VIAJES AL FONDO DEL ALSA – PARTE XLI (NO MERCY)

Esa sensación que produce el retorno, pleno de matices y del recuerdo de momentos ya vividos con anterioridad: vuelvo a Arriondas y vuelvo al alsa, al fondo, a abatir el asiento y tratar de cerrar mis ojos para intentar dormir un poco. Hoy es viernes, 16 de septiembre de 2016, son las 6.30 a. m.

Entro al autocar saludando muy feliz, con esa cara bobalicona de un “decíamos ayer”, pero todo el mundo, como es lógico, pasa de mí en este año olímpico; ya nadie me recuerda, y el conductor es un ente extraño que me mira como preguntándose, “pero, ¿quién es este gilipollas?”

Nada, lo dicho, al fondo, a intentar recuperar ese sueño que se pierde cada noche antes de irse a dormir.

“… y allí estaba la tía, tumbada en el sofá, sorbiendo por la pajita de un vaso de plástico tan grande como ella; y así lleva unos días… no, no, no, si desde que dejó al mozu (que eso ye lo que ella diz) y volvió a casa nun fai otra cosa… Si ya le digo yo, fía, ‘recoge tu habitación, limpia, cocina, ¡fai algo!’, pero no hay manera. Y va y me dice la Puri el otro día que vaya bien que tenía la casa cuando taba con Raúl, que aquello hasta brillaba y todo de limpio que taba… Ya, ya… ya lo sé, fía… ¡Con lo bien que taba yo!”

Llegados a este punto, ya sé que ese menester de echar un pigacín mañanero no va a poder ser. Resignado, abro bien mis oídos y me dispongo a disfrutar del relato con toda la atención que esta mañana tan temprana merece (por cierto, ¿a quién se le ocurre llamar a una amiga o familiar a estas horas? Ni idea. La verdad está aquí adentro.)

“… Ye que ya nun toy yo acostumbrada, boba, que fueron casi cinco años de paz, de vivir en mi casa a mis anchas, a mi puta bola… ¡Si es que ni el Sálvame puedo ver en mi sofá, en mi salón, que ta t’ol día viendo series en el rollo ese del Netflix!… Claro, claro, boba, como ta cobrando el paro aún, diz que son sólo ocho euros al mes y que se lo paga ella… Muy esplendida, sí… ¡Toy del Pablo Escobar esi hasta la punta’l coño, joder!… Ay, no, no, que sal casi todos los días hasta les tantes… Ay, ya sé, si lo sé, boba, que ye fía mía y tengo que querela, pero me tien hasta’l ratu, fía… No, no, qué va… Nun te lo pierdas, ho, que p’al día de San Mateo voy dir con Rosi, Lupe y la mi prima Mari a comer el bollu al Naranco, y nun pienso dejale ni un putu bollu pa ella, que baje y se lo compre, coime, que yastá bien de vivir con la fañagüeta en horizontal t’ol putu día… Sí, sí, bajóme en la Pola ahora… Claro, ho, dame tiempu pa un cafetín, o dos… jajajajajajajajaja. Eso, eso. Venga, cuca, vémonos ahora en un ratín. Chao, chao.”

Ay, la maternidad, que compleja se vuelve cuando una menos se lo espera. La señora baja del alsa en Pola de Siero, y ahora sí que, observando el panorama triste y tranquilo del interior de este autobús, puedo volver a esa dura tarea de la siesta ante meridiem. Busco en mi bolsa los auriculares de emergencia y de vuelta al modo aleatorio en el reproductor de música. A veeeeer… Bueno, vale, OK, los Sisters of Mercy, no está mal eso de escuchar el rugido de una gran máquina que me pueda llevar rauda a ese ansiado estado alfa.

LA VISTA ATRÁS – IV

Penúltima entrega. Dos hermanos que ansían encontrar respuestas a sus respectivos destinos.

Ciclos de Mil Cabezas

IV.

– Sentí en el alma lo de Remedios, Antonio.

– Ya.

– El destino nos juega a veces estas malas pasadas.

– Supongo.

Quizá Álvaro estaba intentando justificarse ante la opinión de su hermano mayor, pero éste no parecía dispuesto a entrar en detalles, a responder utilizando más de una sola palabra en cada una de sus intervenciones. Álvaro ya conocía al detalle lo ocurrido aquel fatídico día de junio de 1961, el modo en que la pobre Remedios, tan joven y bella, había sucumbido al ritmo cadencioso pero cotidiano de la muerte. No podía ser morboso. No debía hurgar más profundo en la herida que su hermano parecía no haber podido cicatrizar en los casi treinta y cuatro años transcurridos desde la fecha en que se quedó viudo. No había suficientes plaquetas en todo el Universo para hacer postilla de su inmenso dolor.

