VIAJES AL FONDO DEL ALSA – PARTE XXXIII (CAOS, LA JENNY Y EL REAL OVIEDO)

  • Nada, ya ves, eso ye lo que soy yo, una fía del caos.
  • ¡Joder, qué me vas a contar a mí, que cada vez que salgo con Jairo la lío parda. Cualquier día se entera la Jenny y la tenemos, pero fijo.

Llega el autocar, ese alsa madrugador que me teletransporta diligente desde Oviedo hasta Arriondas en una hora y media. Son las 6.35 am, y hay demasiada gente esperando esta misma o bien sus propias máquinas de teletransportación. La hija del caos y la que tiene algo que esconder a la Jenny no suben a mi alsa y me quedaré sin saber más acerca del caos y de las movidas que se van liando con Jairo a espaldas de la mismísima Jenny. Van con camisetas del Real Oviedo, probablemente el directo hasta Pola de Siero, que es el siguiente alsa que tiene que llegar a la calle General Elorza. Han pasado una noche de celebración ya que el Oviedo acaba de ascender a Segunda División tras doce años de purgatorio entre Tercera y Segunda B.

Subo y me doy cuenta de que hoy, lunes uno de junio de 2015, hay más, pero que muchos más pasajeros de lo habitual. Misma perspectiva, camisetas azules, bufandas llenas de “orgullo, valor y garra”, 1926, volveremos, vamos, vamos Oviedo… Sé que la prolongación de mi sueño nocturno va a ser harto imposible. Me resigno. Me da igual, que yo también celebré ese ascenso  aunque sin tanto impulso y ardor juvenil.

Llego al fondo, lógicamente, y me siento al lado de la ventana, en la fila de la izquierda, mi preferida de toda la vida.

  • Eeeh… ¡Eh, oye, tú, poeta!
  • ¿Yo?
  • Sí, ho. Abróchate la bragueta, joder, que va salite el páxaru.
  • Ah… (me miro la bragueta, efectivamente, la cremallera de mis tejanos está bajada. Las prisas de la segunda meada mañanera, la de después del desayuno, una muy importante porque deja tras sí un intervalo muy largo antes de volver a vaciar la vejiga propia.) Gracias.
  • ¡Home va, no hay de qué, ho!

Me acomodo en el asiento girando estratégicamente mi cuello en dirección a la ventana, para ir viendo ese paisaje urbano que la Tenderina me ofrece ahora y así evitar cualquier inicio o más bien prolongación de conversación con él. El hombre que está alerta con las braguetas ajenas se sienta en el asiento de pasillo a mi derecha, misma fila.

  • Oye, eh… ¿Pa dónde vas?
  • Voy hasta Arriondas.
  • ¡Anda, como yo, qué casualidad! (Mentira, que sólo existen otras cuatro opciones más. No es tanta la casualidad) Voy p’al hospital, que ta la mi hermana allí de parto, bueno, no, que ya parió. Una guaja, de casi cuatro kilos. Ye la tercera… bueno, el segundu ye un guaje. Ye la hostia el Yeray. Un firma de la virgen, la puta que lu parió…
  • Pues mira que bien.
  • Pero muy buen guaje, eh, noble y bueno donde los haiga…
  • Ya.
  • Jajajaja… Anda que si llego a saber yo que en esti alsa van dir estos maizones del Oviedo dando pol culo… Babayones, no carbayones.
  • ……………
  • Coime, perdona, ho, que igual también yes del Oviedo… Yo del Sporting ya desde antes de nacer.
  • Pues sí. Y también de la Ponferradina. (A puntito estuve yo de caer en este punto con todo el equipo, que casi me arranco con un «yo soy de Cacabelos, y antes de ir al Tartiere, ya iba al Molinón con mi amigo Pablo, así que, vas listo, que yo no tengo nada contra el Sporting, al contrario…», pero no era nada conveniente darle más input al paisano.)
  • La virgen, tú… Nada, ho, norabona y tal… Pero vamos subir a primera esti año, que te conste.
  • Me alegro. Me parece muy bien. Si no te importa, voy a intentar dormir un poco.
  • Val, val. Tú, como si no existiese, oyisti, mudu como un maniquín.

Paso siguiente en la estrategia de liberación de gente plasta a favor del consumo del ibuprofeno ajeno, música, auriculares, y adiós mondo cane, que ahora no eres más que un ente ajeno a mi persona. No busco demasiado, modo aleatorio, que me gusta sorprenderme a mí mismo, y ahí va “No One Knows” de Queens of the Stone Age. Buen comienzo. Ojos cerrados. Volumen apropiado. Traqueteo rítmico, constante. Me duermo fijo, por los dragones de la Khaleesi que vuelan ahora en mi interior al compás de las baquetas de Dave Gröhl.

Un minuto más tarde, alguien me toca el hombro derecho. ¿Quién? Pues claro, el esportinguista que acaba de tener una sobrina en Arriondas, gran experto cum laude en braguetas ajenas («cum», el del latín, no el de inglés, para evitar malentendidos.)

  • Oyisti, guaje, ¡GUAJE! Quita eso de la oreya, ho… A ver si conoces ésta. “Duérmete fiu del alama que velo’l to sueñu, Palombina de blancu que non tien aleru. Agora non el mio neñu, agora non. Si viviera to padre que yera tan güenu, collarinos de plata punxerate al cuellu.”
  • P-p-pero…

“¡Arturo Elíííííííías, lorolorololooo, Arturo Elííííííías!” “¡Oviedo, Oviedo, Oviedo!” “¡Vamos, vamos Oviedooo, es una fuerte pasión, esta hinchada está locaaaa, loca por verte ganar!” Me uno a ellos. Adelanto mi posición, ya no al fondo, sino más hacia la mitad. Tampoco me dejarán dormir, pero al menos son de mi equipo, y eso, queráis o no, es puro pegamento emocional. También somos hijos del caos. También huimos de nuestra propia Jenny particular, y sin dignarnos a mirar atrás, jamás. Una vez que se sale del pozo, volver a él ya no es una opción.