(Leí ayer, con un cierto halo de ilusión sobre mi cabeza, justo es reconocerlo, que la FOX ha preparado 10 nuevos episodios de Expediente X, aquella serie que tanto me fascinaba allá por los 90, aquel contraste vital entre Fox Mulder y Dana Scully… Así, vino a mi memoria esta historia que había escrito una tarde fría de aquel invierno de 1997 como modesto homenaje a la mencionada serie. La busqué, la hallé y ahora ahí os va…)
Junio de 1997
THERE IS A PLACE…
Desde su más tierna infancia, Desiderio siempre había querido ser ufólogo, pero vivir en Santa Eulalia de Cabranes nunca le había ayudado a conseguir sus propósitos, tampoco el hecho de ser huérfano de madre, ni el que su padre se hubiese puesto muy enfermo cuando él estudiaba el Bachillerato en Oviedo. Todo se había conjurado en su contra: se vio obligado a dejar de estudiar para atender él mismo el ganado, las catorce vacas, unas estupendas frisonas del valle, que malamente les mantenían. Pero los sueños nunca se apagan por completo, y Desiderio no quería morirse sin al menos visitar Roswell, una pequeña ciudad sita en el estado norteamericano de Nuevo Mexico en la que, en junio de 1947, se supone que un ovni había tenido un accidente, incluso desde entonces se ha especulado con el hecho de que el ejercito estadounidense había capturado algunos extraterrestres. Desiderio tenía la impresión de que si él visitase Roswell seguro que sería capaz de llegar al fondo de toda la verdad; para él todo era verdad, todo había ocurrido según las distintas interpretaciones vertidas desde todo tipo de medios de comunicación, y todo estaba escondido, tapado por las mafias internas de la CIA, de la DEA, del mismísimo FBI… Su obsesión con esa ciudad había llegado hasta el extremo de tragarse todas y cada una de las películas protagonizadas por Demi Moore, actriz (o similar) nacida en el mismo Roswell. Él sabía a ciencia cierta que ella no era estrictamente humana. No estaba hecha de acero como él.
Todas las semanas enviaba varias cartas certificadas al Pentágono reclamando la reapertura del expediente secreto sobre lo acaecido en Roswell en el ’47, “… que nun ye de recibu”, puntualizaba Desiderio antes de rubricar cada misiva. Estaba pensando incluso en contactar con el agente Mulder para ofrecerle todo su apoyo, moral y también logístico, en su encarnizada lucha contra “los que todo lo esconden, encabezados éstos por el ínclito fumador”. (Su creciente inestabilidad emocional le hacía pensar que aquellos capítulos que emitían de la serie ‘Expediente X’ no eran más que documentales al más puro estilo ‘Vivir Cada Día’.)
Como hacía todas las mañanas del mundo poco antes de que dieran las cinco, Desiderio bajó a ordeñar (catar, como se diría por estos, nuestros lares) las vacas. Al llegar a la altura de la Eufemiana, Desiderio se sobresaltó al oír una extraña voz.
– Oye, Desiderio, acércate. Acércate más, que no puedo gritar.
– ¡Cagonmimadre! ¿Quién ye?
– Soy yo, la Eufemiana; no tengas miedo, acércate.
– P-p-p-pero, ¿qué ye, que hables? ¡Pero si yes una vaca…!
– Ya lo sé, idiota, pero es que yo soy una vaca genio.
– ¿Una vaca… Gemio, la de les sorpreses? ¿Qué cagondioses ye esto?
– ¡¡¡Genio, joder!!! ¡Que yo no te he insultado!
– ¡Yastá, tú yes un alienígena…! ¡Ay, Dios mío, por fin van abducime! ¿Dónde tá la to nave…? Nun vi ninguna luz…
– Como sigas por ese camino voy a tener que pasar de todo, ¡eh?… No soy ningún ser de otro planeta, tan sólo soy una pobre vaca genio, ¡como aquél de la lámpara de Aladino, cojones! ¡GENIO! ¡G – E – N – I – O!
– Joder, pues pa ser una vaca genio, tienes muy mala leche, y yes muy mal hablada.
– Cállate ya y escúchame con atención: te voy a conceder un deseo, un único deseo. (Ya sabes, lo de los tres deseos es agua pasada, con eso de que nos han bajado los tipos de interés y todo eso no nos queda más remedio que…)
– Yo quiero dir pa Roswell.
– ¿Cómo? ¿El qué?
– ¡Qué quiero que me lleves a Roswell, nos Estaos Unios d’América!
– A ver, Desiderio, piensa un poco, medítalo con calma. Puedes pedir dinero, una mujer, un palacio… no sé, cualquier cosa que te pueda hacer feliz para el resto de tu vida. No te pongo ningún impedimento, no hay restricciones.
– ¡Tú nun me engañes, tú yes un alienígena disfrazau de vaca…! Adueñástete del cuerpu la Eufemiana y ahora tratas de llevame contigo, ¿nun ye así?
– Está bieeen, como tú quieras, irás a ese dichoso Roswell, pero he de advertirte que todo eso que dicen que allí ocurrió hace cincuenta años no es más que un timo, un puto cuento chino… Como todo en esta mísera vida, ¡ay!
– A ti pagan-te los de la DEA, seguru.
– Joder, hay que tener una paciencia de la hostia… Anda, acaba de catarme por lo menos, hombre, que hoy tengo leche p’aburrir..
Ahora Desiderio trabaja como celador en el “International UFO Museum” (Museo Internacional del OVNI) de Roswell. Estos días está un poco nervioso porque se celebra el cincuenta aniversario de los sucesos de junio del ’47, y se esperan muchos visitantes. Desiderio insiste en que, el día que disponga de un poco de tiempo libre, descubrirá qué ocurrió con aquellos seres de cabezas descomunales que aterrizaron forzosamente en aquellos parajes medio centenario antes. Como dice el propio Desiderio cada vez que se le pregunta sobre un posible regreso: “Nun pienso volver p’Asturies, cagonrrós, total, allí nun se ven platillos volantes. Si fuese de Galicia aún, ya que por allí suelen dir muchos ovnis, lo malo ye que ta lleno de gallegos, que pa mí que son alienígenas disfrazaos, sólo hay que ver al Fraga”.