INDALECIO, EL CONDUCTOR DE ALSA Y EL POETA PATÉTICO: LA NUEVA POESÍA

– No sé, Indalecio, yo no lo veo nada claro.

– Pero si tú les das mil millones de vueltes a esos manguanes que dicen que son poetas.

– Joder, ye que ye acojonante todo lo que venden, esa cantidad de seguidores, de seguidoras talibanes que hasta “matarían” por defendelos… Asusta que la poesía se haya convertido en eso…

Otro culín de sidra, marca Peñón, que es la que el camarero les recomendó nada más entrar a esta nueva versión de la legendaria sidrería El Ferroviario de la calle Gascona, ese Bulevar de la sidra siempre tan poblado de turistas como querido por la gente local. Indalecio y su amigo, el Poeta Patético, se reúnen tras unos meses sin verse, unos tiempos tan aciagos de compañía mutua como llenos de mensajes, fotos, GIFs y vídeos compartidos por whatsapp, las típicas chorradas de las nuevas formas de comunicación entre humanos, vamos.

– De la que abrí el Instagram, que me lo aconsejó una amiga, Luci, ya sabes, la del molino, la del pueblo… si, ho, no me jodas, que te la presenté hace ya un par de años… pues eso, lo normal, que me llegan peticiones pa seguime, y de aquella me fijé en un chaval que tenía una cuenta, algo de el verso en un cuerpo o no sé que leches, y yo leía aquello de aquel guaje con faltes de ortografía, una semántica de arrastre y sintaxis casi de los chinos, y me sacaba una sonrisa, por lo pardillo de aquellos amagos de poemas, frases y tal. Pero el muchacho, tras darle un par de likes a mis pijaes, va y deja de seguirme así, de repente. Le mando un mensaje: “oye, que me has dejado de seguir”; me responde, “vaya, ha sido sin querer” y vuelve a facer click… dos días más hasta que vuelve a dejar de hacerlo. Entós voy yo y me pongo a ver ya más detenidamente de qué va su cuenta. Cada vez va siguiendo a menos gente y, por el contrario, a él lo siguen ya miles. Yo dejo de seguirlo también, que uno tiene su dignidad, joder. El guaje, que ye listu como’l rayu, se crea cuentes paraleles y fai como si fuera otru pa darse ánimo y defender a capa y espada toes les babayaes que escribe, ¡hasta una cuenta de clubs de fans, oíste!… Ahora anda escribiendo sus chorraes con imágenes erótico-festivas, que ye muy guay eso y da muchas seguidoras con ansias de romanticismo del más chungueras… “Es muy fácil”, me explicó Luci, éstos empiezan a seguir a gente a saco y luego se van, dejan de seguirlos al poco y así van acumulando y acumulando mogollón de follogüers; eso y que también existe la posibilidad de comprar paquetes de 5000 seguidores o más. Acaban con miles de seguidores, la mayoría son cuentas fantasma, porque no cuela tener tropecientos mil followers y un número de likes nada acorde con esa cantidad. En fin. Luego me da por ir investigando este fenómeno paranormal que responde por “nueva poesía”, y entro en cuentas por ahí a leer, a sufrir como un castrón con kilos y más kilos de mierda pastelera. Cada vez que les comento algo en sus cuentas, ironía y sarcasmo a tope, van y me bloquean… Ése ye el su nivel de autocrítica, o igual ye que saben que son una mierda tan, tan descomunal que yos da vergüenza debatir algo en serio, desde la literatura y no desde eses babayaes que apelan al tan manido amor romántico para carpetas de adolescentes que aún van al instituto. Puro chicle de fresa demasiado azucarado para ser real… Mira, el otru día en la librería Cervantes taba yo buscando algo de poesía que llevarme a los ojos cuando aparece una guaja a protestar, que había pillao del estante de la editorial Frida un par de libros, 1775 Calles, del Defreds ése que tanto vende, y La Rueda, de Alberto Claver, y decía que qué narices era aquel libro de La Rueda, que menuda mierda… y cambiólu por otru. Lógicamente, me compré el de Alberto Claver, que ye muy bueno, no parece de Frida, ni de coña. Imagino que, con lo que ganan con todos esos babayos del amor, luego decidirán publicar a gente buena como Alberto. No sé, Indalecio, creo que voy a dedicarles algo.

– Un día me contaste algo sobre crear una especie de Poeta Patético “influencer”, ¿cómo va eso?

