poesía
Espasa
espesa
se pasa
escasa
se casa
se basa en
una
masa con
guasa
poesía
rasa
rebasa y
abrasa a
la NASA
poesía
descompasa y
desengrasa
esto
no
es
poesía dice
pues
dale
al
intro y
estafa
polimerasa
poesía
Espasa
espesa
se pasa
escasa
se casa
se basa en
una
masa con
guasa
poesía
rasa
rebasa y
abrasa a
la NASA
poesía
descompasa y
desengrasa
esto
no
es
poesía dice
pues
dale
al
intro y
estafa
polimerasa
“La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos.”
Karl Marx
2. Palabras ahora que rimasen con «mascarilla»
in the last of the trenches,
my face paralysed,
my fingers frozen on the verge
but I was always thinking of you,
you were the whore in my head
while the enemy ahead
just wanted me and my comrades dead:
A spoilt bastard I used to be
and no-one intended to impersonate me,
I was the sound of every known human rage,
the fury behind every posh curtain,
all the weight of our souls locked inside an empty cage:
We called it “The Tin Noses Shop”,
to give us a face already lost.
Masks for facial disfigurement
beyond any age of consent,
no gratitude, no smiles, just more smoke
coming from anyone else’s cigarettes.
No, it was not.
Europe wasn’t our playground anymore,
so, fuck civilization, mates,
and no matter how many flowers
this luminous hospital room may contain,
I just need my left eye back
and a couple of mirrors
to help me shave my pains away behind this mask.
No, Miss Anna Coleman, no,
my plasticine life does not begin here and now
because there is no home for me to go
and there will never be;
I am no pacifist tool for future
plastic surgeries, Madam,
for I have chosen, from now on,
to hide my bones in that opera house
and live the rest of my life
as a fucking celebrity phantom.
porque nadie le habló aquella mañana
y ella solo había bajado al supermercado
a comprar un cuarto de pan
y un par de doradas
que había visto en el folleto la noche anterior:
que estaban de oferta
dos por cinco euros
(las congelaría nada más regresar a casa
porque su hija mayor
le había hablado del anisakis
y le había entrado un miedo atroz
a intoxicarse con aquel parásito tan asqueroso)
olvidó la bolsa en casa
una que le había dado su vecina Engracia
muy bonita y alegre
llena de flores de colores y también muy espaciosa
y ahora tendría que gastar tres céntimos más
en la caja para comprar una de las pequeñas
qué se le iba a hacer!
y es que la gente discutía más o menos amistosamente
sobre política y sus representantes
que tocaba elegirlos de nuevo dentro de algunas semanas
para que la vida en este país siguiese su curso
y aunque ella poco entendía de todo aquello
sí que sabía a quiénes no iba a votar jamás:
a esos hombres airados que despertaban en sus entrañas
aquel pánico terrible de sus años jóvenes
de cuando “su Ramón” ordenaba y mandaba en casa
quedando para ella la posibilidad de
alguna que otra vez
escoger unos zapatos bonitos
en la zapatería de la plaza
que había un viajante de Vigo
muy guapo y con una sonrisa de esas de las de todos los dientes
escasas por aquel entonces
que traía al pueblo «la última moda de París pero hecha en Galicia»
y como el banquero don Basilio
se hacía el sueco y a veces le dejaba sacar algo de dinero
de la cuenta corriente a espaldas de Ramón
algún par de aquellos elegantes zapatos sí que iba cayendo
no
no
no
a esos no los votaría jamás
y no sigue siendo no
«el doce!» grita el pescadero
«yo!» se apresura ella a responder
casi con alegría y una sonrisa brutalmente honesta
y con las dos doradas bien limpias
llega a casa
y las mete directamente en el congelador;
tres días más tarde
a eso de las doce menos cuarto
enciende el horno para que vaya calentando
a ciento ochenta grados centígrados
y luego saca el mandil más nuevo de un cajón
porque va a cocinar como solía hacer antes
porque este ocho de marzo
su hija Rosario viene a casa a comer con ella
porque hoy está en huelga
y tras una buena sobremesa con café y algún que otro cigarrillo
irán a manifestarse a la plaza del pueblo
juntas
del brazo
con zapatos nuevos
aunque ahora
lamentablemente
casi toda la moda de París
ya no viene de Vigo o de Coruña
porque en la lejana China
cosen y pegan muchísimo más barato.