Álvaro fue el primer pretendiente…

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POETAS DE GUERRILLA EN CANGAS DE ONÍS: VEINTIÚN GRAMOS Y GALICIANA – NAYAR CRESPO SÁNCHEZ Y JOSE YEBRA

23 de septiembre de 2016

recital-poesia-cangas-de-onisComo bien señaló Nayar al día siguiente: «éramos cuatro gatos y un pájaro». Sí, un gorrión que se había colado en la Casa de Cultura de Cangas de Onís y que se encargó en más de un poema de los efectos de sonido. Doce poemas recitados por cada uno: Nayar Crespo y José Yebra (yo mismo), nueve propios y tres ajenos. (En el origen, íbamos a ser tres poetas recitando, pero a Laura Junco se le hizo imposible la asistencia).

Nayar homenajeó a su hermano, Alberto Claver, a Pablo Benavente y a Ignatius Farray y su épica Oda a Donald Trump.

Por mi parte, ante la ausencia final de Laura, me decidí por tres mujeres, tres poetas que admiro: Maya Angelou, Alejandra Pizarnik y Carol Ann Duffy. Ya está bien, dejémonos ya de sobrevolar la mera divagación y vayamos con LA POESÍA:

Veintiún Gramos

«She might think I’ve forgotten her
don’t tell Her It isn’t so»
Bob Dylan

Habíamos vendido

Lo que nos quedaba de alma.

Simplemente para no dejarles nada

A nuestros demonios.

Porque

¿Qué cojones sabrán ellos de perdiciones,

Si no te han mirado a los ojos desde tu regazo?

¿Qué sabrán ellos de perdiciones

Si no han visto

Ese moño que te pones

dejando a la vista

Las tres pecas que,
como un semáforo apagado,
me piden extrema precaución
en tu cuello?

Pero pasó lo inevitable, y

Por disfrutar tanto

De nuestras perdiciones

Lo dimos todo por perdido.

Habíamos llegado a ese punto

en el que

Nos habíamos puesto tanto en peligro

Que ya no sabíamos si era

Desprecio por la vida

O aprecio por la muerte.

de Nayar Crespo

20160923_202459

«No, no es un poema dedicado a Albert Rivera»

galiciana

Galiciana”, me llamaba

mientras me sonreía

entre dientes deslumbrantes.

Mi Galiciana bella”, me decía

mientras sus dedos descubrían en mí

rincones orgásmicamente desconocidos

hasta aquel entonces.

Lo siento, Galiciana mía”, balbuceaba

entre sollozos

dos horas después de aquella,

su primera hostia,

inesperada,

llena de odio y desprecio;

educativa”, así la definió

mi madre,

acostumbrada desde los veinte años

a estos violentos menesteres.

Pero… Galiciana, mi amor, no, no,

NOOOOOO”, gritó

desde el abismo

de un pánico desubicado

nada más sentir

el limpio corte que propiné

en su polla y sus cojones

con las tijeras de podar la viña

mientras dormía la siesta,

como de costumbre.

Le miré a los ojos

muy fijamente

y sin pronunciar palabra alguna,

y me fui de allí feliz.

El juez dijo

que habían sido también

setenta y seis golpes en la cabeza

con esas mismas tijeras

de podar:

ni ramas de mencía,

ni de godello,

allí estaban las pobres

en una bolsa de plástico translúcido

como prueba del delito…

¿Qué delito?

Dieciséis años y un día.

Muchas gracias”, señalé

a modo de despedida.

Casi dos años ya llevo aquí

y no estoy mal, la verdad.

Mi amiga Luci,

muy peliculera ella,

me dijo: “Todo esto te pasa

porque lo flipaste en colores

con ‘Orange is the New Black’”

Y yo me río

porque sé que no es cierto,

que esto me pasa

por haber seguido

el maldito “ejemplo” de mi puta madre.

Y me va bien,

no os voy a engañar.

Ya no soy Galiciana,

soy Lourdes, la Gallega,

y mi novia llega con sus dedos,

con su lengua,

a lugares de mi propio ser

que ni sabía

que existían.

de Jose Yebra

En fin, que sólo me queda decir que…

«El mundo necesita poesía.

 

El mundo necesita

sugerencia y abstracción.

Necesita caricias de canela,

vino tinto

y marihuana.» 

 «El Mundo Necesita Poesía» – de Suso Sudón

Y ahora ya os dejo por hoy, y con una alegre cancioncilla, y aprovechando que llevaba puesta una camiseta de los Sleaford Mods, ahí os va ésta que os preste: (estamos hablando de poesía, ¿no?)

«I’ve got called an anarchist
That’s for the middle class trainspotters
I don’t want my dog on a string
That’s gonna hurt the thing»

 

EL INFIERNO DEL ENTENDIMIENTO

cremepuerta
creme
crematorio de vidas
que vivieron
felices ahí adentro…
o quizá no:
un infierno
de muerte diaria
y resurrección nocturna
cuando los demás duermen
y tú
marchita y podrida
abres una ventana
para respirar mundo:
vida de ojos abiertos
de valles mineros
allá a lo lejos…
o quizá no
porque diste vida ahí dentro
y la respuesta fue plena
de cariño
de amor por esa especie
que seguimos
perpetuando indecisos
sin que nadie aún
nos haya podido preguntar
el porqué de tanto desatino…
o no:
que el suelo nos sostiene
porque simplemente
no encuentra
nada mejor
que hacer.

abierto-llaneshace años
lustros quizá
estaba abierto
y la gente
con sus monedas
que brillan
en la oscuridad
del entendimiento
económicamente errado
se adentraba
en mi negocio
y acariciaba mis productos
en aquella inmensa orgía
del tema
y su plusvalía;
hoy no respiro más
desde una puerta
que ya nunca se abre:
el negocio del negocio
el suicidio asistido
de aquellos objetos
que me pertenecían
y que hoy
por sudor acondicionado
se estrellan cada hora
contra paredes movedizas
que ni una brisa
de aire redentor
dejan siquiera pasar:
menos mal
que sigo contando
en simétricos montones
monedas que en su día
fueron felices
y de curso
legal

LA VISTA ATRÁS – III

Seguimos mirando atrás; a los origenes: amores y juegos en la calle en Cacabelos.

Ciclos de Mil Cabezas

III.

En la calle misma, entre barro y polvo, jugaban todos los niños y niñas en perfecta armonía. Desde los más pequeños, de cinco o seis años, hasta los que ya habían entrado de lleno en la adolescencia. Estaban los dos “carretones”, Carlos y Angustias; Esteban el hijo del “Stalin”; Alberto y su hermano Aurelio, primos de los “paparranes”, pero sin mote reconocido hasta que Alberto se ganase a pulso, años más tarde, el de “camorro” debido a sus constantes y violentas provocaciones, que casi nunca venían a cuento; los dos primos “cereixais”, Aníbal y Eufrasia; y, por descontado (por último, aunque no los últimos), los dos “paparranes”, Antonio y Álvaro. Unos días tocaba “manro”, otros “tres navíos en el mar”; si hacía mucho frío, “cintalabrea”, que calentaba bien las piernas; y los menos, el “cascallo”, cuando las dos niñas del grupo, Angustias y Eufrasia, podían imponer su ley ante…

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BAILANDO CON UNA GARRA SOLA

Yo no quería disfrazarme, era el punto cardinal más lejano a mis intenciones aquel carnaval de un año que no recuerdo de los primeros de la década de los 70 del siglo veinte. Me daba mucha vergüenza, ese sentido del ridículo que de niño te atenazaba y te dejaba paralizado sin un mínimo de reacción posible, pero comencé a ver desde la galería de nuestra casa, en plena Avenida del Generalísimo, como desfilaba alegre toda la chavalada en dirección al Cine Litán, felices dentro de sus disfraces de soldados, de princesas, de brujas, de monstruos, de trogloditas, de indios y vaqueros, de vampiras sanguinarias. ¡Maldición!, me grité así como interiormente justo antes de dirigirme absolutamente decidido hacia el teléfono, uno de aquellos negros antiguos que ni números para poder marcar tenía.

– Hola, ¿me pones con la casa de Jose Segundo?

– Voy… ¿Eres el hijo de Milita, la Peluquera, no?

– Sí, señora. – la curiosidad universal de Toñita, la de Teléfonos, no conocía límites. Seguro que escuchaba todas y cada una de las conversaciones que por sus oídos pasaban.

– Hola, ¿sí?

