JUNTOS POR UN GRAN PAÍS – UNA TOMA FALSA

Mariano y su equipo de rodaje se acercan a la casa elegida.

– ¿Estáish segurosh de que esh eshta?

– Sí, sí, tranquilo, que ya está todo apalabrado y bien ensayado.

“Ring, Riiiiing”, llaman al timbre. “Riiiing, riiiiiiiing”, otra vez, con insistencia.

– ¿Quién es? – la voz de un niño contesta al otro lado de la puerta

– Somos los del PP, equipo de rodaje del anuncio… Ya habíamos hablado con tus papás. ¿Puedes decirles que vengan y nos abran?

– Mi mamá se está tiñendo el pelo, y mi papá está cagando con el periódico. Tienen para rato…

– Jejejeje, qué gracioso el niño. Anda, que el tiempo vuela y vamos muy justos.

– Bueno, os abro… Aunque mis papás me dicen que nunca abra la puerta a desconocidos. – Abre la puerta de par en par.

– ¡Hola! Eeeh, sólo venía a darosh lash graciash…

– ¿Pero qué dices, chalao? ¡Mamáááááááá! ¡Papááááááá! ¡Que aquí hay un señor que se tiñe el pelo pero no la barba que dice gracias…!

– ¡Anda, coge un euro de mi cartera, dáselo y que se largue! ¿Y por qué tienes que andar abriendo la puerta a gente extraña? ¡No te tengo dicho que no abras a desconocidos? ¡Jodeeeer, que cruz!

El niño coge un euro de la cartera de su madre, se lo da a Mariano mientras le dice “es lo que hay, no hay más”, y cierra la puerta de un portazo.

– ¡Corteeeeeen! ¡A positivar!

“Nunca en domingo”, como esa película de Melina Mercouri… El padre del niño acaba, tira de la cadena, y sale con su periódico en dirección al salón. Enciende un cigarrillo y empieza a cantar, feliz, con una sonrisa más grande que la habitual. No es un domingo cualquiera. Ese olor pútrido que nos invade empieza a decaer. Y canta, impostando la voz de Camilo Sesto, “¡te quiero, Melinaaaaaa!”