“Quizás viajar no sea suficiente para prevenir la intolerancia, pero si logra demostrarnos que todas las personas lloran, ríen, comen, se preocupan y mueren, puede entonces introducir la idea de que si tratamos de entendernos los unos a los otros, quizás hasta nos hagamos amigos” – Maya Angelou
Indalecio lee por tercera vez en la prensa del día, esa maldita manía suya de leer más allá de los titulares, la palabra miríada. “¡Su puta madre, panda de pijos pretenciosos!”, se dice a sí mismo antes de dar el último trago al segundo café solo de la mañana.
“De entre esa miríada de palillos, voy a escoger uno para luego hurgar azaroso entre mis sucios dientes”, comenta al aire, en voz baja, esbozando una sonrisa cómplice de su propia autoindulgencia…
La televisión, de fondo, emite una frase: “es tiempo de politólogos…”, dice una periodista con cara de interesante estreñimiento. “¡Oh, no, cagondiós ya!”, brama Indalecio, “hasta los putos cojones. Eso se merece un poema.”
Como no sabía de antemano a quién dirigirme, pues me dirijo a usted como poeta visionario al que yo he admirado desde mi más tierna adolescencia, quizá influido por las enseñanzas musicales, literarias, culturales y de la vida en general, de mi progenitor, un hombre bohemio, vividor hasta el límite, tan culto como vago e irresponsable. Bueno, al grano, que me pierdo en soliloquios, Señor Heron, porque lamento muy mucho comunicarle que al final la revolución sí que ha sido televisada, está siendo televisada, continuamente, a todas horas. Imagino que, al llevar usted muerto casi dieciséis años, todo esto que le cuento le dará exactamente igual, pero es ver su imagen, tan poderosa, escucharle recitar con esa pasión y ese convencimiento definitivo del que cree poseer la razón misma, la de todos los tiempos habidos y por haber, y entrarme de repente unas ganas estratosféricas de decirle – eso sí, con toda la educación y el respeto que usted merece -, ¡Y UNA MIERDA!, porque seguro que algo había en el ambiente que se escapaba libre de sus poéticos cálculos, y ese algo no era otro asunto que la inefable estupidez humana…
En este momento quedan cerradas todas las líneas, todos los accesos directos al sistema de votaciones. Alea jacta est. Conectamos con la casa.
Los vemos, ahí están Luis y Rodrigo conversando, como dos buenos amigos, parece que con toda la tranquilidad de la que pueden hacer gala en estos momentos, aunque tablas, lo que se dice tablas en estos menesteres sí que tienen, eso no lo podemos negar.
¡Buenas noches, Luis y Rodrigo!
¡Hola, Mercedes, buenas noches! ¡Y saludos, España! – responden los dos al unísono.
Me veis bien, ¿no?¿Veis bien este sobre?
¡Vayaaa, no me hables de sobres a mí, Mercedes, no me hables de sobreeeees! – dice Luis en tono jocoso mientras asesta dos codazos cómplices a Rodrigo, su amigote.
En el plató de televisión, el público asistente ríe con ganas la gracieta de Luis. Él mismo sonríe alegre ahora, como viniéndose arriba.
¡Ay, por el sobre muere el pez, querido Luis! ¿Y tú, Rodrigo, que no dices nada, nervioso?
Muchas gracias, Mercedes… Bueno, no sé,… un poco, sólo un poco. ¿Puedo decir algo?
¡Ja, que si puede decir algo! ¡Como asesor verbal no tienes precio! ¡Cuenta, cuenta!
De nuevo, risas generalizadas en el plató. La gente se lo está pasando muy bien.
Pues nada, que me gustaría confesar que…
¡Quieto, parao! ¡Eso lo harás después de la publicidad!
Y pasamos a la música que introduce el logo de la cadena antes de “disfrutar” de la temporada otoñal de El Corte Inglés, que la gente tiene que seguir comprando, sin duda alguna.