– Hola, soy José Luis, ¿está Jose en casa?

– Sí, sí, ahora mismo se pone… toc… Hola, ¿no bajas al baile de carnaval?

– Si me dejas algo para disfrazarme, voy.

– Claro. Ven a mi casa, que ya apañamos algo.

Y de allí salí yo veintidós minutos más tarde con la cara bien pintada al estilo vampiro saludable, una garra de goma con unas uñas larguísimas llenas de sangre pintada, y una capa negra sobria, de las que no brillan nada de nada (había sido de Segundo, su abuelo, un afamado bodeguero en los años 40 y 50).

El baile consistía en un tocadiscos y unos altavoces bastante potentes en el que un señor iba poniendo un single tras otro sin pararse siquiera a mirar qué canción venía acto seguido, si era bailable o no. Aún así, bailamos sin pausa a la antigua usanza, las madres sentadas alrededor de la improvisada pista de baile, sillas plegables que movían a su maternal antojo; los padres, ausentes, haciendo la típica ronda de bares del pueblo de Cacabelos (en ella se recorren todos los bares en grupos de amigos tomando un vino o corto de cerveza en cada uno de ellos). Nos divertíamos casi sin querer; el tiempo avanzaba lento, muy lento, y es que hubo una época en la que en mi pueblo, por increíble que este hecho pueda llegar a parecer, había dos cines, que lo mismo servían para sesiones dobles de domingos por la tarde, que para bailes de fiesta.

LOS INDICADORES Y LA MUERTE

fuck-schoolindicadores
de asomo real
de días ociosos
sin criterio
ni calificación disidente
(do you fuck your school?
do they fuck theirs?)
calamidad entre documentos
aprendizaje
y vendaval
autónomo de vuelo raso
sin creación aparente:
ausente
otro de esos estándares
que nublan un sol
que nunca iluminará
documentos ciegos
sin rabia
sin destino
(do you fuck your school?
do they fuck theirs?)
programas de refuerzo
de sudor
en tinta verde o roja:
la tierra baldía
coroneles en retorno
esfuerzo de nómina vacía:
competencias
la clave
de vuestro futuro…
¿futuro?
no future!
el anticristo asomó
y extendió su sulfato
azul y apestoso
sobre cosechas
en inútil barbecho
(do you fuck your school?
do they fuck theirs?)
libros culpables
¿me evalúas
y te doy
un paquete
de galletas,
María?
(no, I don’t fuck school
school is already
fucked up!)

neruda-rocksy no esperaste
porque no te gustaba esperar
y yo no soporto las esquelas
los pésames
los párpados que pesan
frente a un cura
que habla sin decir nada:
ante tu entendimiento
que pasa de largo

odio el ritual de la muerte
las convenciones sociales
los rostros compungidos
pálidos
y las ganas de no estar allí
mas tener que estar

y los recuerdos
nunca transferibles:
de emisión temprana
entre risas ya enlatadas;

odio los funerales
y a la iglesia católica
a todas las religiones:
imposiciones erróneas
lejos del innatismo
de espontáneas muecas
que sí dirían
sin vacilar
todo lo que habría que contar

y me odio a mí mismo
por no ser como los demás:
por intentar adivinar
desde aquí abajo
qué son
las vidas ajenas:
que la sociedad
me dé el guión
que yo lo estudiaré
y haré mi papel
ignorando hierático
esas voces insistentes
que cohabitan
en mi cabeza.

LA VISTA ATRÁS – II

El duro invierno de 1942, el café, los recuerdos….

Ciclos de Mil Cabezas

II.

Fue un duro invierno aquel de 1942. Nevó copiosamente durante cuatro días, que incluyeron fastidiosos los dos del velatorio y también el del sepelio. El muñeco de nieve asistió impávido, sonriendo desde su puesto de vigilancia en la calle, a pocos metros de la puerta de la casa del “paparrán”, y ya sin nariz, a las exequias por aquel desgraciado al que habían pillado más que infraganti los picoletos en la estación de ferrocarril de Burgos. El “paparrán”, muerto bajo el peso implacable del yugo del miedo y las flechas – tornadas balas – de la justicia (no del todo justa cuando su aliento nos cae cerca) de los hombres.

– Yo tenía tan sólo cuatro años. Eché mucho de menos al padre y, es curioso, ahora sólo soy capaz de recordar aquel muñeco de nieve.

