VEO (SEPTEMBER POEM)

Veo

      pa

           sar

                an

                    te

                       mí

                           a

                             que

                                    llos

                                          ve

                                              ra

                                                  nos

                                                        len

                                                              tos

                                                                    de

                                                                         mi

                                                                              in

                                                                                  fan

                                                                                        cia

Yahorvanamilporhorasecuestradosporlavorágine

delavidamodernaenmanadaindividualista,

quesinoteapurasnotedasnicuentadequeundía

empiezacuandoelanteriorseacaba

engullidoporlarotaciónexpresa

delamismaTierraysuscircunstancias,

quevienenyvanentremuertesajenas

ypadecerespropiosqueparecennimios

cuandoloscomparamoscontantosufrimiento ,

queelotroladoexiste,brilla,

aunquenonosatrevamosamirarlodefrente,

porque flotan en el agua,

salada y densa,

fría y solitaria,

pulmones encharcados,

solidaridad perdida

en millones de metros cúbicos

que separan sin pretenderlo

su mundo y el nuestro;

y

mañana

vuelve el trabajo

a su ser,

y

  to

     do

         ad

             qui

                  ri

                    rá

                        su

                            in

                               na

                                   ta

                                       y

                                         te

                                            mi

                                                da

                                                    len

                                                         ti

                                                            tud,

                                                                   o

                                                                     tra

vez… vez… vez… vez… vez… vez… vez… vez… vez…  ¡VED!

(¿Besaremos a las madres que hoy les velarán?)

VIAJES AL FONDO DEL ALSA – PARTE XXXVIII (MURPHY ON THE BEACH)

No me cabe la menor de las dudas existenciales, Edward A. Murphy Jr., ése de la ley tan manida y tocapelotas no es más que un hijo de la gran puta que siempre te va a joder en el momento más (o menos, vayan ustedes a saber) oportuno. 

Todo lo que puede suceder, sucede.

Tarde perfecta de playa, en la de Poó, una auténtica maravilla de la Naturaleza, cual capricho divino si la misma divinidad se dignase siquiera a existir. Marea alta, baño en un agua a una temperatura espectacularmente ideal (al menos para los parámetros del mar Cantábrico), ducha fresca para eliminar la sal, secarse dando un paseo por la orilla, llegar a la toalla, sacar el libro que estoy leyendo, «Antigua, Penny, Puce» de Robert Graves, abrirlo por la página que vas sacando con tiento el marcapáginas y…

  • Papi, que me cago, tengo que ir rápido al baño…

Zafarancho de combate, calzarse a toda prisa sin quitar la arena, coger raudo la cartera, también el móvil y subir a toda mecha a La Farola. Mientras el niño evacúa, pido una cerveza y aprovecho el Wi-Fi para ir leyendo algunos blogs amigos… Claro, eso sucede hasta ese momento en que conversaciones ajenas de mesas cercanas llaman mi atención, dos en concreto. Una familia inglesa, padre y madre de unos cincuenta años, niña de catorce o quince y guaje de doce o trece; acento ultra-mega-posh, tanto, que si cierro los ojos me parece estar ante un episodio nuevo de Downton Abbey.

  • This is an astounding piece of a beach, dice el padre.
  • It is indeed, la madre ahora.
  • But Oli doesn’t like beaches at all, dice la hermana mayor refiriéndose a su hermano pequeño.
  • Yes, I do! You liar!, responde Oli profundamente ofendido.

Silencio.

  • I only need two things to go to the beach, and those are my towel and my book, prosigue el bueno de Oli en su argumentación a favor de la playa. Sabe que su hermana intenta fastidiarlo, como es natural entre hermanos y hermanas que se llevan bien. 

De repente, otras dos familias atraen mi atención, mis orejas se «dilatan» todavía más. Una es de Canarias, la otra de Alicante; edades similares y ambas con dos hijas que rebosan adolescencia de esa nueva que no te permite levantar la vista de tu móvil. Lo que a continuación paso a transcribir es verídico, que estos oídos bien engrasados lo escucharon con toda la sorpresa ambidiestra del Sistema Solar.