– Ya estamos de vuelta, y Rodrigo quería confesarnos algo antes de escuchar junto a su amigo Luis la decisión de la audiencia. Venga, Rodrigo, ¿qué tienes que decirnos?
– Mira, Mercedes, y esto va también para toda España, ya sabes que aquí dentro todo se magnifica – “Todo, menos el dinero”, interrumpe Luis, volviendo a provocar la hilaridad del personal que asiste en directo desde el plató – Jejeje, bueno, quería decir que lo mismo ocurría ahí fuera, en nuestro mundo, pero no sólo se magnificaba todo, sino que hay gente que ha conseguido que paguemos el pato unos pocos gilipollas, como Luis y yo, que somos unos meros chivos expiatorios, que lo sepa toda España…
Un abucheo ensordecedor interrumpe la diatriba de Rodrigo.
Ya, ya, menos lobos, Caperucita… A otro perro con ese hueso, Rodriguito…¡Venga, vamos allá! ¿Listos?
¡Listos, Mercedes! – ambos se dan la mano, se miran tiernamente a los ojos y se dan un beso de hermanos en la causa, un piquito final como último aliño al pastel de la corrupción.
LA AUDIENCIA… HA DECIDIDO… QUE DEBE ABANDONAR LA CASA… Y DIRIGIRSE DIRECTO AL PATÍBULO… DONDE LE ESPERA EL VERDUGO… CON LA GUILLOTINA PREPARADA… ¡¡¡RODRIGO!!!
En el plató, unos dos tercios aplauden y gritan de puro éxtasis, mientras el tercio restante suelta un espontáneo “NOOOO”, bastante mitigado por esa inmensa capa de jolgorio extra-catártico.
… Por eso, admirado Gil, quería pedirte permiso para hacer una nueva versión de “The Revolution Will Not Be Televised” eliminando ese “not” donde moleste y falte a la verdadera realidad que estamos viviendo en estos tiempos.
Ahora que también ha caído David en la versión inglesa de “Corrupted Big Brother”, no me importa tampoco quitar ese “no” del verso “there will be no pictures of pigs shooting down.” Me da la impresión de que no te molestará, ¿verdad?
¿Quién le iba a decir a Chomsky que al final la transformación esa de afirmativa a negativa no iba a ser necesaria en tu poesía, Gil? Una pena, sí. Sé que al final haré esa versión, y la recitaré con ganas e ilusión en la próxima jam poética a la que asista.
¿Tú me entiendes, verdad? ¿Gil? ¿Me oyes? ¿Estás ahí? Is the whole fucking World über alles? Dime, ¿por qué Jackie O se está sonando la nariz?
Desde el blog elbicnaranja proponen cada viernes que escribamos una historia que nos inspire una determinada imagen. El viernes 10 de abril nos ofrecieron esta imagen de Gregory Crewdson, Untitled Ophelia. Nos lleva a todas las Ofelias habidas y por haber, desde la de Shakespeare pasando por mi favorita, la de la imagen de inicio de esta entrada, la del pintor pre-Rafaelita Sir John Everett Millais, que podéis disfrutar en la Tate Gallery de Londres; hasta llegar a la interpretación de Nick Cave junto a Kylie Minogue, en cuyo vídeo clip (al final de la entrada) me baso para la siguiente historia.
ELISA DAY’S EVICTION
Estaba ya harta, la verdad, de que todo el mundo me llamase Rosa, cuando yo en realidad me llamo Elisa. Rosa es mi hermana gemela (bueno, mejor diríamos que “era”, porque desapareció sin dejar rastro hace ya casi tres años, con el que aún debe seguir siendo mi marido, Eladio. Por mí, como si los aplasta un maldito meteorito.)
