VIAJES AL FONDO DEL ALSA – PARTE V

Leyendo iba yo el «Chorromoco 91» de Pepe Colubi, entretenido, riéndome en silencio y recordando gentes y lugares comunes cuando, en la segunda parada de Infiesto, sube una americana (estadounidense) seguida de un chico nativo (de por aquí).Pepe-Colubi 1

Se sientan justo detrás de mi asiento; dejo de leer porque su conversación me empieza a parecer interesante:
– ¿Y dices que no conocéis el chinchón en América?
– No, no conocemos, no…
– Pues te lo explico, que ye un momento; ye como mezclar el póker y el tute («¿Seguro?» – mi pensamiento intercalado)… Echamos una partida de prueba y te voy contando cómo se juega.
– Vale.bus good 1
Y con las mismas se enfrascan en una partida explicativa de chinchón entre risa, chascarrillos lingüísticos y jolgorio. Me emociono porque pienso, «joder, cómo han cambiado las técnicas de ligue últimamente.» Sin duda, resultan muy efectivas porque, poco antes de llegar a Oviedo, ya habían quedado para cenar y salir esa misma noche. Llegamos, nos bajamos del ALSA ese chico y yo en el Milán y, mientras camino desinteresado detrás de él, en la misma dirección, veo que saca su móvil, llama a un colega y le dice, «no me esperéis esta noche para el partido, que acabo de quedar con una americana que venía en el ALSA… No, no, nada, ya te contaré… Sí, sí, buenísima, tío…»
De camino a casa, me viene a la mente el final de Viridiana y luego recuerdo aquellas partidas de chinchón que echábamos mis amigos y yo en «Las Vegas» (un bar de Cacabelos, no penséis mal…)