  • Alucinada me quedé al ver esta playa.
  • Sí, es que Asturias tiene de todo, es la mar de bonita.
  • Y se come… ¡Vaya cómo se come! – Hablan las dos mujeres cuando en este mismo instante interrumpe el señor canario.
  • Lo único lo de la sidra, que ayer la pedimos para cenar y nos la trae el camarero y nos dice que si nos echa un culín. – Las niñas se ríen con ganas al recordar ese hecho.
  • No veas la risa que nos dio, porque pensábamos además que al pedir sidra nos iban a traer sidra El Gaitero, pero no…
  • Nosotros la preferimos al cava, sin duda alguna, interrumpe el señor alicantino.
  • ¡Dónde va a parar! ¡Ni comparación! Y ahora, a ver quién le compra cava a esos catalanes.
  • Ya. Nosotros tenemos unos amigos en Vilanova, la de Vilanova i la Geltrú (gran aclaración, pienso yo)
  • Nosotros no pensamos ni acercarnos por allí.

Silencio.

  • Pues a mi mujer se le pegan los acentos con una facilidad, cosa fina, vamos, ¿a que sí, cari?
  • Sí, sí, responde presta la alicantina. Venimos de Galicia y ando todo el día que si carallo p’aquí, carallo p’allá, y ahora no hago más que decir «ho», que si «vamos, ho; coge la toalla, ho…» Si es que tengo una facilidad…
  • Ya te digo, le dice sorprendida la canaria.

En plena vorágine estereotípico-festiva, aparece mi hijo pequeño, «Papi, que ya cagué, ¿puedo comerme un helado?», como si tuviese que reponer ipso facto todo ese peso que acaba de perder. «¡Que no, que ya comiste dos ayer! ¿Tú crees que los helados caen de los árboles? Pues eso. Anda y baja pa la playa, vamos, delante de mí.» Y como la mar estabacomo una auténtica balsa, bajamos a la arena y nos fuimos directos a nadar un rato, que la ocasión lo merecía, ho, carallo, indeed… Una de las veinte versiones que puede tener un día de playa, de los buenos de verdad.

In conclusion, we both did us a solid, a swimming one…

… DE LA VIDA XIX…

Un número redondo, el veinte. Solo ante el peligro, como Gary Cooper…

Ciclos de Mil Cabezas

XIX.

Al ver que los invitados comenzaban a irse para sus respectivos hogares, Ingrid y Pedro se unieron al gran grupo, que aún conservaba intacto el ánimo ya que la gente perseveraba y seguía entonando variados cánticos, con la única excusa de prolongar la fiesta, que luego ya vendría la rutina propia de cada una de las moradas.

Pedro no se separaba de Ingrid. Sentía cierto pánico al momento en que tuviese que enfrentarse a sus padres. Podía verlos sentados en una mesa al fondo, charlando animadamente con sus tíos Martín y Laura. Eso podía ser una buena señal, que, de momento, aliviaba un poco la ansiedad que acababa de nacer en Pedro. Miró a los ojos a su nueva amiga y ella le contestó con una sonrisa graciosa, acompañada de un guiño de su ojo derecho. No pasaba nada, todo iba sobre ruedas, al menos hasta ese instante.

–…

Ver la entrada original 577 palabras más

CORRE, CORRE, CORRE…

Usain Bolt, que acabará consiguiendo que los 100 metros quepan en un Vine… y los 200 en Instagram. Corre, y corre, y corre…

VIAJES AL FONDO DEL ALSA

(ODA A LOS 100 METROS LISOS CON ESPECIAS, SUSTANCIAS Y UN ALIÑO FINAL DE CORRUPCIÓN)

Si tú me dices Ben,
yo digo Johnson.
No hay Tyson
que por bien no Gay.
A quien Pietro se la dé,
San Pedro se la Mennea.
No hay Jesse
que por bien no Owens.
No dejes para Marlene
lo que puedas hacer Ottey.
Aunque la Florence se vista de seda,
Griffith-Joyner se queda.
A cada Carl
le llega su San Lewis.
Por la Linford
muere el Christie.
Más vale Usain en mano,
que Bolt volando.
Quien Marita te quiere,
te hará Koch.

