Es lo que tiene ir en el alsa tan temprano y no poder dormirse, que se te ocurren ideas para tus clases y a veces salen como salen. Da igual, que no se vaya nunca esta capacidad de imaginar situaciones nuevas, a ser posible divertidas y motivadoras, para ese alumnado al que tanto agobiamos con nuestras cuitas (sí, yo aún me acuerdo de mi etapa de estudiante, y no pasa un día entero sin que me pregunte muy seriamente, “Pero Jose, castrón, ¿qué cojones haces del otro lado? ¿En qué momento decidiste pasarte sin remisión al ‘lado oscuro’?”)
Al grano, que ya empiezo a bailar con el teclado sin ton ni son. ¿Qué hacer con estas criaturas de 2º de ESO en una hora de tutoría cuando el curso ya está casi finiquitado y junio avanza pegajoso entre lento y a toda leche? ¡Ya está! Como también les doy clase de inglés, lógicamente… o no, vayan ustedes a saber, vamos a decidir la fecha del último examen de una manera ultramegasuperdemocrática, ¡con elecciones en clase!
Llego al instituto con bastante tiempo antes de la sesión, preparo una de esas cajas vacías que antaño contenían paquetes de 500 folios a modo de urna electoral, incluso me esmero y pongo un cuidado extremo a la hora de hacer esa pedazo de ranura electoral en la tapa, voy al cubo de reciclado de papel y cojo de allí varias hojas inservibles ya para su uso educativo y las recorto en nueve partes idénticas. Las papeletas electorales, efectivamente.
Con toda la emoción de la Vía Lactea, suena el timbre y voy para el aula con mi equipo preparado y una sonrisa de ilusión que me ilumina toda la cara.
- ¡Buenos días!
- ¡Buenos días, profe!
- A ver, hoy, como ya sabéis que nos queda un último examen por hacer, en vez de perder tiempo luego en la clase de inglés, vamos a aprovechar la hora de tutoría para votar.
- ¡El martes! – grita Ramonín.
- ¡No, no, el jueves! – responde Natalia.
- A ver, a ver, caaaaalma. Vamos a hacerlo con propiedad, votando como si fueran unas elecciones de verdad. ¿Veis? Esta caja es la urna que vamos a utilizar, y yo os doy una papeleta para que escribáis vuestra opción.
- ¿Pero cuándo ye el examen, que no me entero? – Chusín, que comienza a perderse.
- No, no, eso ya lo vais a decidir ahora, votando. Venga, las opciones, pues cualquier día de la semana que viene. Las apunto yo en el encerado, a ver… Lunes, no, que nunca son buenos para exámenes… Martes, 16 de junio; jueves, 18, y viernes 19. Ésas son las tres opciones. La delegada, María, te encargas tú de repartir las papeletas. Subdelegado, Pablo, venga, tú preparas la mesa electoral con tres sillas; mi mesa, María de presidenta y tú y yo de vocales.
- Cagonrrós, esto ye un rollu. ¿No ye mejor a mano alzada? – Jenny, que ya se empieza a aburrir.
- No, no, que quiero que experimentéis lo que es la democracia con todos los elementos que la componen.
- Entós… ¿Qué ye, ho, que la democracia nun ye namás que dir a votar? – Sandra, muy mordaz, que hasta sabe que me acaba de pillar con todo el equipo.
- Eeehh, no, claro que no… Es todo mucho más complicado, pero votar y poder decidir ya supone un hecho democrático en sí mismo, ¿no? – A veces puedo llegar a sonar como un auténtico gilipollas, la verdad.
Después de diez minutos de protestas, preguntas y “campaña” electoral, comienzan las votaciones. La presidenta va llamando a cada votante, todo entre risas, aplausos, comentarios y chanzas varias, en un ambiente muy distendido y sin malos rollos. Una vez que ha votado todo el mundo, un éxito sin igual con un 100% de participación, 25 de 25, comienza el recuento. No nos lleva demasiado tiempo. El resultado final:
- Jueves, 18 de junio, 9 votos
- Martes, 16 de junio y Viernes, 19 de junio, 8 votos cada uno.