– Ahí voy, camarada. Tengo esto, a ver qué te parece:

EL POETA PATÉTICO «INFLUENCER»

el paro,
la nevera vacía,
una oferta de trabajo,
«buenos dias»
«buenos sean;
serás capaz de escribir
frases de vida,
de esas de influencers,
épicas, míticas,
bonitas?»
«eh!? pero qué hostias…!?
el anuncio decía:
se necesita poeta»
«así es:
posters, postales,
tazas, camisetas…
son tiempos de coaching,
de motivar…»

el poeta Patético necesita trabajo
y se convierte
en poeta «influencer»

«es fácil, busca un nombre
tipo defreds»
«pues deweeds»

(me gusta fumar)
«eeeehhh… puede valer,
por qué no!?
y a crear frases hermosas
(qué más da el compromiso,
verdad? jejejeje)

ya en casa:

1) escribí te quiero
en cada poro de tu cuerpo,
no dormí en toda la noche
y ahora me muero de sueño

2) compré un billete sólo de ida
para el país de tus sábanas

3) con mis dedos recorrí
los límites de tu figura,
no me pude dormir
porque se me puso muy dura

no, no, no, joder,
que se me va la pinza otra vez;
céntrate!

3) bis
con mis versos recorrí
los límites de tu cuerpo,
y ahora soy yo quien esculpe
en tu vida los ‘te quiero’

pues está, enviar…
una cerveza
y ahora sí,
me pongo ya a escribir.

– Jajajajajajajaja. Pues mola, ye dinámico y divertido, y para los recitales, que ni pintau.

Una semana más tarde:

– Joder, por tu culpa estuve mirando por Internet poetas de esos chungos que me comentaste. Vergüenza ajena para repartir entre ejércitos. A estes altures ya nun sé si leen lo que escriben… Imagino que no, que si lo hicieran…

– Nah, lo mejor ye dejarlos. Que la gente escriba lo que le dé la puta gana, no merece la pena ni cabrearse ni nada. Ye como con la música, que hay gente buenísima y luego ves las listas de los más vendidos y ahí está el “Despacito” de los cojones, el fíu del Julio Iglesias, inamovibles. Pues eso ye extrapolable a la música, al cine, a la tele… No hay porque hacerse mala sangre. Cada cual a lo suyo, Indalecio.

– Pero, ¿vas a seguir con el Poeta Patético «influencer»?

– No lo sé, alguna frase escribiré, a modo de crítica irónica, pero a mí me gusta escribir, y no me sale eso… a no ser que sea, claro, desde el cachondeo y la ironía; ahí sí que puede salir algo. Tengo unes frases, a ver qué te parecen. Atento… ¡Que me escuches, hostia, conductor de alsa del pijo!

– Joder, que taba mirando el tenis en la tele, ho… Venga, tira.

1)

Cada vez que leo una frase de vida,

tiro luego de la cadena,

paso la escobilla.

2)

Las chicas lánguidas que ilustran

esos libros de poesía nueva y joven

no eructan, no se sacan mocos verdes,

no se tiran pedos de colores.

3)

Él te regaló rosas y un “poema”;

tú necesitabas perejil y un enema.

4)

Escribí un verso en tu cuerpo

con rotulador permanente,

aquella tarde en la playa

te miraba toda la gente.

5)

Aunque tú eras del Sporting

y yo del Oviedo,

en el Carmín de la Pola

yo te dije “te quiero”

6)

Cada vez que alguien escribe “mi chica”

un tiburón tigre se traga un tetra-brick

de leche desnatada… ya vacío.

7)

Para demostrarte mi amor

te envié un GIF de Chiquito de la Calzada.

Al día siguiente, ya enamorada,

comenzaste a leer a Schopenhauer

con extasiado fervor.

8)

Al querer abrir aquella lata de atún

al natural,

me quedé con la anilla en la mano…

hasta que apareciste tú,

y tu sonrisa fue

el mejor abrelatas.

9)

Su vocabulario era tan, tan rico,

que yo repetía en su boca

cada palabra que desconocía.

10)

De tanto navegar en tu recuerdo,

acabé ahogado en el mar de tu memoria.

– ¿Qué, cómo lo ves?

– ¡Pero como que “out”! ¡Tres cojones, hostias, que dio en el mediu de toda la raya, joder!… ¿Qué decías? Ah, les frases… Tú tira, que todo eso cuela fijo. Vas a ser «influencer», castrón.

– Ya, fijo… pero «influencer» derivado de «influenza», que voy a ser la puta gripe y sus epidemias, jajajajajajajaja…

VIAJES AL FONDO DEL ALSA – LAS MICROAVENTURAS DE INDALECIO, EL CONDUCTOR – PARTE X – L’ENTREPRENEUR

Y subió al alsa aquel día tan típico de orbayu veraniego astur un chico muy salao y con un aspecto harto saludable, de los de mejillas coloradas y perenne sonrisa profidén. Provenía de ese pequeño país escandinavo que es conocido como Islas Feroe, municipio de Vágur en la isla de Suðuroy, la más meridional de todo el archipiélago, e iba acompañado de un autóctono de esos que hablan demasiado alto e intentan utilizar el pretérito perfecto compuesto a la mínima ocasión sin tener ni puta idea de cuándo se debe usar adecuadamente, como por otro lado es costumbre en Asturias: “ayer he comido verdinas con langostinos.” (Pues chachi pa ti, chaval.)

Los dos visten como si fuesen a una larga expedición al Aconcagua, y portan mochilas de esas que van a reventar de llenas y con todo tipo de objetos colganderos que van realizando diferentes coreografías según lleven ambos el paso. Las han dejado en el maletero, como es lógico.

– Dos de ida a Llanes, por favor.

– Son 21, 70.

Y se sientan juntos justo detrás de Indalecio.

– Adoro a Warren Buffet y a Bill Gates, donar ese 99 por ciento a la caridad me parece sencillamente espectacular.

– ¡Qué grandes son, sí! Eso necesita el mundo, emprendedores como ellos.

Indalecio hace una mueca y sube acto seguido el volumen de la radio, sintonizada siempre en Radio 3 cuando es él quien está al mando. No soporta Indalecio la indolencia de esos seres humanos que sufren pasivamente, y no precisamente en silencio, de esa condición que él denomina de manera muy personal como “magnatismo” (esa manía suya de mezclar palabras como recurso semántico para ajustar definiciones.) «Y lo que nos queda con la puta LOMCE y esa mierda de la iniciativa personal y el emprendimiento. ¡Cómo si no supiésemos todo que casi siempre ‘emprendedor’ no es más que un eufemismo para ‘explotador’. ¡Putamierda!», piensa para sus adentros Indalecio con el gesto ya pelín contrariado mientras va enviando miradas fulminantes por el retrovisor a esos dos pipiolos. Al menos desde el dial parecen comprender su presente inmediato y parecen insuflarle algo de ánimo… “¡Ánimo, valiente!”

VIAJES AL FONDO DEL ALSA – LAS MICROAVENTURAS DE INDALECIO, EL CONDUCTOR – PARTE VII, DEGENERACIÓN SALVAJE

  • Coime, Indalecio, ¿dónde vas tan repeinao? Si hasta güeles bien y todo.
  • Nah, Nachón, que voy hasta El Olivar, ahí en la Calle Oscura, que presentan un libro de poesías…
  • ¡Home, no me jodas! ¡Poesías, tú?
  • Sí, ho, ye esti manguán que vien siempre en el alsa, José Yebra, el que escribe estes histories del Alsa, que me dedica algunas que pa qué…
  • Sí, ya sé, ho. ¿Pero ése que pinta en ese xaréu?
  • Ya ves, que escribió tres de las del libru, Degeneración Salvaje. Voy a ver cómo ye el asuntu…

10462486_1099054703452360_6088600265704592701_nY allí está Indalecio, en el Olivar a las 20.30, puntual como un conductor del alsa. Pide una cerveza, saluda al ínclito José Yebra, le reprocha un par de cosas que no le gustaron de la última publicación que el autor escribió sobre su persona, «joder, pero cómo se te ocurre contar lo de la Avecrem y el Risky», y con las mismas, compra un ejemplar. Como el recital va con retraso, lo normal, se saca sus gafas, deja la cerveza en la barra, y pone cara interesante para leer algún que otro poema. Los tres del mencionado Yebra ya los conocía del blog: CORRE, CORRE, CORRE…… IN THE NAME OF… y UNAS POCAS COSAS, QUE ALGUNAS SON, con lo cual, busca algún otro al azar, y da con éste, de David González, en la página 99:

                       FULL METAL JACKET

de pie

en posición de firmes

en uno de los estantes

de mi biblioteca:

una bala de no sé qué calibre:

una bala de plomo en todo caso

con camisa de cobre o de latón:

una bala blindada

full metal jacket

de punta hueca además:

una bala que robé

en casa de un narcotraficante

en casa de jeremiah johnson

una vez que fui a comprarle

medio gramo de caspa del diablo:

el mismo diablo que carga las armas:

no con esta bala como es natural:

no con esta bala eue en realidad

no es una bala sino más bien

           

             una vida

             

             que alguien

             

             me debe:

