LA REINA CHONI

La reina Choni extiende este mediodía las alas de su amplia sabiduría horizontal por todos los dominios conocidos del Alimerka del barrio.

La reina Choni ha dejado su carrito Rolser de flores en la entrada, suelto, sin necesidad de meter una moneda de cincuenta céntimos para atarlo a una de esas cadenas, que está en el barrio y confía en la gente, porque es su gente.

La reina Choni va saludando por doquier, se para a hablar al lado de las gaseosas con una señora recién salida de la peluquería con el pelo tan cardado que parece que va a cantar de un momento a otro «Total Eclipse of the Heart», pero la versión literal del vídeo clip: «¿qué tal la comunión de la nieta, Maruja?» «¡vaya fartura, fía, una cantidad de comida…!»

Tras sacar número para el pan, pedir dos cuartos, uno de ellos integral, va a la pescadería: número 69. Casualidad. El pescadero, siempre dicharachero y mordaz desde la escama misma, grita, «EL 69»; «yo», responde la reina Choni. Una vez exteriorizada la evidente carcajada, el pescadero le dice que quién si no lo iba a tener, que si quiere almeja, que la tiene fresca, y ella, la reina Choni, dice que no la hay más fresca que la suya, aunque sabe que hoy no se ha cambiado de bragas, que total, para salir de compras por el barrio no hace falta demasiada higiene corporal.

En la frutería se cambia el calabacín por la almeja. El tamaño del mismo provoca el nervioso jolgorio de las señoras que rodean a la reina Choni, pero ella no se ríe con tantos aspavientos aunque sí al mismo volumen que el resto del grupo. La situación está bajo control. «¡Quién pillara uno así!»; «JAJAJAJUJUJUJIJIJIIIII»

La reina Choni mete en su carrito cuatro tetra bricks de Don Simón, del tinto, que a su Manolo ya se le está acabando y casi no queda ya en la nevera para sus tres vasos de la comida de hoy. Para ella, una de Lambrusco, el que está de oferta, que no soporta el Don Simón, se está volviendo muy pija, piensa con un jajajajajajaja introspectivo que retumba frondoso en toda su cavidad craneal.

Combina la reina Choni la charcutería y la carnicería, que están la una al lado de la otra; práctica habitual. Aunque el charcutero es nuevo – tan sólo lleva nueve días trabajando en este Alimerka -, la reina Choni sabe no sólo su nombre, sino también el de su novia y que a su padre le acaban de poner un bypass: «¿Y cómo está tu padre? … Sí, sí, así está bien, ni muy fino ni muy gordo, como le gusta al mi Manolo, que ye muy quisquillosu.» Con el kilo de pechuga de pollo que compra en la carnicería le regalan una hogaza de pan. Regreso a la panadería. Una panadera sale al café en ese preciso instante. «Oye, Cuca, ¿me cuidas este carru, que salgo a echar un pitu con Yoli?», pregunta la reina Choni a la panadera que se queda atendiendo al público ahora. Sin problema. Salen las dos apuradas y sacando ya cada una el Winston de sus respectivas cajetillas. «Vaya sustu, que creíamos que la Aroa se nos había quedao preñada»; «Joder, llévale paquetes de esos de Dúrex que tenéis al lado de la caja, que no haga el bobo», le aconseja a Yoli la reina Choni.

La reina Choni se dirige por fin a caja mientras revisa cada rincón del carro. No necesita nota alguna, que ella sabe bien qué tiene que comprar. No falta nada, en principio. «¡Hostia, la nocilla del guaje!», le suelta a Indalecio, el conductor de Alsa, que está justo delante de ella en la cola. «No te preocupes, ho. Vete a pillala que yo te cuido el carru», le dice Indalecio con su seca amabilidad de siempre. Corre la reina Choni tanto a la ida como a la vuelta. Ha sido rápida. «Gracies, Inda», «de nada, ho, a mandar»

Y ahí aparezco yo, con mi barra de pan, y me sitúo justo detrás de la reina Choni, en la caja número 4, la única que está abierta en este momento. como ya se ha formado cierta cola ante dicha caja, Minerva, la cajera, toca el timbre avisando así a una de sus compañeras para que ocupe su puesto en una de las otras tres cajas que permanecen cerradas. Llega Bea, «por la dos en orden de cola», y toda la gente que hace cola tras de mí se traslada en orden a la número 2. Yo no me muevo de la 4, porque la reina Choni me acaba de dejar pasar por delante de ella con la vehemencia justa como para que yo obedezca sin rechistar y sin quitar ojo de todas esas pulseras de Gold Filled tan sumamente musicales: «anda, Jose, pasa, pasa, ho, que yo voy muy cargada», «muchas gracias, Vanesa, ¿qué tal todo?»

Lógico, yo solo entré al Alimerka a comprar pan, y tuve suerte, no sólo porque la reina Choni me dejó pasar, sino porque, aunque hay días en los que todo sale mal, nadie me enseñó el Corán, y ni siquiera ningún Ayatolá tuvo la osadía de intentar tocarme la pirola.

VIAJES AL FONDO DEL ALSA – PARTE XX (LA LA LOVE YOU!!)