- Pues nada, el examen el jueves 18, entonces. – digo yo justo antes coger mi Boli verde y abrir mi agenda para apuntar la fecha.
- ¡De eso nada! – chilla Nel desde el fondo del aula.
- ¿Comorrl? – Sí, así es, soy yo tratando de imitar al gran Chiquito de la Calzada desde un tono de forzada sorpresa. (Ya, ya lo sé, patético, y mucho…)
- Que no hay mayoría absoluta, que para eso tendrían que ser 13 votos. – Nel, que ye muy listo.
- Pero, a ver, que me entere yo. ¿No gana la opción con más votos?
- No tien por qué. Ye que si se ponen de acuerdo los del martes y los del viernes, pues ya se cargan el jueves, ¿no? – sigue Nel en sus trece, y con un argumento muy, pero que muy razonable.
- Veamos, la gente que votó por martes o viernes, ¿os parece bien que el examen sea el jueves?
- Ye la lista más votada, pero igual alguien cambia de idea, o votó mal, o confundióse. Yo voté el viernes, pero dame igual un día que otru. – Chusín, que lo lía un poco más todo.
- ¡Hala, que perdemos el tiempo con chorradas, el jueves y ya está!
- ¿Y por qué? – Ahora pregunta María, la delegada del grupo y presidenta de la mesa electoral.
- ¡Porque lo digo yo, que soy la autoridad aquí!
- ¡Halaaaaa, tanta democracia y tanto rollo, y al final esto ye una dictadura! – Chusín otra vez, entre protestas y abucheos contra mi decisión (en buen tono, que conste) del resto de la clase.
“Jose, piensa rápido alguna solución que esto se te está yendo de las manos.” Transcurridos un par de minutos, mando callar y les doy una solución (eso creo yo) definitiva, o hay pacto entre las opciones con menor número de votos, o sigue siendo ganador el jueves. Así lo comunico a la clase. No hay tu tía, que si unos tienen examen de recuperación de Matemáticas el martes, que si el resto tiene francés o Llingua asturiana el viernes. Un sin dios aquello. Se me está yendo por momentos de las manos, pero no, actúo raudo y veloz, que para eso tengo ya unas tablas, (ejem, ejem.)
- Está bien, venga, callaos y escuchadme. Silencio. ¡Sileeeencio! A ver, ya que no hay pactos posibles, me parece a mí, vamos a repetir la votación al recreo, y ahora, en vez de elegir una sola fecha, escogéis dos de las tres, ¿os parece?
- Uufff, vaya rollo, profe. ¿Al recreo, de verás? – Nerea, que empieza la protesta.
- Es la última opción que os doy. Os espero aquí al recreo.
- Pero ya votamos. Eso sólo ye la votación de la votación. ¿Y por qué no votamos también si queremos hacer la votación de la votación, eh? – Nel, en su línea de pensamiento libre. Llegará a algo, seguro.
Riiiiiing. Riiiiiiiing. Ese timbre salvador, que me llega casi como a un boxeador al borde del KO.
Hora del recreo. Voy al aula, me siento y coloco la urna en la mesa frente a mí. Se acabaron los 30 minutos de recreo con cu correspondiente “ring, riiiiiing” de turno. Votos emitidos 5, un 20% de participación. Resultado:
- Jueves, 18 de junio, 5 votos.
- Martes, 16 de junio, 3 votos.
- Viernes, 19 de junio, 1 voto.
- Un voto en blanco.
El examen al final es el jueves, 18 de junio, justo el día que yo había pensado de antemano… ¿quién me mandará a mí andar enredando con gilipolleces varias? Si es que se veía venir, un minuto de recreo de balón, de correr por el patio, de jugar al pilla-pilla, de disfrutar del bocadillo, etc. es mucho más nutritivo que tener que regresar al aula a votar algo que, a fin de cuentas, a estas alturas de la película escolar bien poco les interesa ya.
En fin, all the fish is already sold, so…
To another thing, butterfly… Cantemos, let’s sing aloud!!!
I wanna make a deal with you girl
and get it signed by the heads of state.
I wanna make a deal with you girl,
be recognized round the world.
It’s my nonalignment pact.
Nonalignment pact.
Sign it!
Nonalignment pact.