entonces agarra su boli bic y dedica unos versos a toda esa gente que se aprovecha sin pudor de la inocencia del resto; es ahí cuando el verso no le resulta indiferente: