AGUJERO SOBRE ARENAS MOVEDIZAS

puebla-de-aguilardesde este agujero
el tiempo
y la vida
se muestran
inversamente proporcionales
a la rotación
cansina
de la misma tierra:
¿no los veis?
son los ancestros
que nos escupen
airados
desde un más allá
oculto por enjambres
de nubes clónicas
y aburridas;
sois unos hijos
de puta
nos gritan
y nosotros
pasamos de largo
sin disponernos
siquiera a acercar
nuestros ojos
ya viejos
y doloridos
al vacío eterno
al que nos invita
este puto agujero

ies-monte-narancoel momento:
tus aficiones
no son más
que su supervivencia;
quizá sea la genética
que nos obliga
a ser y palidecer
sobre aceras secas
quietas;
ya nadie se acuerda
de las arenas movedizas:
ningún héroe de antaño
cae atrapado en ellas
y en este aire
en el que respirar
aburrimiento externo
me hablan ahora
desde la lejanía
(de otro CD más del método)
de los jardineros guerrilleros
y yo pienso:
tus aficiones
tan sólo suponen
su mera supervivencia
porque las arenas movedizas
ya no existen
y las aventuras
las pagan quienes pueden
no quienes se las trabajan

PEOPLE ARE PEOPLE

img_20160816_235218people are people:
caminantes blancos
en escala de grises
nunca preguntan por la hora
si se alejan de la luz
y bromas de verano
de agosto
de helados y agua fresca
de horas que asesinar
sin amén
sin brillo
de carteras
en fila
repletas de ganas
absurdas
de normalidad cromática:
dios salve
al rey sol
y a las nubes
sus concubinas

joselfie-llanes-agosto-2016dirigibles

abatibles:
de verano
cielos
carentes
de nubes;
la distancia
en rojo
y mi mente
está aquí
siempre viajera
volando hacia
lugares
que desconozco
porque me da
la republicana gana.

EL INFIERNO DEL ENTENDIMIENTO

cremepuerta
creme
crematorio de vidas
que vivieron
felices ahí adentro…
o quizá no:
un infierno
de muerte diaria
y resurrección nocturna
cuando los demás duermen
y tú
marchita y podrida
abres una ventana
para respirar mundo:
vida de ojos abiertos
de valles mineros
allá a lo lejos…
o quizá no
porque diste vida ahí dentro
y la respuesta fue plena
de cariño
de amor por esa especie
que seguimos
perpetuando indecisos
sin que nadie aún
nos haya podido preguntar
el porqué de tanto desatino…
o no:
que el suelo nos sostiene
porque simplemente
no encuentra
nada mejor
que hacer.

abierto-llaneshace años
lustros quizá
estaba abierto
y la gente
con sus monedas
que brillan
en la oscuridad
del entendimiento
económicamente errado
se adentraba
en mi negocio
y acariciaba mis productos
en aquella inmensa orgía
del tema
y su plusvalía;
hoy no respiro más
desde una puerta
que ya nunca se abre:
el negocio del negocio
el suicidio asistido
de aquellos objetos
que me pertenecían
y que hoy
por sudor acondicionado
se estrellan cada hora
contra paredes movedizas
que ni una brisa
de aire redentor
dejan siquiera pasar:
menos mal
que sigo contando
en simétricos montones
monedas que en su día
fueron felices
y de curso
legal

VIAJES AL FONDO DEL ALSA – LAS MICROAVENTURAS DE INDALECIO, EL CONDUCTOR – PARTE X – L’ENTREPRENEUR

Y subió al alsa aquel día tan típico de orbayu veraniego astur un chico muy salao y con un aspecto harto saludable, de los de mejillas coloradas y perenne sonrisa profidén. Provenía de ese pequeño país escandinavo que es conocido como Islas Feroe, municipio de Vágur en la isla de Suðuroy, la más meridional de todo el archipiélago, e iba acompañado de un autóctono de esos que hablan demasiado alto e intentan utilizar el pretérito perfecto compuesto a la mínima ocasión sin tener ni puta idea de cuándo se debe usar adecuadamente, como por otro lado es costumbre en Asturias: “ayer he comido verdinas con langostinos.” (Pues chachi pa ti, chaval.)

Los dos visten como si fuesen a una larga expedición al Aconcagua, y portan mochilas de esas que van a reventar de llenas y con todo tipo de objetos colganderos que van realizando diferentes coreografías según lleven ambos el paso. Las han dejado en el maletero, como es lógico.

– Dos de ida a Llanes, por favor.

– Son 21, 70.

Y se sientan juntos justo detrás de Indalecio.

– Adoro a Warren Buffet y a Bill Gates, donar ese 99 por ciento a la caridad me parece sencillamente espectacular.

– ¡Qué grandes son, sí! Eso necesita el mundo, emprendedores como ellos.

Indalecio hace una mueca y sube acto seguido el volumen de la radio, sintonizada siempre en Radio 3 cuando es él quien está al mando. No soporta Indalecio la indolencia de esos seres humanos que sufren pasivamente, y no precisamente en silencio, de esa condición que él denomina de manera muy personal como “magnatismo” (esa manía suya de mezclar palabras como recurso semántico para ajustar definiciones.) «Y lo que nos queda con la puta LOMCE y esa mierda de la iniciativa personal y el emprendimiento. ¡Cómo si no supiésemos todo que casi siempre ‘emprendedor’ no es más que un eufemismo para ‘explotador’. ¡Putamierda!», piensa para sus adentros Indalecio con el gesto ya pelín contrariado mientras va enviando miradas fulminantes por el retrovisor a esos dos pipiolos. Al menos desde el dial parecen comprender su presente inmediato y parecen insuflarle algo de ánimo… “¡Ánimo, valiente!”

PENSÉMOSLO ANTES

Al acabar el concierto nos fuimos de allí. Había demasiada gente, gente que apuraba su superávit de adrenalina a base de más y más tragos de mezcla de refresco de cola – cualquiera servía – con una bebida alcohólica destilada. El ambiente olía a marihuana, podías respirar su aroma a cada paso que dabas. Teníamos hambre; teníamos sed… y también miedo, porque el calor y la humedad obligaban a la rápida descomposición del pobre Julio, que yacía cadáver dentro del maletero del BMW de Carlos. ¿Por qué cojones se tenía que haber muerto así, tan repentinamente, cinco horas antes del concierto, cuando estábamos tranquilamente en Llanes preparándonos para un viaje hasta Gijón a presenciar el que luego sería el conciertazo del año…?

Ocho horas antes del concierto

chiinguito playa de BarroEn la playa de Barro, al menos unas siete familias almorzaban pollos asados en el chiringuito. A pesar de ser ya el noveno día del mes de septiembre, el calor abrasaba con vehemencia, ayudado por la ausencia de nubes, que permitían al otrora (otrora querría decir en este caso ‘agosto’, el mes traicionero por excelencia)… como iba diciendo, la falta de nubes que permitían al otrora desaparecido Lorenzo desplegar zalamero todos sus recursos aduladores. Teníamos hambre, pero no disponíamos del suficiente dinero para matarla. Un poco de cerveza engañaría gentilmente a nuestros protestones estómagos. ¿Algún porro? No,  no merecía la pena, que eso solo serviría para aumentar la intensidad del hambre. Nos conformaríamos con “alimentarnos” olfativamente con aquel aroma de pollo asado que otros podían gustosamente manjar. Julio sí podría, si quisiera, porque Julio era de los pijos, aunque de aquellos que viven en un estado de constante autoafirmación (no sé para qué, la verdad, porque si la vida te ofrece algunas ventajas deberías aprender a utilizarlas en tu propio beneficio. Joder, que nos estábamos muriendo de hambre y aquel cabrón sólo tenía que acercarse a Llanes y sacar unas migajas de cualquier cajero automático. Pero no, el puto orgullo de clase, de anticlase, de vaya usted a saber qué pajas mentales de las múltiples que poblaban la mente del que se había educado interno con los jesuitas… se me olvida por momentos que está muerto y ni eso soy capaz de respetar). Julio nadaba Ballet Dancers on the Beach from the 1930s (2)contra las olas. Julio se fumaba un peta… y otro a continuación. Vuelta a la natación. Una rayita de coca, otra de speed… Pero nada de esa nouvelle cuisine con la que en ocasiones nos daba bien la paliza. Hablemos un poco del concierto, pues. Qué poco faltaba ya, y qué poco avanzaba el tiempo, ese hijo puta que siempre va en primera cuando mas necesitas su velocidad punta. Venga, ahora una siesta tumbados boca abajo sobre la toalla, pero corta, que a ver si se nos va el santo al cielo y nos perdemos el concierto. Julio que ronca. “Que raro”, pienso yo tomando en consideración toda la coca que se había metido aquel prototipo de ser anormal en tan corto intervalo de tiempo. Carlos también duerme, pero eso en él es lo habitual, sobre todo si vamos de doblete. Me prometo no caer; me siento; me vuelvo a tumbar, esta vez boca arriba; alucino con las nubes que acaban de llegar de allende los mares y sobre todo con sus formas, hasta llego a adivinar la cara de Cate Blanchett haciendo el papel de Elizabeth I de Inglaterra… Seguro que las drogas no ayudan, y eso que soy el más recatado, el que más se corta a la hora de meterse. Ha llegado la hora de probar la fría agua del Cantábrico. Eso sí que será un buen despertador. Salgo corriendo y tiritando tras dos minutos de intenso chapoteo y ardua lucha contra las olas. Me refugio en el calor de la toalla. Sonrío al darme cuenta que una familia que acababa de irse se había olvidado La Nueva España. Me apetece mucho leer todo lo que cuenten acerca del concierto, y miro el reloj casi instintivamente. Cinco horas de cuenta atrás.

Cinco horas a. de C.

Julio ya no ronca, aunque yo ni me doy cuenta de ello. Sencillamente, leo lo que en el periódico me cuentan sobre Manu Chao. Estoy recordando aquella memorable actuación de Junio del ’90 en El Parque del Piles. Eran otros tiempos; yo estudiaba, y Manu era eManu Chao directo Gijón 1990 - El Pilesl líder de Mano Negra. Hasta fotos tengo de aquel glorioso día… pero Julio ya no roncaba, y Carlos se acaba de despertar, me dice que se va a dar una reparadora ducha allá al fondo de la playa. “Vale”, digo yo. “Despierta a ése”, me dice él. Pero todavía espero un par de minutos para así terminar de leer aquel interesante reportaje. Cierro la Nueva, y ya me dispongo a despertar a Julio, que, como ya se sabe, no despertará más. Mantengo la calma y espero que llegue Carlos de la ducha. Sólo pienso que el hijo puta de Julio puede que nos acabe de joder el concierto del año, lo que tantos días llevamos esperando tan ansiosamente. No es justo, y como así lo decidimos Carlos y yo por unanimidad,  llegamos a la dura aunque lógica determinación de seguir adelante con lo que ya estaba planeado. Muy sencillo, Julito al maletero; mochilas en los asientos de atrás, y camino hacia Gijón, que la playa de Poniente nos estaba esperando (además, Julio seguiría estando muerto al cabo de unas horas, así que…).

Nada más justo que reconocer, ahora, con la mente ya fría, que el pobre Julio no tuvo la culpa de los hechos que paso a relatar a continuación. Era domingo, nueve de septiembre, día posterior al día de Asturias. Estábamos en Llanes… primera retención de tráfico de camino a Gijón: fiestas en Arriondas. Veinte por hora; parados; otra vez veinte por hora; de nuevo parados, y así desde cinco kilómetros antes de Arriondas hasta Lieres… La autopista nos liberó de aquel calvario. Pusimos el BMW a 140 a las once menos cinco. El concierto había comenzado a las nueve y media de la noche. Nos mirábamos Carlos y yo, y sin decir ni palabra sabíamos en aquellos momentos que Julio tenía la culpa de todo aquel desastre. Suya había sido la idea de ir a Llanes el sábado anterior por la tarde. Nos había convencido vilmente, y ahora, no sólo estaba muerto, sino que nos había jodido el concierto de nuestras vidas, el concierto del siglo. Nos habría encantado que estuviese con vida en aquel momento, porque así podríamos haberlo Manu_Chao_concert_xixonmatado con nuestras propias manos. Aún pudimos disfrutar de tres cuartos de hora de Manu Chao. ¡Tres míseros cuartos de hora! Sí que al menos habíamos tenido suerte para encontrar aparcamiento cerca de la playa de Poniente. Incluso Julio había disfrutado de Manu desde la oscuridad del maletero del BMW de Carlos, porque dicen que los muertos pueden seguir oyendo unas horas después de haber fenecido… Qué más da ya. Tras cuatro horas de atascos, de retenciones, de acumular adrenalina dentro de un estómago vacío de comida… pues eso, no se nos ocurrió nada mejor que hacer que tirar al imbécil de Julio por el acantilado que está donde el Elogio ese del Horizonte. Es que yo había leído una vez en el periódico que allí se había suicidado una chica, por las notas creo recordar. Y nos pareció una buena idea para quitarnos literalmente el muerto de encima. Como íbamos a saber que tenía el rollo ese de la narcolepsia. Para ser sinceros, inspector, yo no me considero un homicida… Hombre, involuntariamente sí que podrá parecerlo, pero jamás habría hecho algo así de forma consciente, y creo que Carlos tampoco. No conocíamos tan bien a Julio como sus padres quieren hacerles entender… ¡Qué se yo, joder! Si lo único que me sigue jodiendo hoy en día es no haber podido ver todo el concierto. Venga, estoy ya muy cansado, dígame donde tengo que firmar… Aquí… Vale, de acuerdo. No, no hace falta, de todas formas, eso teníamos que haberlo pensado antes, que Julio está muerto, por el amor de Dios…

VIAJES AL FONDO DEL ALSA – PARTE XXXIX (DEATH OR GLORY / NUNS, NUNS, REVERSE, REVERSE!)

20 de agosto de 2015

¡Cómo fastidia madrugar un día de agosto! Todo sea por mi hijo mayor, Martín, que tiene que ir a la dentista para que le quiten los brackets dentales metálicos, ¡por fin!, para cambiarlos a posteriori por unos alineadores transparentes, de ésos que parecen los protectores bucales de los boxeadores. ¡Si le está quedando la dentadura que parece una estrella yanqui de esas del cine, de las que gastan dientes mas falsos que un billete de veinticinco euros! Alsa de Llanes a Oviedo. En la estación subimos siete viajeros y dos viajeras. “Un viaje plácido”, pienso yo con ilusión, “igual hasta podemos echar un buen pigacín de hora y pico…” Celorio, para el alsa, Martín me da un codazo, “Papi, mira”, me dice señalándome la ventanilla a su derecha. Mis ojos se abren al instante como queriendo salir de sus propias órbitas: una horda de mujeres mayores, de entre 60 y 80 años, se agolpa frente a la puerta de entrada del autocar, ¡van a subir! Lucen todas un corte de pelo similar, corto sin pretensiones estilísticas de ningún tipo (me viene a la mente aquel sketch de Vaya Semanita, el de la peluquería abertzale, y pienso que también debería haber una peluquería para que todas estas mujeres puedan cortarse el pelo de la misma manera, lo cual, por pura lógica, me lleva a deducir que son ¡monjas! Pero monjas seglares, sin hábito alguno, aunque no es necesario para ir vestidas como tales.)

Las cuento, una, dos, tres… ¡treinta y cuatro! Adiós siesta, goodbye peace; mi cara compone cientos de poemas aceleradamente, pero soy un tío cabal, y sé que si no conduzco (ni carné de conducir tengo siquiera), tengo que conformarme estoicamente con lo que el transporte público me pueda llegar a deparar. Tras unos diez minutos de ir pagando un billete tras otro al conductor (van todas para Oviedo, ¡maldita sea!), se van sentando con regocijo y alboroto, el justo y necesario tratándose de siervas del Señor. A mi izquierda se sientan dos, al lado de la

That would be an ecumenical matter!!

That would be an ecumenical matter!!

ventanilla la Hermana Federica de unos 45 años, y en el asiento que da al pasillo una Hermana ya veterana, curtida y ducha en las duras batallas por el poder que en un convento puedan surgir; terminaré el viaje sin conocer su nombre. Se sientan ambas con un gesto la mar de serio. Arranca el conductor (que nos deleita con un CD que va de Melendi al Chica Loca de Paquirrín pasando por alguna Fitofitipaldiada – no las distingo, son todas iguales – o temas histriónicamente estúpidos que no dejan de decir una chorrada tras otra). Yo me dispongo a escuchar mi música para lo cual extraigo presto mis auriculares de la mochila, no quiero que mis oídos sufran. Cuando estoy a punto de introducirme el auricular izquierdo en el correspondiente pabellón auditivo, habiendo ya seleccionado antes a los Sleaford Mods, algo me interrumpe:

  • Se lo vuelvo a repetir, hermana Federica, ¡aquí vinimos a gozar de Nuestro Señor, no a odiar!
  • Lo sé, lo sé… Le pido disculpas.

Por descontado que esos auriculares regresan ipso facto al interior de la mochila. ¡Que le den a la música basura que aturulla el interior del autocar, que esto se pone la mar de interesante! Aprieto el botón de espía, ése que te abre las orejas incluso más allá del diámetro aconsejable por la ciencia humana, y me dispongo a disfrutar de una obra de teatro de carácter sacro ¡para mí solo!, si es que soy un privilegiado, joder.

No les faltó a las dos hermanas tema sobre el que comentar, dar su opinión, casi siempre con bastante mala hostia, como si estuviesen enfadadas con todo el mundo (no sé, igual hasta lo están y todo, porque la falta de sexo suele provocar mala baba, pero eso es mucho aventurar, ¿cómo puedo saber yo si les falta sexo o no? Ay, que no se puede ser presuntuoso, Jose… Bah, prosigamos, que se escapa el hilo, y no me refiero al musical, una pena.)

  • Que se lo digo yo, Hermana Federica, que da igual lo que el Santo Padre diga o deje de decir, que eso no es natural, que mucho se reían de aquello que dijo ana Botella de las peras y las manzanas, pero tenía razón, que lo que no es natural no es natural, y así nos lo dice la Biblia.nuns-6-2-630x294
  • Ya, si ya lo sé, pero es que…
  • Ni peros ni nada, Hermana. La familia tiene que ser el padre, la madre y los hijos; fuera de eso, no existe nada más.

(¿Natural? Ah, ya lo entiendo, lo natural es lo de la serpiente, lo de quedarse embarazada siendo virgen… )

  • Y lo que le estaba contando, hermana Federica, que va y me dice mi sobrino Julián que no va a bautizar al niño. ¡Qué disgusto, qué disgusto más grande! Ya le dije yo, que callada no me quedo nunca, “podrás hacer lo que quieras aún sabiendo que estás equivocado, pero ya me encargo yo de dejarlo todo bien, en su sitio, que voy a rezar cada día por ti y por ese niño abandonado a su suerte, sin dios al que rezar.”
  • Ya, ¿por qué será que ahora mucha gente no bautiza a sus hijos?

(Ya, mira que es raro el hecho en sí mismo, con lo de fiar que ha sido siempre la Iglesia Católica. Yo no lo entiendo tampoco, no, no… )

  • Y esas colas para la cocina, hermana Federica, con familias enteras que pasan hambre, sin un pan que echarse a la boca, y el Rato ese alardeando de opulencia ahí, en Gijón, después de haber robado todo lo que robó. A ése sí que lo tenían que meter en la cárcel, y no a esos pobres padres que roban por dar de comer a sus hijos.
  • Estoy de acuerdo, el perdón ante el señor, pero que paguen ante los hombres por todo el mal que están haciendo, con tanta avaricia, tanta soberbia…

(Vaya, no sigan por ahí Hermanas, que cualquier día cae implacable sobre sus cabezas la Ley Mordaza…)

  • Ay, mire, Hermana Federica, toda esa juventud descarriada, a DESCENSO SELLA 006.JPGdisfrutar sin límites de todas las tentaciones que les ponen delante de los ojos. (Estamos ahora en un embotellamiento a un kilómetro y medio para llegar a la rotonda que lleva a Arriondas, por un lado, y a Cangas de Onís, por el otro. Las Hermanas están observando como miles de personas están llegando al recinto donde se va a celebrar el Aquasella, un festival de música electrónica que atrae a miles de jóvenes venidos de muchos lugares. Algunos rostros, a pesar de lo temprano de la hora, ya denotan una perfecta mímesis con el evento.)
  • Ya, con lo sanas que son esas concentraciones mundiales de la JMJ, juventud comprometida con la fe cristiana, como tiene que ser.

(Estoy de acuerdo. En las dos últimas, Río de Janeiro y Madrid, casi se agotan los condones en las farmacias, y eso es sano, muy sano, siempre con protección… )

  • A ver… ¡A ver! Sí, sí, Hermana Virtudes, que ya estamos a 25 kilómetros de Oviedo… Sí, sí, vayan a esperarnos a la estación. Todo muy bien, sí, sí, salió todo muy bien… Sí, claro, ya se lo venía diciendo yo a la Hermana Federica, que no se puede vivir del odio, que aquí sólo estamos para gozar de Nuestro Señor Jesucristo – Habla a través de un teléfono móvil de aquellos Sony de los primeros dos mil. Predicando con el ejemplo de la austeridad. En cambio, la Hermana Federica se gasta un i-Phone 6 con carcasa celestial a juego y todo. Dos modos diferentes, y el odio, ¿qué coño pasará con el odio?
  • Ya le dije que llamara desde el mío, que en ése se oye fatal.
  • Ay, Hermana Federica, ¡que Dios la perdone, que tiene usted mucho apego a ciertos bienes materiales!

Y llegamos a Oviedo, a la estación. Martín logró dormir una hora larga; yo, en cambio, me lo pasé bien con la representación, una obra costumbrista, entretenida, plena de diálogos ágiles y con dos actrices muy buenas, muy versátiles. Faltaba un final con sorpresa para redondear la obra. Sale delante de mi hijo, las Hermanas y yo una chica llena de tatuajes, piercings, pelo corto, una camiseta de Bikini Kill, y nada más bajar el último escalón, con la Hermana Federica a su rebufo, da un salto y cae en los brazos de otra chica que la está esperando. Empiezan a besarse con una pasión demasiado extrema para los ojos poco acostumbrados de las Hermanas. Martín y yo nos miramos, las Hermanas lívidas, sin color ya en sus labios. Sonreímos y nos dirigimos a la salida, que ya es casi la hora de la cita con la dentista, no sin antes escuchar, “Ay, Dios mío, este mundo está perdido, Hermana Federica, ¡perdido!”

Aceleramos el paso mientras, sin saber ni cómo ni por qué, a mi mente llega “Death or Glory”, de los Clash… he who fucks nuns will later join the Church… (¡Vaya bien que silbo, rediós!)

VIAJES AL FONDO DEL ALSA – PARTE XXXVIII (MURPHY ON THE BEACH)

No me cabe la menor de las dudas existenciales, Edward A. Murphy Jr., ése de la ley tan manida y tocapelotas no es más que un hijo de la gran puta que siempre te va a joder en el momento más (o menos, vayan ustedes a saber) oportuno. 

Todo lo que puede suceder, sucede.

Tarde perfecta de playa, en la de Poó, una auténtica maravilla de la Naturaleza, cual capricho divino si la misma divinidad se dignase siquiera a existir. Marea alta, baño en un agua a una temperatura espectacularmente ideal (al menos para los parámetros del mar Cantábrico), ducha fresca para eliminar la sal, secarse dando un paseo por la orilla, llegar a la toalla, sacar el libro que estoy leyendo, «Antigua, Penny, Puce» de Robert Graves, abrirlo por la página que vas sacando con tiento el marcapáginas y…

  • Papi, que me cago, tengo que ir rápido al baño…

Zafarancho de combate, calzarse a toda prisa sin quitar la arena, coger raudo la cartera, también el móvil y subir a toda mecha a La Farola. Mientras el niño evacúa, pido una cerveza y aprovecho el Wi-Fi para ir leyendo algunos blogs amigos… Claro, eso sucede hasta ese momento en que conversaciones ajenas de mesas cercanas llaman mi atención, dos en concreto. Una familia inglesa, padre y madre de unos cincuenta años, niña de catorce o quince y guaje de doce o trece; acento ultra-mega-posh, tanto, que si cierro los ojos me parece estar ante un episodio nuevo de Downton Abbey.

  • This is an astounding piece of a beach, dice el padre.
  • It is indeed, la madre ahora.
  • But Oli doesn’t like beaches at all, dice la hermana mayor refiriéndose a su hermano pequeño.
  • Yes, I do! You liar!, responde Oli profundamente ofendido.

Silencio.

  • I only need two things to go to the beach, and those are my towel and my book, prosigue el bueno de Oli en su argumentación a favor de la playa. Sabe que su hermana intenta fastidiarlo, como es natural entre hermanos y hermanas que se llevan bien. 

De repente, otras dos familias atraen mi atención, mis orejas se «dilatan» todavía más. Una es de Canarias, la otra de Alicante; edades similares y ambas con dos hijas que rebosan adolescencia de esa nueva que no te permite levantar la vista de tu móvil. Lo que a continuación paso a transcribir es verídico, que estos oídos bien engrasados lo escucharon con toda la sorpresa ambidiestra del Sistema Solar.

  • Alucinada me quedé al ver esta playa.
  • Sí, es que Asturias tiene de todo, es la mar de bonita.
  • Y se come… ¡Vaya cómo se come! – Hablan las dos mujeres cuando en este mismo instante interrumpe el señor canario.
  • Lo único lo de la sidra, que ayer la pedimos para cenar y nos la trae el camarero y nos dice que si nos echa un culín. – Las niñas se ríen con ganas al recordar ese hecho.
  • No veas la risa que nos dio, porque pensábamos además que al pedir sidra nos iban a traer sidra El Gaitero, pero no…
  • Nosotros la preferimos al cava, sin duda alguna, interrumpe el señor alicantino.
  • ¡Dónde va a parar! ¡Ni comparación! Y ahora, a ver quién le compra cava a esos catalanes.
  • Ya. Nosotros tenemos unos amigos en Vilanova, la de Vilanova i la Geltrú (gran aclaración, pienso yo)
  • Nosotros no pensamos ni acercarnos por allí.

Silencio.

  • Pues a mi mujer se le pegan los acentos con una facilidad, cosa fina, vamos, ¿a que sí, cari?
  • Sí, sí, responde presta la alicantina. Venimos de Galicia y ando todo el día que si carallo p’aquí, carallo p’allá, y ahora no hago más que decir «ho», que si «vamos, ho; coge la toalla, ho…» Si es que tengo una facilidad…
  • Ya te digo, le dice sorprendida la canaria.

En plena vorágine estereotípico-festiva, aparece mi hijo pequeño, «Papi, que ya cagué, ¿puedo comerme un helado?», como si tuviese que reponer ipso facto todo ese peso que acaba de perder. «¡Que no, que ya comiste dos ayer! ¿Tú crees que los helados caen de los árboles? Pues eso. Anda y baja pa la playa, vamos, delante de mí.» Y como la mar estabacomo una auténtica balsa, bajamos a la arena y nos fuimos directos a nadar un rato, que la ocasión lo merecía, ho, carallo, indeed… Una de las veinte versiones que puede tener un día de playa, de los buenos de verdad.

In conclusion, we both did us a solid, a swimming one…

VIAJES AL FONDO DEL ALSA – PARTE XIV

26 de julio de 2014

¿Al fondo? ¿De verás? Va a ser que no. Cuando viajas en ALSA con tu familia en trayectos inter-regionales, los billetes vienen con sus correspondientes asientos numerados.
Parte intermedia, pues.
Viajamos a Llanes tras pasar gran parte del mes de julio en Cacabelos, mi pueblo. Nunca llegas a desconectar del todo puesto que la respiración sigue ahí y la sientes. Estamos llegando. 26 de julio. Fiestas de la Magdalena en la villa llanisca. Mis hijos miran al cielo. ¡Pum! Dos minutos y ¡pum! otra vez. Voladores (en mi pueblo los llamamos bombas). Miro a mis hijos. Sonríen. Miran felices al cielo, ese cielo despejado, de vacaciones, que sólo les va a traer sonidos de fiesta, de verbena.

stop-bombing-gaza_0002
El cielo no es el mismo en todos los lugares, ni todos los niños levantan la mirada hacia él con la misma ilusión. Es en ese momento en el que el cielo se junta con la tierra, con estruendo y muerte, cuando aprendes que el cielo puede ser vehículo de asesinos, de genocidas… No, no puede ser que hayan tenido padres, madres, educadores que les hubieran dicho «¡eso está mal! ¡eso no se hace!», tan simple de comprender, tan difícil de cumplir. No deben tener tampoco hijos o, si los tienen, se ve que nunca les miran a los ojos, les acarician el pelo y hablan distendidamente con ellos sobre temas, unos banales, otros no tanto, que se puedan tornar trascendentes ante lo inexplicable.
«¿Por qué?», te preguntan. Silencio. Piensas una respuesta que quizá sean capaces de comprender… «No lo sé, la verdad…Puede que tan sólo se sientan superiores a los que no son como ellos y que no les importen ni sus vidas ni sus muertes.»
Mañana hará sol o puede que esté nublado… o vaya usted a saber. Sobre Gaza seguirán lloviendo misiles infames cargados de muerte y vergüenza, y más personas, más niños seguirán siendo asesinados mientras en el bar nos pedimos otra caña…

(Mi amigo Giles Stogdon ha hecho este montaje con fotos de Gaza y una canción de Christy Moore, How Long. Que los medios no lo den no quiere decir que no suceda.)