No paran de decir que vivíamos por encima de nuestras posibilidades, nosotros, ¡precisamente nosotros! ¡Yo! Yo que no supe lo que era jugar, que desde que alcanzo a recordar me veo con mi padre, mis hermanos y mi hermana en las viñas, podando, vendimiando, arando; cerezas, manzanas, ciruelas, sí, también teníamos fincas heredadas con todo tipo de árboles frutales; nos lo trabajamos muy duro, el sudor era nuestro compañero y aliado. La tierra es dura, mucho. De sol a sol, la espalda machacada, sin casi días libres para poder disfrutar de una simple caña bien tirada. Conocí a Eladio poco antes de cumplir los 18, un ser especial, de los que saben vivir la vida sin darse prisa nunca por nada. Muy buen amigo, mejor amante; nos casamos pronto porque queríamos estar juntos toda la vida. Nos alejamos de la vida agrícola. Sí que seguía yo gestionando junto al resto de mi familia nuestra empresa de exportación de fruta, de varios camiones diarios con trailers cargados hasta arriba de la mejor fruta imaginable; y nuestra bodega, nuestro vino estrella, Castro Bérgidum, un mencía Gran Reserva que se vendía por todo lo largo y ancho de este puto mundo, con pedidos mensuales de la Casa Real monegasca… Invertimos todo ese dinero que se duplicaba sin que apenas nos diéramos cuenta de ello porque teníamos asesores que nos lo aconsejaban. Ganamos a espuertas, pero eso sólo ocurrió al principio, en los últimos seis años el diámetro de la gotera fue creciendo y creciendo, y por ella se iba yendo el dinero a mares, arrollado por esa mierda de corrientes bursátiles. Yo no tengo ni puta idea de economía, y la gente que la tenía fue abandonando la nave frutícola y vitivinícola en proporción directa al número de nominas no cobradas. Crédito tras crédito, y uno más, así, aumentando el nivel del color rojo en nuestras vidas… Y mientras tanto, la puta de Rosa me la estaba colando doblada con el cabronazo de Eladio. ¿Y los dos hijos qué? Ahí estaban, sobreviviendo por su cuenta y riesgo a la vorágine familiar, conscientemente ajenos a toda desgracia y felices en sus mundos Nintendo y PlayStation.
Y ahí siguen, creo. Ni siquiera se han dado cuenta de que aquí abajo he abierto hace un rato todos los grifos y me he tumbado en el suelo permaneciendo nada más, sin apenas parpadear, escuchando las voces de Kylie y de Nick. Ya nadie me llamará jamás Rosa Salvaje, seguiré siendo Elisa para toda la ínfima eternidad… ¿Quién secará ahora todas estas lágrimas que resbalan por mi cara? ¿Por qué toda belleza tiene que morir? ¿Y quien vendrá ahora y pondrá una rosa entre mis dientes?
Demasiado ruido ahí fuera, que si “¡HIJOS DE PUTA, CABRONES!”, que si “¡SÍ SE PUEDE! ¡SÍ SE PUEDE!”. No he querido salir con ellos, y no es por vergüenza, creo que son más que suficientes, aunque quizá no en número ante tanta policía, ante tanto funcionario diligente… Os dejo a mis hijos, vosotros sabréis qué hacer con ellos. Yo me voy ahora, que el agua ya está llegando a mi boca, a mis orificios nasales, que los golpes suenan más alto, más cerca, pero yo ya no los puedo escuchar. Quedaos con todo, que yo ya no tengo nada.
Querido Scrooge de nuevo cuño, necesitas saber cómo funciona esto, y éste es un buen viaje sin transbordo alguno en el libro de instrucciones del tiempo.
1) EL FANTASMA DE LAS CORRUPCIONES PASADAS. Felipe III, la María Cristina aquella que nos quería gobernar; el estraperlo promovido por el franquismo; Matesa, Sofico, aquel chabolismo vertical tan horrorosamente hermoso. La transición, ay, la transición, su aceite de colza para aliñarla bien; el cambio, la rosa, con Rumasa, Filesa, Juan Guerra, los GAL, el Petromocho astur, tan de frotarse las manos agrietadas con aquellos miles de millones que iban a venir levitando desde el mundo Saudí; un ánsar de grandes alas sobrevuela el terreno ahora, Gestcartera, César Alierta compra acciones de Tabacalera… Es que estoy Malaya, muy Malaya…
¡Qué cagalera!