3 de noviembre de 2014

Queridos a la par que amigos, este curso sólo veo los alsas pasar de largo ante mis ojos, los sigo con la mirada; hay viajeros que suben, otros que bajan, conductores conocidos que me saludan; en fin, nostalgia de esa parte del fondo que tantas siestas de ojos entreabiertos acogía en tiempos no tan pretéritos…
¡No pasa nada! He decidido seguir con estas historias haya autocar o no. Comparto espera en la calle General Elorza con mucha gente «alsera», presto atención, soy todo oídos a sus historias… Ahí va una reciente de laísmo recalcitrante. Dos chicas que fuman como si el mañana fuese hoy mismo hablan a viva voz, gesticulando como mafiosas calabresas a las puertas de un golpe importante.
– Y mira que éramos buenas amigas…
– Ya, la vida es así, con sus sorpresas, con sus zarpazos.
– ¡Y me llamó loca… Y sinvergüenza! ¡Y la di una hostia bien dada!1chavettes
– Jodeeer… ¿Y ella qué hizo?
– Se me quedó mirando alucinada; la di otra hostia.
– Esta segunda sobraba, ¿no?
– Calla, calla, que va la tía y me llama hija de la gran puta, ¡a voces!… la di una tercera hostia, claro, pero ésta tan, tan fuerte que la reventé un tímpano. El escándalo que montó la muy cerda, casi haciéndose la muerta. A fingir, venga a fingir. ¡Pedazo de comemierda!
– Buufff…
– Ahora voy p’allá, al puto juicio en la Pola. ¡Que no se me ponga delante, que la digo cuatro frescas…! ¡Y la meto otra hostia más, no será por falta de ganas…! ¡La cabrona!

Mientras pienso por qué no ha dicho “le cabrona”, por seguir una lógica divergente, ¡pip, piiiiip!, me pitan con premura desde un coche. Es mi compañera de trabajo, que lleva un rato esperando en su coche a que me dé cuenta de su presencia… La miro (sí, ahí «la») y me disculpo con un gesto justo antes de entrar apuradamente en el coche y contarle (contarla, según la de las tres hostias reales y la cuarta sólo en el deseo) ese diálogo tan bello y constructivo que acabo de escuchar.

VIAJES AL FONDO DEL ALSA – PARTES VI, VII Y VIII

(Que por mayo era, por mayo, cuando hace la calor…) Sigue mi delorean mental viajando al pasado, al fondo del ALSA, al trayecto Oviedo – Cangas de Onís y viceversa. Estamos en mayo de 2014….

Parte VI

Viernes muy por la mañana, te levantas, te preparas, sales de casa y caminas distraído hacia la parada del autobús mientras revisas que no haya quedado alguna legaña rezagada; lo habitual de cada viernes… ¿Seguro? Pues no, amigos, esta mañana están ahí, sonriéndote desde sus carteles, invitándote a seguirlos como ni nada raro sucediese. Así es, ha llegado el momento (a veces pienso que tan sólo son replicantes dispuestos a teñir de saliva sus escupitajos verbales…)
¡Ya están aquíííííííííííí!

chica-con-auriculares-166801

Parte VI
El extraño caso del karaoke no silencioso.
Sube en Nava una chica, no más de 17 o 18 años. Camina altiva, decidida hacia la parte de atrás (esa zona alternativa en la cual nadie se sienta derecho en su asiento). Su aspecto indica que está en vías de abandonar el chonismo activo, un pequeño atisbo de insumisión. Escucha música con unos cascos sin silenciador que permiten que los que estamos cerca «disfrutemos» también de su selección musical. Se sienta y, ¡oh, no!, comienza a cantar a viva voz, «jey, bradar! Tinoninoninoninoooo…!» El chico del chinchón que ligaba con la estadounidense mira hacia atrás asombrado; sonríe, busca algo en su mochila… («¡Qué crack!», pienso, «ya está buscando la baraja…» Pero no, tan sólo buscaba sus cascos para así poder librarse de aquel suplicio auditivo.) La chica insiste, «jeyy bradaaar! Tinoninoninoninooooo!» Me la imagino en un examen de inglés de 2° de ESO, por ejemplo, firmando y mirando las hojas con absoluto desprecio, mascando chicle y esperando a que su profesora le diga «¡Jenny, tira ese chicle, que ya sabes que está prohibido el chicle en clase!»
Adiós a la imaginación, «my joy in a fucking well», ahora ya canta de seguido y sin bajar el volumen, “me olvidaré de tu amor de garrafón, me olvidaré de tus besos de judas”, una de Melendi, al parecer…

«¡Mierda! ¡No traje los cascos! ¡Malditos charlies! ¡Sacadme de aquí!»

comunion

Parte VIII

Día de gente «elegante» por las calles de Oviedo. Comuniones; esa primera comunión que, para una gran mayoría, será también la última… ¡Izad las velas!

bipartidismo1

¿Qué es el bipartidismo?
Un partido corrupto y el otro lo mismo…

–  Papá, ¿qué es el bipartidismo?

– «Es» no, hijo, «era, era…» (25 mayo 2014)