CZESLAWA KWOKA – POEMA

Czeslawa Kwoka

en mi cabeza la mirada
tan asustada como rebosante de dignidad
de Czeslawa Kwoka
14 años de edad
no cumplirá jamás el número 15
porque el fenol
no es el mejor alimento para el latido de un corazón
que ya había viajado hecho añicos
desde Zamosc en Polonia
y ese triángulo rojo
como santo y seña de una culpa
que solo es tal desde cerebros destruidos
reconduce su significado
aportando el necesario significante
que la memoria necesita como alimento
contra la culpable inanición del olvido como ley:
fuera lágrimas
fuera sangre
“du bist eine kommunistische sau!”
“eres una cerda comunista!”
pero no entendías la lengua alemana
la causa de las hostias en la cara
de la sangre
de las lágrimas
y decidiste mirarnos de frente
algo compungida, sí
aunque con todo el orgullo
que ellos pretendían desterrar;
vamos, Wilhelm, ya puede usted sacar la foto.

SUPREMACISTA BLANCO (AN EUPHEMISM)

el ser supremacista blanco

ni siquiera sabe

que no es blanco:

cree en la ignorante entelequia

de su agreste superioridad,

que hay personas

que deberían besar sus pies,

limpiar sus mocos,

oler su mierda;

el ser supremacista blanco

ni siquiera sabe

que todo es mentira:

cree que debería haber esclavos

sin pararse siquiera a “pensar”

que los esclavos

ya están entre nosotros,

que fabrican nuestros ropajes,

limpian nuestra mierda,

viven sin saber

que otras vidas

serían incluso posibles;

el ser supremacista blanco

es nazi,

odia y no ama,

se ve guapo

cada vez que se encuentra

ante un espejo,

porque cree que es blanco

aunque coma basura a diario,

de todos los colores y texturas,

aunque pese 200 kilogramos…

o más;

el ser supremacista blanco

se limpia la mierda de su culo

con papel higiénico

sin saber aún

que la verdadera mierda

sale por su boca,

viaja por su cerebro

tan estreñido como aneuronal

(porque está demostrado:

entre nosotros hay seres vivos

sin neurona que los defina);

el ser supremacista blanco

es, obviamente, racista

porque antes que él

otros antiguos crearon razas

que consideraron por debajo

de la suya propia

para así justificar

el origen mismo

de tanto kilolitro

de bilis apestosa:

que os jodan,

que sólo sois basura

orgánica

(con perdón eterno

para la misma)

VOZ QUE NUNCA MUERE (A MIGUEL HERNÁNDEZ)

A Miguel Hernández Gilabert (1910 – 1942), poeta eterno, poeta del pueblo.

luz, oscuridad;

olvido y recuerdo;

fachadas blancas

hoy relucientes

y plenas de grafitis,

que Orihuela arde,

y en sus paredes respira

esta mañana el arte:

alcalde de barrio, miliciano;

prisión, pan y cebolla:

la muerte antes

de la misma muerte

en el ataúd, seca,

la juventud perdida,

el fascismo en la cresta

de su ola represora,

de señores con bigote

ajustando bien sus boinas:

los ojos cansados

mas nadie te los cierra,

la voz secuestrada,

y la risa de una niña sola

que desconoce

el tacto infinito

del cañón de una pistola

que deviene en tuberculosis:

la cárcel infinita

vomita

sobre la revisión

de un juicio

eterno.

 

Jose Yebra

MH zapadores sept 1936

ANTAGONISMO, 79 AÑOS HOY

No me miren asi,

Que llo no soy un animal,

Que si e echo lo que e echo

Es solo por la decencia

De esta, mi patria,

Que tiene tiera

Mas qe de sobra pa sepultar

Tanta escoria bolchevique.

Y que si lo mate,

Un rojo menos, un maricón menos,

Dos tiros en el culo                                                                                               

Pum, pum

Y a tomar por el mismo.

No me yega la escoria esa

A la altura de mi moral.

Banderas victoriosas…

¡Arrivaspaña!

Calor,

Demasiado calor el de la tierra

Que me cubre ahora.

¿Y qué culpa estoy pagando yo?

¿Qué odios son estos

Que matan sin preguntas,

Sin mano alzada

Que responda por actos

Que ellos ven deleznables?

¿Se acordarán de mí dentro de veinte años,

De cincuenta, de cien?

¿Seré el poeta olvidado

Mientras rosales ya secos

Se llevan la loa al poeta amado,

Querido y cantado por su pueblo?

Soy incapaz de despejar

De tierra mis fosas nasales.

A mi lado yacen hombres

Que ni siquiera conozco,

Y es muy tarde ya…

No hay campanas

Que toquen a muerto

Por ninguno de nosotros,

Sólo disparos, y sangre,

Más sangre que se derrama

Para que desborden de ira

Los ríos maliciosos

De vuestras caníbales conciencias…

No hay luz a lo lejos,

Y yo me apago,

Me dejo llevar

Por el arrullo de gusanos

Que se acercan golosos a mí.

Se despide un poeta de este mundo

Sin haber podido siquiera escribir

Sus últimos versos.

¡Que alguien toque para mí, por mí

Por mí ese piano de cola!