“El Señor de los Ladrillos”, Mortadelo y Filemón explicando la alta rentabilidad de la arcilla cocida…
Nos teletransportamos, huimos de todo esto. ¿Lo ves? ¿Pasó algo? Nada, aquí seguimos, no sufras, que el amor de tu vida no estaba aquí, o puede que sí… Quizá sean sólo paparruchas sin más. Sigamos. Toma mi mano.
2) EL FANTASMA DE LAS CORRUPCIONES PRESENTES. Pokemon (X, Y, Mega Evolution), Hasta la Gürtel y más allá; Bárcenas, que tiene un asunto entre manos que, si sale bien, mojáis todos; siguen los Borbones sacando de su burbuja las manos a pacer. Tarjetas Black, opacas sin más, Cajas abiertas al desperdicio, preferentes del infierno… Púnica, una guerra lejos de Roma y Cartago, los mercenarios de las comisiones ilegales… Todo es verdad, salvo algunas cosas, que son las que publican los medios de comunicación, en directo, en diferido, con alevosía matutina y cachondeo vespertino. ERE tú como el agua de mi fuente (¡y tú más!). Gira la puerta gira, en el despacho infinito, con sobres que ahora llegan, con sobres que se han ido… ¿Lo vas viendo? ¿Te compensa tanta honradez, Scrooge del pijo? Agárrate bien ahora, que nos vamos al futuro. Vamos a decirle cuatro cosas bien dichas a aquella chica de Neutrex, la de la peluca blanca, la que malgastaba oxígeno en un puto detergente…
3) EL FANTASMA DE LAS CORRUPCIONES FUTURAS. Se ve todo muy gris, ¿verdad? Ya no existe la corrupción como significante, ahora se denomina actuación inherente en interés de la población (las cosas de la semántica pura, ya sabes). Ves, en aquella fábrica guardan todas las variedades de oxígeno que Neutrex ha ido creando, todas las patentes. Ya no hay agua gratis, la limpieza ya no se estila, sobrevaloramos su necesidad en el pasado, dicen… Ahora, suelta mi mano ya y… “No me mires, no pienses más; no preguntes, no quiero hablar. No te arrastres, ¡te gustará! Es mejor dejarte llevar.”
«We don´t get what we asked for, we get what we deserve» (No podemos conseguir lo que pedimos, obtenemos lo que merecemos) – From the Sleaford Mods’ «Under the Plastic and N.C.T» song
UNAS POCAS COSAS, QUE ALGUNAS SON
(poema mentiroso, aconsonante, pentafulgurante y en ritmillo Brey)
Todo, todo es falso, falso, falsete,
absolutamente falso,
salvo alguna cosa,
cosa que es lo que han publicado,
publicado lo han,
los medios de comunicación…
Y voy a tomar,
tomar una decisión.
Cosas,
cosas se han producido,
algunas cosas que no,
que no,
que no nos gustan;
pocas cosas…
Incesante
goteo;
me meo…
Y
no es cierto,
no todo lo referido
a mí,
a mis compañeros…
No son,
no lo son
46 millones
de españoles,
en fila
de a uno.
La cosa.
Pocas cosas,
algunas,
nunca más…
It’s too difficult
todo esto.
Nevermore!!
(Y el Cuervo dijo: «Nunca más.» No podrá liberarse. ¡Nunca más!)
Y ahora me poso sobre un busto de Palas y, muy en serio, os pregunto vuestros nombres.
«¿Quiénes sois?»
«So, goodbye. Please stay with your own kind And I’ll stay with mine.»
(Y el Cuervo dijo: «Nunca más.» No podrá liberarse. ¡Nunca más!)
