CACABELOS STORIES: DOS RESEÑAS

¿Se puede ser de un lugar sin haber estado allí? Nunca mis pasos me habían llevado a Cacabelos, es cierto, ni tan siquiera hasta el Bierzo, y sin embargo en los últimos días he viajado en este año que ha pasado tan extraño a muchos de los rincones de ese lugar con ese nombre tan sonoro imposible de olvidar, y me he sentido hogar, un vecino de Cacabelos más, he conocido viñedos y museos del pasado, hoteles que miran a un río y peluquerías, aulas y templos del vino como la Bodega del Niño, e incluso he volado con la imaginación sobre el que le dicen alto de Pieros donde las nubes, ciertamente, tienen un color diferente, y me he colado en las risas y en las charlas de amigos y en la vida de sus vecinos dejándome llevar, con la intención de poner mucha atención y escuchar, y todo ello gracias a ese contador de historias que es el escritor y poeta José Yebra, autor él de una pequeña maravilla titulada, no podía haber encontrado mejor título desde luego, Cacabelos Stories, un buen número de pequeños relatos sobre su pueblo llenos de mordacidad y también de veracidad, con esa forma de narrar que tiene tan tierna y a la vez tan gamberra que le dan a esas historias un sabor muy especial.

El ritmo del libro es, acorde con los tiempos que vivimos, frenético y se desborda cual si fuera un río caudaloso que nos arrastra sin remedio, y de repente se detiene y nos invita a pensar en esas pequeñas cosas que han de conformar siempre nuestra realidad. Un libro en apariencia local pero con un latir universal donde Yebra rinde homenaje a su tierra natal y a esas gentes recias y luchadoras haciendo

nuestra su historia personal, la historia de un pueblo de nombre Cacabelos que ya no podré olvidar, y del que a pesar de no haber estado nunca allí me siento casi en la distancia no un turista accidental sino un vecino más de ese lugar.

«Uno de los primeros recuerdos que habitan en el fondo abisal de mi memoria sucede en una viña, la que mis padres tenían en Fontousal, una zona de viñedos sita entre Cacabelos y Camponaraya. Era un día soleado, imagino que de finales de septiembre o primeros de octubre, supongo también que sería domingo ya que mi madre, Milita la Peluquera, había ido a vendimiar, que jamás habría dejado ella un día laboral en su peluquería por ir a cortar racimos de uvas y dejarse la espalda en el empeño»…

César Inclán

*En la imagen, portada de «Cacabelos Stories», joya editada por la editorial asturiana Más Madera, mientras un ciclista se lanza a la carrera para llegar a sus páginas, pues como dice el autor en uno de sus relatos, ¿para qué llamar por teléfono habiendo bicicletas?

Siguiendo y saboreando el libro del cacabelense Jose Yebra con el título “CACABELOS STORIES”, y digo “saboreando” como si fuese un helado de cucurucho o nuestro querido Chupa Chups, pues no me veo pegándome un atragantamiento en una tarde de invierno para hacer una lectura maratoniana. Es que Jose Yebra en este libro te mete de lleno en los recuerdos, al menos así lo estoy sintiendo yo que soy de Cacabelos. En la página 39 describe el juego de “cintalabrea”, yo que siempre le había llamado “cintoalabrea”. Rebobino a mi infancia, adolescencia y juventud en el Barrio de San Isidro (antes Campo Tablado), lugar donde viví desde los 8 años hasta que me case y me fui para el otro extremo de Cacabelos. Este juego del que habla Jose Yebra yo lo tenía como metido en el cajón oscuro, por lo que el comenta, la dureza de pegar con el cinto que te quedaban moratones por todo el cuerpo, con la hebilla algunas veces y eso que era una norma que por ese lado no se podía dar. No me gustaba nada, yo nunca elegía ese juego, pero la presión de grupo y la decisión de la mayoría te hacían ser valiente, encima en el Campo Tablado, con una espacio infinito donde no había lugar para esconderse y la rápidas carreras de aquellos que tenía algún año más que uno, te atizaban sin piedad. De esos que te llevaban las de ganar, recuerdo a Suso el “rucho”, Gelo “aira” o Hipólito el “polo”, pero aún no terminaba , al atardecer y cuando llegaban de la tareas agrícolas los veteranos del Barrio, tanto Carito el “calcón”, Gemiro o Juan el “colaso”, también se unían al juego, así que más cuero sobre el que pillaban. Gracias Jose por volvernos a sentir estas historias tan reciente de nuestro pueblo.

Eso, eso, saboreando el libro de Jose Yebra, sin atragantones, llega la parte de la fiesta, de la llegada del fin de semana y de las noches largas de verano, llega «SARAVÁ! la discoteca más emblemática del Bierzo. En «CACABELOS STORIES» la describe Jose Yebra como algo del futuro y te mete de lleno en las pistas de bailes, dos y a dos alturas, ubicada en el Barrio de San Isidro (antes Campo Tablado) y no podía ser mejor el lugar escogido, pero también habla de la otra discoteca de Cacabelos, la Marychris. Es que en música, baile y otras jotas no había quien nos ganase. Aparece otra discoteca más, la Faustin, como anterior, a esa no entraría Jose Yebra ya que por su edad no llegaría a la taquilla. Pero yo si puedo hablar de que la mejor música del Bierzo estaba en esta última, la Faustín, en la Avda de Arganza, aún queda el espacio y restos de su interior, pero esa gran música venía de la mano de uno de los mejores «pincha discos» y no «DJ ni Disc-Yockey», ya que en mi pueblo somos eso, de pueblo bastante, hablo de Fernando, y es un buen momento para recordarlo. Gracias Jose, has abierto la veda de los recuerdos y de la memoria.

Samuel Núñez Pestaña