I
limpiar tu última sangre del suelo
quizá sea mi capítulo final de redención:
las horas de silencio y espera
que ya se torna infinita
bajo la presión de un tiempo
que ya no volverá a ser jamás
por más que insista ese reloj
de pared de manecillas tan ruidosas;
la bifurcación de los seres
en el ámbito uniforme
de la extrema lealtad
de lo humano y sus consecuencias
y la acera recién arreglada
con versiones alternativas
de unos paseos diarios ya olvidados
ese caminar eterno ahora terminado:
todo eso y aún más
con la cucharada a rebosar
de gramos paciencia perdida
de alguna riña vespertina
porque decías que odiabas esta barba
porque la concordancia no existía
en muchas ocasiones
de feliz enfrentamiento
más allá del vínculo de sangre:
pero la mirada prevalece
y también una compresión mutua
que solía viajar desde dos polos
absolutamente opuestos
que se abrazaban en un lugar
de cariño más allá de la ciencia
la familia y eso que nos obligan
a llamar algo así como amor;
te lo comenté en más de una conversación
cuando la memoria aún no envejecida
y gastada perduraba y resistía
por encima de la estúpida inmediatez:
prefiero la fiesta y la celebración
al culto exagerado de lo tétrico
y en esta casa ahora vacía
todavía escucho tu voz
preguntándome si estoy bien
si necesito algo
porque en tu caso
la generosidad era norma
nunca pretensión:
siempre fuiste la última en atender
tus escasas necesidades
y te vas igual que viviste
sin molestar
discretamente
disfrutando de la vida desde el exterior
de la de los demás
con esa sonrisa sincera
y sin tan siquiera despedirte
ni decirme
como casi siempre
sin enfadarte
que afeitara la barba
una última y definitiva vez;
y me da pena
muchísima pena
que el baile continúe
pero ya sin tus pasos
II
el último poema que leí
fue la factura de la luz
y no lo entendí:
allí estabas tú
en la penumbra de un salón
en cuya lámpara solo alumbraba
una bombilla de las cinco
que se suponía debían hacerlo;
fundidas y antiguas
nada de led
o luces modernas
de esas que
dicen
gastan poco
aunque en las tiendas
sean mucho más caras:
las paradojas del capitalismo
ante la oscuridad de la noche
«si ya conoces bien tu casa
para qué vas a necesitar luz alguna
cuando anochece»
porque te encantaba
igual que a tu madre
mi abuela
pasear pasillo arriba pasillo abajo
un buen rato
antes de irte a dormir:
«quien mueve las piernas
mueve el corazón»
me decías
repitiendo aquel famoso eslogan
de bicicletas estáticas
ay el corazón
oh ma corason
se cansó y dijo «ya valió»
y la luz del pasillo
quedó encendida toda la noche
mientras el agua del cúa
seguía pasando bajo el puente
en dirección a su encuentro con el sil
porque lo hace sin pausa
porque la misma agua siempre regresa
al origen de su periplo
para poder leerme otra vez
ese recibo de la luz hecho poema
que yo
inútil ser humano
ni analizándolo con calma
ni soy ni seré
capaz de comprender
"Porque las palabras deben escribirse cuando se sienten"
textos
porque el mundo está para verlo, disfrutarlo, compartirlo y recordarlo
Un sereno paseo emocional
Encadenado a mis palabras, fiel a mi corazón
ovvero le frasi che urlo di notte
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