«¡Hostias!», pensó Indalecio, «es cojonudo», lo cual corroboró cuando lo escuchó recitado a micro abierto por Ana Vega. Y allí se quedó, más intrigado que de costumbre, a ver aquel recital poético. No estaba David González, ese 29 de diciembre de 2105 en El Olivar, pero sí otros poetas, otras poetas «salvajemente degeneradxs», Alberto Claver, Gema

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El Olivar se llena de poesía salvaje y degenerada. De pie, de izquierda a derecha, José Yebra, Laura Marcos, Kiko Martínez, Víctor Cuetos, Alberto Claver y Suarón. Agachado, Pablo X Suárez.

Fernández, Laura Marcos, Kiko Martínez, Suarón, Víctor Cuetos, Iyán Vigil, Pablo X Suárez y José Yebra… . Y se lo pasó tan, tan bien, que repitió la experiencia el día 4 de enero, esta vez en La Escuela Rock Bar de Cangas de Onís. Volvió a quedarse con la boca abierta al escuchar a Alberto Claver recitar con vehemencia su poema

                                 FACTURAS:

recuerdo la vez

que cortaron la luz

mientras comíamos:

se apagaron las bombillas

y la sonrisa de mi madre.

no tardo en recuperarla.

la luz.

10398088_946180368799574_3274956362080776775_nSe quedó intrigado al ver y escuchar a Kiko Martínez, hasta que se dio cuenta, «¡Hostia, si ye’l batería de Mala Reputación!» Un punto más a favor de la poesía en sí misma, que el batería de un grupo que le gusta haga poemas como éste:

                             TODO

Todo es equilibrio.

Todo tiene un por qué.

Armonía impresa desde hace siglos en cada rincón.

Silencios, que matan cualquier palabra,

aunque alguien se empeñe en bautizar

cada brizna que se encuentra lejos; lejos de su alcance.

Sacrilegio del humano cuando no sabe callar.

Le hizo gracia la «gilipollez» esa que hizo su «hagiógrafo» junto a Nayar Crespo. Eso de recitar en inglés mientras el otro pasa los subtítulos, uno V.O. y el otro S.E.

Desde hace ya unos días, Indalecio lee poesía… eso sí, a escondidas, «no vaya a ser que me pillen y piensen lo que no es, coime, que esta gente ye muy primaria.»

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Cuarteto poético salvajemente degenerado. De izquierda a derecha, José Yebra, Alberto Claver, Kiko Martínez y Nayar Crespo en La Escuela Rock Bar de Cangas de Onís, 4 de diciembre de 2016

VIAJES AL FONDO DEL ALSA – LAS MICROAVENTURAS DE INDALECIO, EL CONDUCTOR – PARTE V , CAREER OPPORTUNITIES

Esa semana cubría Indalecio la el trayecto de Oviedo a Gijón y viceversa. Yo estoy ahí ese día de noviembre. Subo y paso por el detector mi tarjeta roja de la CTA, ¡bip! Compruebo que aún me quedan seis viajes. Detrás de mí suben dos chicas, una con hijo y la otra con hija, de unos seis o siete años cada uno. Viene la niña llorando desconsolada. “No te preocupes, hija, que ahora Ramonín es más alto que tú, pero cuando crezcas, tú te vas a poder poner tacones y él no”, le espeta la madre a la niña, que sigue manando lagrimones entre inspiraciones y expiraciones entrecortadas. “¡Cagondiós! ¿Y quién te dice a ti que Ramonín nun va ponese tacones cuando sea grande, o que la tu guaja nun va querer dir na más que en playerucos de esos de la estrellina?”, va y suelta por esa bocaza Indalecio, el conductor, así de sopetón. Todos los pasajeros dirigimos la mirada hacia su posición. Silencio. Luego hacia la niña, que ha dejado ya de llorar. Más silencio. “¡Venga, cojones, todo cristo a sentarse, que arranco ya, cagonmimanto!