Más vale Luis conocido
que Bárcenas por conocer.

Ver la entrada original

ANTAGONISMO, 79 AÑOS HOY

No me miren asi,

Que llo no soy un animal,

Que si e echo lo que e echo

Es solo por la decencia

De esta, mi patria,

Que tiene tiera

Mas qe de sobra pa sepultar

Tanta escoria bolchevique.

Y que si lo mate,

Un rojo menos, un maricón menos,

Dos tiros en el culo                                                                                               

Pum, pum

Y a tomar por el mismo.

No me yega la escoria esa

A la altura de mi moral.

Banderas victoriosas…

¡Arrivaspaña!

Calor,

Demasiado calor el de la tierra

Que me cubre ahora.

¿Y qué culpa estoy pagando yo?

¿Qué odios son estos

Que matan sin preguntas,

Sin mano alzada

Que responda por actos

Que ellos ven deleznables?

¿Se acordarán de mí dentro de veinte años,

De cincuenta, de cien?

¿Seré el poeta olvidado

Mientras rosales ya secos

Se llevan la loa al poeta amado,

Querido y cantado por su pueblo?

Soy incapaz de despejar

De tierra mis fosas nasales.

A mi lado yacen hombres

Que ni siquiera conozco,

Y es muy tarde ya…

No hay campanas

Que toquen a muerto

Por ninguno de nosotros,

Sólo disparos, y sangre,

Más sangre que se derrama

Para que desborden de ira

Los ríos maliciosos

De vuestras caníbales conciencias…

No hay luz a lo lejos,

Y yo me apago,

Me dejo llevar

Por el arrullo de gusanos

Que se acercan golosos a mí.

Se despide un poeta de este mundo

Sin haber podido siquiera escribir

Sus últimos versos.

¡Que alguien toque para mí, por mí

Por mí ese piano de cola!

… DE LA VIDA XVIII…

Décimo novena entrega. Hoy viajamos al pasado, al contacto temprano con el fascismo y la muerte.

Ciclos de Mil Cabezas

XVIII.

Pedro estaba a punto de cumplir seis años. Ya estaba en primero de E.G.B., en clase de Don José Tejeiro, maestro por imposición institucional desde el año 41. Se pasaban los primeros diez minutos de la mañana rezando y cantando, a continuación, el “Cara al Sol”, himno entre los himnos durante los años oscuros del franquismo. Los castigos eran ejemplares, aunque a Pedro todavía no le había tocado sentir el dolor que producían los latigazos propinados con una vara de mimbre, perfectamente lijada, en las yemas de sus dedos. Era de los pocos elegidos que podían presumir de esa suerte. Entre los pelotas agraciados, también se encontraba su amigo Simón. Los dos, después de clase, solían jugar a la peonza o a las canicas en buena armonía, sin enfadarse nunca.

Un buen día, Simón no apareció por la escuela. Llegó Don José muy apesadumbrado; no rezaron ni cantaron el…

Ver la entrada original 401 palabras más

SOR FURCIA EN EL ATASCO MENTAL

Sor Furcia en el atasco mental

enseña a sus alumnas

que el ser humano es bueno

por antonomasia.

Dos niñas se rebelan,

lanzan sus cuadernos

con violencia

contra el encerado.

Sor Furcia se altera,

ya no siente

ese perenne hormigueo

que tanto fustiga

los maltrechos dedos de sus pies.

No es el nombre,

ni es tampoco el padre.

¡A la Madre Superiora,

ahora mismo!

Sonrisas a su paso,

austeras en el gesto,

confiadas, seguras de sí mismas.