Es cierto que la vida te da sorpresas, que hay señoras que en vez de comentar los últimos chascarrillos del Sálvame, de hablar de la Pantoja y la Esteban, se ponen a comentar indignadas la actualidad de la corrupción patria. ¡Increíble! La conversación oída esta mañana en la cafetería del HUCA vendría a ser algo así: – … y ese cerdo, amigo del rey. – ¿De cuál? Como ahora tenemos dos… – ¡De cuál va a ser, del Juan Carlos, del viejo! – Pues seguro que el Felipe también es amiguín. – Claro boba, eso fijo… A lo que iba, pues ése, que parece una mosquita muerta, y ¡hala, a gastarse les perres de todos en masajes filipinos! – Menudo cabrón. Como les perres no eren de ellos… Seguro que iban todos de putas juntos, de fiesta… «¡pago yo!» «¡No, esta ronda de mi cuenta!» – Unos hijosdeputa. Y el Rato, con esa cara de buenín que tiene, de mosquita muerta, el peor. A saber qué servicios pediría. – Ufff, ni me lo mientes… ¡dame un ascu! – Oye, y un masaje filipino, ¿en qué consiste? – ¡Aylaviiirgén! Pregúntesme a mí como si yo lo supiera… – Jajajajajajaja… Oye, nunca se sabe, que a veces yes un pozu sabiduría. – Pregúntaselo al «Estoporno» esi, a ver… (Llegadas a ese punto, me da la risa, me oyen, me ven, dejan de hablar, me miran, me hacen una radiografía de arriba abajo en plan Terminator, y vuelven a lo suyo, ahora ya cuchicheando… Cagonrrós, ahora me pierdo el resto. Me quedo con «Estoporno» porque con el apellido así los masajes filipinos cobran mucho más sentido. Mierda, se me cayó el marcapáginas, ya no sé por dónde iba leyendo…)
17 de octubre de 2014
Hip! Hip! Hoo… RAE!!
Desde el spa envió un tuit indicando la subida del euribor aprovechando la opción del wifi gratuito. La birra olvidada, la observa mientras intenta no externalizar esa impostada positividad de coach mileurista. Se acuerda ahora de aquel amigovio blaugrana que se inyectaba bótox en la frente cada mes y medio. Tan sólo era un estúpido cagaprisas con el pelo enrulado, enganchado al pilates, amante ficticio de la multiculturalidad y obsesionado con congelar el pescado fresco nada más llegar a casa por culpa del maldito anisakis. Presumía de haber hecho un cameo en la precuela de «Star Wars», de haber conseguido un jonrón en su primer año en la universidad de UCLA… Nadie podía llegar a imaginar que acabaría siendo el primer europarlamentario del establishment en cometer un feminicidio. Ya no podrá cajonear más. Aún no lo sabe, pero en la cárcel será el primero en apuntarse a batucada. Compartirá celda y risas con un famoso hacker…
22 de octubre de 2014
Pues resulta que hacer zapping es sano y nutritivo. Ayer noche, parada en Cuatro; emitían un programa llamado «Adán y Eva», pura pedagogía activa con bífidus activo, alegato en favor de una enseñanza pública de calidad, no de la que ya existe, sino de la que sería necesaria. Deja clarísimo el programa que hace falta más profesorado. «Adán y Eva están en el primer fascículo de la Biblia», soltaban aquellos seres lampiños en pelota picada. Ése es el nivel. Si otro día, por casualidades cabronas del zapping, vas y ves un rato de Gran Hermano, más te parecerá estar inmerso en un congreso sobre el existencialismo cristiano de Kierkegaard… («¡Qué va, qué va, qué va!» podréis llegar a pensar, pero no, esa consigna ya está más que leída.)
¡EL HORROR! Propongo, desde mi humilde púlpito, un nuevo título para ese «rialiti chow», «Chonis y Canis en Bolas, sin Pelo y sin Neuronas, en una Isla Desierta contra la Cultura General, sin Follar, pero Pensando Constantemente en Ello.» Pelín largo, sí, pero más aclaratorio, de una semántica más directa. ¡Qué bonita es la Alhambra de Córdoba, joder!