VIAJES AL FONDO DEL ALSA – LAS MICROAVENTURAS DE INDALECIO, EL CONDUCTOR, PARTE IV: BACK TO ONÁN

Como hombre fiero de costumbres recias, Indalecio bajaba siempre que podía al garaje cuando el resto de la casa ya dormía. Una vez allí, se metía sigiloso en su coche, un Seat Ibiza, reclinaba lo necesario el asiento y ponía su canción, «The Promise You Made», de Cock Robin, un grupo californiano de mediados de los 80 que sólo triunfó (relativamente) en Europa. Allí estaba inmerso su primer pensamiento onanista allá por 1985, Anna LaCazio, vocalista femenina del grupo. En Tocata había visto el vídeo-clip, y con las mismas se había enamorado febrilmente de esa chica que comenzaba a dar saltitos descalza a partir del minuto 1.19. Esas miradas de Anna eran para él, no para Peter Kingsberry; ese «pleeease teeeell me!!» era el gran conseguidor de polla en su máximo esplendor. Esos casi cuatro minutos de canción, el tiempo justo para una paja exprés. Y así había sido desde hace ya casi treinta años, algo más que una promesa hecha a los 15 años. Hoy no iba a ser menos, «un minuto y treinta y seis segundos, ¡ahí vamos! ‘If I gave you my soul for a piece of your mind…’ Hostias, no, que se me cuela Doña Visi (era su profesora de inglés en 1º de BUP, la que les explicó la segunda condicional casi a final de curso, aunque Indalecio ya se la sabía gracias a Anna)… ¡Mierda, apura, apura, joder! Ya, ya va… ‘help me out of the life I lead…!’ Vamos, vamos, ¡vamooooooos, Annaaaaa! Ufff, siempre a tiempo… Mierda… ¡Mierda puta, joder! ¿Dónde coño están los kleenex, hostia?»

VIAJES AL FONDO DEL ALSA – LAS MICROAVENTURAS DE INDALECIO, EL CONDUCTOR, PARTE II: EL JALOGÜÍN

Como esa persona llena de paradojas que siempre ha sido, Indalecio siempre celebra el Halloween aunque no pruebe jamás una Coca-Cola. Se ríe jactancioso de esa gente que dice que “el jalogüín no es más que una tradición yanqui, que celebren allí el Xiringüelu y beban culinos de sidra, no te jode.” “Ay, ignorantes, ignorantes”, piensa él mientras recuerda como vaciaba de pequeño calabazas con su abuela Rudigundis llevando una sábana a modo de disfraz de fantasma por encima.20151101_000431-1 Este año, como cada 31 de octubre, se va en su moto a La Fresneda, a disfrutar con sus hijos del truco o trato, y más tarde al baile terrorífico que tiene lugar en la carpa de la plaza, a bailar, a ver si hay suerte y se liga a una de esas muertas estilo mexicano que tan guapas le parecen. Pero él mismo sabe que la verdad verdadera se remonta al curso 1983/84, aquél en que repitió tercero de BUP y dos chicas estadounidenses vinieron de intercambio todo el curso a su instituto desde el mismísimo Salem, en el estado de Oregon. Charlotte se llamaba la que se encargó de organizar aquella mítica fiesta de Halloween, la misma que desvirgó impaciente a Indalecio en los vestuarios aquella misma noche de los muertos de 1984 al ritmo del “Last Caress” de los Misfits.

Cuando hubo él terminado, a Glenn Danzig todavía le quedaban 19 segundos de canción. Mientras él se enamoró como un pardillo, ella se enrolló una semana después con su mejor amigo, Darío, amor que fue eterno hasta el final de aquel curso iniciático. Por eso, cuando Darío ya estaba en las últimas por culpa del maldito SIDA y aquella manía imbécil que tenía de compartir jeringuillas con cualquier gilipollas, a él no le dio nada de pena; “¡que se joda!”, se dice siempre para sus adentros cada vez que se acuerda de aquél que una vez fue su mejor amigo. Sabe que todos los santos que Darío le pintó, terminaron por volverse demonios, pero demonios de los verdaderos, nada de cuentos ni de disfraces.

VIAJES AL FONDO DEL ALSA – LAS MICROAVENTURAS DE INDALECIO, EL CONDUCTOR, PARTE I

Como cada domingo, salió de misa casi en pole position, y tras mojar las yemas de sus dedos en agua bendita, comenzó a persignarse tan ensimismado como de costumbre. Nada más cruzar el umbral del portón de la iglesia, se vio de súbito deslumbrado por el sol, y como no llevaba sus gafas de sol, se dio cuenta: “Anda, si Dios no existe, son los curas”, se dijo en voz muy baja a sí mismo antes de echar a andar muy decidido en dirección al bar de siempre mientras se secaba por defecto los restos de agua bendita en los laterales de sus pantalones chinos, tan nuevos como arrugados.