¿Qué puede taladrar un castigo

ante la tenebrosa perspectiva

de un matadero más que seguro?

Sor Furcia se toca

poco, poquito,

a solas, casi cada noche.

Sólo ella lo sabe,

por eso no reza,

ni se lava luego

con agua bendita.

Un último gemido,

desde lo más hondo

de una ternura inexistente

mientras desde la lejanía

de una oscura aula de castigo

una voz aguda canta

con fuerza y atino

Aquella que empezaba

“si tú me vienes hablando de amor,

que dura es la vida

cual caballo me guía…”

La Madre Superiora ruge

como posesa,

escaleras abajo, rauda,

ceñuda, hipócrita, acelerada,

rancia virtud

de la pertenencia eterna

al mundo infalible de los hombres,

de verdades que ni a medias

serán jamás refutables.

nuns

“¡Mira, imbécil, que te den por culo!

¡Me gusta ser una zorra…!”

Y ahora Sor Furcia está feliz,

sin hormigueo ya en los dedos de los pies,

leña va, hostia viene,

que la violencia bien educada

nos hará seres de bien,

temerosos, bondadosos

y sin piedras de culpa

que expiar en pozos

que rebosan de algodón

demasiado azucarado.

Y ahora, te alejas al instante

de mí,

de la plebe maldita

porque te tengo que decir

que yo ya no quiero

ser nunca más tu perra.

La elección

Yo elijo: ni una más; ni una menos…

Confieso que he perdido el miedo

Cerró la puerta despacio
con miedo de alertar
y ser engullida de nuevo
al espacio envenenado
de su rutina.
Bajó las escaleras ligera
de equipaje y esperanza.
Sólo pesaba la angustia
del futuro incierto
que comenzaba ahora mismo.
No fue el golpe en su mejilla
ni la pared acogiendo
su espalda dolorida y magullada,
sino el momento en que sintió
que la sonrisa era un gesto
que el espejo ya no le regalaba.
Lo hizo añicos y eligió
cuál de los trozos quería ser.

Ver la entrada original

… DE LA VIDA XVII…

Anoither Wednesday, día idóneo para seguir con estos Ciclos de Mil cabezas… ¿Existe mejor lectura veraniega? Sí, claro, pero no me queda más remedio que «vender» mi producto 🙂

Ciclos de Mil Cabezas

XVII.

La temperatura ambiente había bajado unos grados debido a la copiosa lluvia caída unas horas antes. Fernando, que siempre tenía las manos frías, trataba de calentárselas apretándolas con fuerza contra la humeante taza de café recién hecho que Pedro le acababa de servir. Pedro, como tenía por costumbre, se había bebido el suyo en un santiamén: dos, tres tragos a lo sumo, y la taza vacía sobre la mesa. En ese momento lo apuró más que nunca, ya que no podía perder el hilo de la historia. Tenía multitud de datos que contar rondando por su cabeza, saltando, como una abeja lo hace de flor en flor, de neurona en neurona, y no era precisamente el momento idóneo para tomarse un café con leche de forma pausada, con un cierto relax que permita ir saboreando todo el aroma del café. Pedro ya había resumido interiormente todo lo que le…

Ver la entrada original 802 palabras más

C’MON PILGRIM! (WHERE IS YOUR MIND NOW?)

  • Si nos dijeran ahora mismo que en un par de horas se acaba el mundo y que puedes elegir a una de esas tres tías que van delante para follártela, ¿a cuál elegirías?

Romualdo, que se encuentra en ese mismo instante haciendo el Camino de Santiago no ya por pura convicción religiosa, sino por unirse sin protestar a sus dos amigos del alma, Santi y Ernesto, que llevaban planeando una ruta Jacobea de amigotes unos cinco años, no se digna ni a contestar siquiera con un gesto de fastidio a la pregunta de Santi, que gusta de “amenizar” las jornadas con planteamientos tan estúpidos y de salidos como éste. Ernesto marcha rezagado con su rodilla izquierda un tanto maltrecha.