Venga, Jarvis, cántanos ahora aquélla que decía, «she came from Greece, she had a thirst for knowledge…»
Seguro que todavía queda gente rara en este mundo que no sabrá quién es David Robert Jones, el Duque Blanco… Y no sé vosotros, pero yo me acuerdo perfectamente del momento exacto en el que supe de la existencia de David Bowie. Sábado 24 de mayo de 1975, el día antes de mi Primera (y casi última) Comunión. Mi primo Pablo, que de aquella trabajaba en un barco mercante y viajaba por todos los mares y océanos conocidos y, lógicamente, conocía muchos, muchísimos países, había venido a participar de la supuesta celebración familiar.
Ahora estamos almorzando en familia, riéndonos de los chistes escatológicos que mi abuela Sagrario tenía a bien contar en cuanto tomaba dos copitas de anís del Mono. Mi primo se levanta a poner música – llevaba siempre consigo un estéreo enorme; yo podía pasarme horas y más horas muertas admirando aquel armatoste de hipnóticos altavoces del que salían sonidos desconocidos por mí hasta entonces (“¡Esos jipis! ¡Bajai ese volumen, gonmiputamadre!”, que decía mi padre) – y regresa con la carátula de una cinta en la que se ve a una persona de pelo rubio, largo, con la expresión como perdida en un punto del infinito, la cabeza inclinada hacia la derecha, la nuestra, y las manos sujetando la cabeza tal que parece que se le puede caer en cualquier momento si las aparta.
Chago, mira que tía más buena – le dice mi primo Pablo a mi padre.
Pues sí, guapa sí es… Aunque yo las prefiero morenas – contesta mi progenitor tras coger la foto con su mano derecha y observarla con atención.
¡Jajajajajajaja! ¡Serás bobo! ¡Es un tío!
¡Gondiósbendito! ¡Ya no se distinguen los hombres de las mujeres, joder! ¿Cómo iba a saber yo que era un maricón? Si es queeee…
¡Jajajajajajaja! Pues es David Bowie, un cantante inglés, ese que estás oyendo ahora…
Y mientras los oriundos de la casa estamos escuchando “Changes” sin tan siquiera saber que se trata de esa canción, y sonándonos a todos el inglés como un simple “guachiflí, guachiflú”, me apresuro a coger de la mesa la foto de la portada del “Hunky Dory” y me la quedo mirando completamente absorto mientras los demás siguen discutiendo en aguda armonía.
Al día siguiente, mientras el cura se acercaba a mí repitiendo a cada niño esa inútil letanía que reza “el cuerpo de cristo”, no dejaba de sonar en mi cabeza “Queen Bitch”, y cuando Don Damián me metía la hostia en la boca, yo estaba en el estribillo, “chisouchuichy…”, que fue lo que salió de mi boca como un susurro antes de decir “¡amén!” Y así fue transcurriendo mi mañana, con mis tripas elaborando las más sutiles melodías que el ayuno puede componer a la espera de los ansiados churros con chocolate, y con esa canción de Bowie dando vueltas sin cesar como un satélite soviético en la órbita de mi cerebro.
¿Mi cerebro? ¿Alguien ha mencionado mi cerebro? A día de hoy, todavía me pregunto si habrá vida en Marte o no.
(ODA A LOS 100 METROS LISOS CON ESPECIAS, SUSTANCIAS Y UN ALIÑO FINAL DE CORRUPCIÓN)
Si tú me dices Ben,
yo digo Johnson.
No hay Tyson
que por bien no Gay.
A quien Pietro se la dé,
San Pedro se la Mennea.
No hay Jesse
que por bien no Owens.
No dejes para Marlene
lo que puedas hacer Ottey.
Aunque la Florence se vista de seda,
Griffith-Joyner se queda.
A cada Carl
le llega su San Lewis.
Por la Linford
muere el Christie.
Más vale Usain en mano,
que Bolt volando.
Quien Marita te quiere,
te hará Koch.