– Eu tamén. Ficímoslo xuntos… … Pero a madre portóse muy bien. Sacónos…

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VIAJES AL FONDO DEL ALSA – LAS MICROAVENTURAS DE INDALECIO, EL CONDUCTOR – PARTE XIV – SUSPICIOUS MINDS

Era su segundo día como conductor oficial de un alsa, hacía la ruta Oviedo – Gijón y a la inversa, pero la de paradas, la que iba (y sigue yendo) por la carretera vieja, nada de autovías ni y griega ni nada que acorte el trayecto. Tres viajeros se sentaban entre primera y segunda fila, la de la izquierda justo detrás de él. Aunque Indalecio aún no lo sabía, uno era ese poeta tan pesado que con el tiempo acabaría siendo su amigo, el tal Jose Yebra, e iba el muy cursi hablando inglés con dos extranjeros: un japonés de libro y un hindú (desconocía Indalecio que Vik era de raza hindú pero no de la India, sino de Isla Mauricio), los otros dos Koji y Vik.

Como es costumbre, recurrimos ahora al traductor simultáneo:

– ¡Anda, Jose, mira, Elvis Club! ¿Podemos venir aquí otro día? – Koji, que había viajado desde Londres junto a su amigo Vik para asistir a la boda de nuestros amigos comunes Ana y Gabi, tenía preparada una sorpresa para los novios a modo de imitación de Elvis Presley koji-elvisépoca Las Vegas. Gran fan e imitador del Rey del Rock, no sospechaba el pobre que casi todo el mundo acabaría dirigiéndose a él en las etílicas noches ovetenses como Koji Kabuto, y es que Mazinger nos marcó mucho de pequeños, justo es reconocerlo. Al residir en Londres y ser originario de un barrio de Tokio (cerca de Shibuya, sin casa azul), desconocía totalmente la acepción que el término club tenía en España, ya que para él un club no era más que otra discoteca a la que ir a bailar.

– A ver… ¡Cómo te explico yo estooooo….? Este club de ahí no tiene nada que ver con cualquiera de los que tú puedas conocer en Londres, o en Tokio, ni, por descontado, con Elvis – y termina Yebra su explicación acercando todos los detalles semánticos al entendimiento de sus dos amigos.

– Ah, joder, ya, ya… No, no, nada que ver, ya veo…

E Indalecio, con un gran oído para la lengua inglesa (nunca había bajado de un ocho con cinco en el instituto), sonríe desde su asiento sin dejar de controlar la carretera y el tráfico ni un mísero instante.

Ya en Gijón, aunque este día de mayo no invita en exceso a un baño en las frescas aguas del Cantábrico, Jose Yebra intenta convencer a sus dos amigos para que se adentren valientes con él en el mar. Por supuesto que no lo conseguirá.

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Años más tarde, de casualidad, se da cuenta de que Indalecio sí que se habría arriesgado, porque Indalecio es un valiente, un hombre de pelo en los sobacos que jamás se planteará depilarse siquiera el contorno de sus cejas.

DISCULPEN «MY» SONRISA

mariano-marxMariano y el marxismo:
¿cómo están ustedeeeeees?
En un mundo ruíz
sólo sobrevivirán
quienes usen Just for Men
como loción capilar
y dejen las canas
para barbas
que son mucho barbas:
macho Man
en columpio vigilante
como presidente nuestro
que es.
Groucho y Chico
callan
y otorgan:
la parte contratante
de la primera parte
ya no jugará en la segunda
y el ganador del próximo debate
se decidirá en rigurosa
tanda de penaltis
(penales, que los llaman
en la misma Pampa,
lo cual
en este contexto semánticamente ibérico
se adec
ua
a la popular perfección…
¡será por penales!)
disculpen pues
que no se levante,
debate…
debaser…
de váter…
o muerte…
¡fingiremos!

picadilly-june-2016ajena
camina
lejos
esa gente
de una salida:
brexit sintético
hacia un nuevo
concepto:
scotlond
de independencia
seguro con inquina
plagado de esa plaga
de obreros liberales
abocados al miedo
de quedarse
sin un trabajo:
55 horas semanales
y 400 euros
punto en boca
sonrisa a medio diente
sí señorito
a sus beatas órdenes;
no hay dolor
sin conciencia de clase:
ladrillos vienen
e van
felicidad impar:
botemos ahora
yo soy…
yo soy…
y me quiero
independizar
de vuestra estirpe
imperial
entre encuestas
que no salgan jamás
de los límites
de mi barrio.