  • Pero así, eh, vistas por detrás, nada de elegir pudiendo verles las caras, ¿cuál, eh? Yo, sin duda alguna, la de la derecha, que se ve a leguas que ese culo está pidiendo polla a gritos.

Y con las mismas, Romualdo acelera el paso. “Espera tú a Ernesto, que yo tiró hasta el pueblo y ya os espero en el albergue”, y en breve adelanta a las tres chicas, las mira y las saluda con un educado “buen camino, peregrinas”, y luego sonríe porque se da cuenta de que la elección de su amigo Santi no habría sido la más acertada; “que se joda”, piensa mientras ajusta bien a la espalda su cargada mochila.

Romualdo llega al pueblo, sigue las indicaciones que le van llevando de concha a concha. Se siente cansado, ya son muchos días de caminar y más caminar bajo un sol abrasador, de esos que definen las olas de calor, acumulando una gran colección de ampollas en sus pies, algunas seguro que hasta repes, cree él, que ya ni sitio queda para una más. Pasa al lado de la iglesia de la Plaza Mayor silbando bajito “Blister in the Sun”, aquella canción de los Violent Femmes que siempre pinchaba en las fiestas del Colegio Mayor San Gregorio para indicar que acababa su sesión, como aviso para que Ernesto anduviese listo ya que a partir de ese momento llegaba su turno como DJ.

Ve el portón abierto y decide entrar, más que por el interés que el templo haya despertado en él, por poder pasar unos minutos en el agradable frescor católico de su interior antes de arribar al albergue, ducharse, cambiarse de ropa e irse a tomar unas cañas o unos vinos por el pueblo con sus inseparables Santi y Ernesto. Se queda al fondo, tras una columna, resoplando del alivio que el cambio de temperatura provoca en su ser. Observa como una peregrina japonesa se dispone a irse ya justo después de persignarse de una manera harto extraña, con genuflexión oriental incluida, piensa Romualdo, “o quizá sea que ya ni me acuerdo de cómo coño se hacía… o que se le mezcla a la paisana el gesto con el rollo sintoísta, ¡qué sé yo!”, acaba por reflexionar para dar por zanjado el tema. Como cree que ya estuvo bien de iglesia, se da la vuelta ya para enfilar directamente hacia la puerta, aunque, ¡PLONK!, no puede ser, ya que una señora aparece casi de la nada y va y la cierra de repente. Abre la boca Romualdo para emitir raudo un sonoro “¡ESPERE!”, pero de su boca no sale nada ya que escucha como desde el altar otra señora, de unos 70 años, grita “¡Eduvigis, ven aquí, anda, que hay que sacudir el mantón del Cristo, que está de polvo hasta los cojones!” La curiosidad, sí, la misma, le obliga a permanecer impasible tras una columna que, parece ser, lo oculta de la vista de las dos mujeres.

