EL FONDO DEL ALSA – EL RÍO

20160107_155315al fondo del alsa
sonido
sin furia;
lectura interesante
que no amortigua
el peso de mis párpados:
gente que habla
desde la confusión
una monja
que reza dormida
dos señoras
que aún huelen
al último cigarrillo
apurado con criterio
fumador
justo antes de subir
y buscar sus asientos
en el lugar equivocado;
en el libro que estoy
disfrutando
un taxista cockney
afirma con rotundidad:
si hay un sólo Londres
entonces yo tengo
dos agujeros del culo;
me lo apropió
y lo aplico al Alsa
mientras el señor
del asiento de al lado
comienza a tener arcadas
ante la puesta de sol
que se refleja
en el pantano;
le acerco una bolsa azul
que destaca amenazadora
sobre sus pantalones
demasiado verdes
y planchados;
entramos en el túnel
ese negrón bipolar
necesario y eterno;
en cuanto se acabe
seguiré leyendo
bajo el mantra de la sor
y el aroma inmejorable
del almuerzo
de mi compañero mudo
de viaje
que ahora duerme
con la cabeza apoyada
en el cristal
y la boca abierta
para dejar paso
a sus babas
after vómito.

20160108_140917no existe río
que mil aguas no lleve
ni cantos
rodados
perennes
inamovibles
a corrientes dispares
a millones de años
de materia
y vida nostra:
en este planeta
okupado!
por engendros
estúpidos y vacíos
egoístas y lapidarios
bobos de salón
con receta magistral
para dormir;
sabios sin usura
usureros sin sabiduría
infantes demacrados
descarados:
escopetas recién cargadas
sombras plenas de sol
y montañas oscuras
rebosantes de nieve;
hooligans de barrio pijo
obreros tan liberales
como poco liberados;
y tú
y yo
y el resto
del mundo:
ese universo minúsculo
que se está colando
por el sumidero firne
de la muerte seca
mientras estas aguas
siguen buscando
un lugar
en el que
al fin
descansar
hastiadas
de tanta mierda!

VIAJES AL FONDO DEL ALSA – PARTE IX

Hoy no estoy solo en la parada de General Elorza (habitualmente lo estoy). Escucho música mientras me acerco hasta La Madreña para comprobar que sigue ahí, con vida, en la lucha. ¡Bien! Una pareja de doblete no circunstancial discute con vehemencia.
– ¡Que te digo que esa tía me importa tres cojones!
– ¡Ya, claro, por eso te fuiste con ella al baño!
– ¡Paso de ella, joder, que sólo la invité a una raya!
– ¡Anda, lárgate de una puta vez, cabrón, que siempre estás igual, que tienes más polla que cerebro!
Y va y se larga cuando el ALSA ya estaba maniobrando para hacer su parada. Subo justo detrás de la chica, se sienta en la parte trasera (¡mierda! Precisamente en el sitio que tengo «reservado» para echar mi pigacín mañanero…) Me siento un poco más atrás. Noto que empieza a llorar. «¡Hijo de la gran puta!» No pasa ni un minuto y se pone a buscar algo en su bolso; saca un rotulador negro, de ésos de tinta permanente. («Mundo extraño el del interior del bolso de una chica», pienso.) Ha dejado de llorar, ahora parece meditar mirando al techo, muy concentrada. Escribe algo en la parte trasera del asiento que tiene justo delante. No soy capaz de ver qué es. Acaba. Sonríe. Guarda el rotulador en el bolso y se acomoda en el asiento. «Que se joda», susurra en un tono muy bajo. Me mira ahora y me pregunta en un tono muy educado, «¿me despiertas en la Pola, por favor?» «Claro, sin problema», contesto. Y se duerme ipso facto mientras Carlos Herrera sigue escupiendo su enfado por los altavoces del autocar. Me ajusto los auriculares y decido regresar al increíble mundo de los Pixies… «Gigantic, gigantic, gigantic, a big, big love…»