  • ¡Vooooy!
  • Y, oye, ¿qué habrá sido del hijo de Restituta, la del molino?
  • Ay, hija, yo no sé, pero me dijo mi Ramón que se había casado con otro hombre y se habían ido los dos a vivir a Holanda.
  • Jooder, ¡cómo está el patio, Eduvigis, ya no queda nadie normal!
  • Espera, coge por ahí, no se vaya a caer el Cristo y armemos aquí una cojonuda.
  • Ahí, ya, lo tengo, tira.
  • ¡Yastá!
  • Ay, Dios, ¡cómo está!
  • ¿Y tu hijo, sigue por Barcelona?
  • Sí, hija, sí. Llegó el sábado, va a estar un mes por aquí.
  • Vino también en febrero, para el entierro de Don Dositeo, ¿no?
  • Sí, sí. Yo no le dije nada, vino él porque quiso, que conste.
  • ¿Y tú crees que lo sabe?
  • ¿Qué sabe qué?
  • Lo de Don Dositeo, el cura, que era su padre.
  • Ah… Yo nunca se lo dije, pero creo que sí que lo sabe…
  • En el pueblo, aunque siempre se supo, también se respetó mucho eso, eh… que nadie nunca le dijo nada ni se metió con él por eso… Además, Don Dositeo mandaba lo suyo, ya lo sabes.
  • Lo sé, lo sé. Yo os estoy muy agradecida a todas por ello, lo sabes.
  • Ay, Remigia, que todo el mundo sabía muy bien como era Don Dositeo, que no fuiste la única… bueno, la única que tuvo un hijo suyo, sí, pero otras bien que subieron arriba a la aldea a quitárselo donde la compostora, que lo sé yo de muy buena tinta.
  • Es que era muy guapo, el cabrón, hablaba tan, tan bien… y desde ese confesonario te tiraba los trastos y caías, ¡vaya si caías! Tú no, claro, que ya tenías a Ramón, pero las demás, como tolas.
  • Ay… Bueno, esto ya está listo. Yo casi que me voy ya, que tengo que ponerle la cena a Ramón.
  • No, no, si yo me voy contigo, que aquí ya no hay nada más que hacer.

Poco antes de llegar al portón, Remigia se da cuenta de la presencia de una figura humana real que se agazapa contra una columna, a su izquierda.

  • ¡¿Quién anda ahí!?
  • P-p-p-peerdón. Soy un peregrino, Romualdo, entré aquí y al poco ustedes cerraron la puerta y…
  • No se preocupe, que ya le abro yo… ¡Hasta mañana, Eduvigis, ya cierro yo!
  • ¿Se quedará usted en el albergue, no?
  • Sí, sí. Hacia allí voy ahora.
  • Pues nada, buen hombre, buen camino… y mucha suerte.
  • Muchas gracias y buenas tardes, es usted muy amable.

Y con las mismas, Remigia observa al peregrino avanzar calle abajo en dirección al albergue, cierra con llave el portón de la iglesia y se va para casa por el callejón estrecho que se encuentra a la izquierda del templo.

  • Buenas noches, perdona.
  • ¿Sí? Buenas noches.
  • ¿Sabes si está aquí Romualdo, un peregrino…? Vaya, no recuerdo ahora sus apellidos.
  • A ver… Sí, aquí hay un Romualdo registrado, Aguirre, Romualdo Aguirre.
  • Ya sé que es tarde, pero es un asunto muy urgente, ¿podrías avisarlo?
  • No sé… sí que es un poco tarde ya, ¿no crees?

Y justo en ese mismo instante llega Romualdo al albergue, un poco ebrio, que se ha tomado más chupitos de orujo de los que en principio serían aconsejables…

Las noticias hablarán de un segundo caso de persona desaparecida mientras hacía el Camino de Santiago, Romualdo Aguirre, ambos casos sin resolver, ni la estadounidense Denise Pikka Thiem, desaparecida en Astorga tres meses y pico antes que Romualdo. Se reforzará la vigilancia a lo largo de la ruta Jacobea, policía a caballo, más controles, en fin, que no cunda el pánico, que el Camino da de comer a muchas familias… y estos casos que parecen como de película policiaca no vienen nada bien, ¡hostia ya!

Nadie sabe, ni sabrá jamás, que Romualdo Aguirre Olarticoechea duerme el sueño eterno en el panteón de la familia Quiroga-Yáñez, compartiendo ataúd, justo encima de Dositeo, aquél que había ejercido como párroco en el pueblo desde 1969 hasta 2003, y todo ello por gentileza de Andrés, el hijo de Remigia, la de los Chocolate, que se encontraba por allí, como suele hacer cada año, pasando el mes de julio. Bien lo saben en la Universidad Pompeu i Fabra de Barcelona, a Andrés Cifuentes Raimóndez, hijo único de Remigia Cifuentes Raimóndez, profesor titular de Fonética y Fonología de la lengua inglesa, al igual que le ocurría a su difunto padre, nadie le toca nunca los cojones.