GROWING TOUGH ROOTS

I.

You don’t deserve

My skin,

My eyes,

My lips.

You are not me,

Silent,

Powerful,

Unexplained

Among millions

Of stem cells,

Stupid conjunction

Of deserted lands

Which no pharasal verb

Will ever define.

So, please,

Give me back my whole being

Before

You swallow

All my rage.

II.

Tu savia,

Que recorre mis venas.

Mi sangre,

Que alborota tus ramas.

Abrazados,

Unidos,

Enredados entre brazos

Invisibles,

Imposibles,

Que nos sujetan con fuerza

A la raíz de la Tierra.

Y al separarme,

Se me va la luz,

El entendimiento

Al borde

De la misma proteína

De tus fundamentos

Existenciales.

Si alguien te quiere

Con su hacha cortar,

Que primero me parta a mí,

Como rayo purificador

Que de mitades

Hace ejércitos,

Que de leña

Crea batallas,

Que sabe

Que ni en billones

De años

Que pueda permanecer

Será capaz

De respirarnos,

De saborear

Nuestro aliento mutuo,

De sentir

En su piel

El ritmo acelerado

De la sal

De nuestra eterna

Conjunción.

(Poema en dos partes, en dos lenguas, inspirado en las imágenes de una artista excepcional, Malin Ellisdotter. Sus imágenes os trasladarán a otros mundos, a otras dimensiones imperceptibles, improbables, tan increíbles, que están ahí, a nuestro lado, pero somos incapaces de verlas.)

HABITUACIÓN, CUAL CEBOLLA RECIÉN CORTADA – PARTE VIII

VIII.

Si dejo que mis dedos se pierdan en lo intrincado de tu mundo,

si ato a mi caballo a una valla con ristras de ajos,

y si no como verduras por no ser como ellos,

entonces me habrás vencido y yo te entregaré las llaves de mi ciudad.

Si decido hacer deporte porque me veo gordo,

si como tocino frito en pura manteca de cerdo,

y si no quiero ver las películas que a ti te gustan,

al final no seré más que la flecha de un Navajo clavada en tu puto culo.

Prefiero la venganza de la Naturaleza

a la hipocresía hecha lengua, hecha habla de los humanos.

Si me pongo a nadar,

tú te encargas de variar el rumbo de la corriente.

Si muero antes que tú,

que no me entierren bajo una cruz,

que yo ni creo ni padezco,

que así nací y he de morirme con ello.

Mi cuerpo para la ciencia,

para que los estudiantes jueguen con mis nervios

sin sacarme de quicio…

para que puedas venir a verme y sentir tu culpa.

Formol inundando mis pulmones,

conservando a duras penas el tono negro de mi bofe.

Qué te puedo pedir, si mi boca no articula;

qué puedes hacer por mí, que no te cueste sufrimiento.

Venga, date la vuelta y suelta tu pelo,

antes de que llegue alguien más y te lo corte.

Desde mi ventana veía arder los árboles.

Y no podía hacer nada por ellos,

ni siquiera sentir su calor que quema,

ni siquiera poder hacer llagas de su lumbre.

Erudito entre miles de esclavos,

preso de tu mirada fulgente,

dios enano de una irritante carrera

hacia el infinito, hacia los confines de tu satisfacción.

Ahora abro mi ventana y los veo,

al fin puedo verlos,

entonces cerrar mis ojos

no resultará incomprensible,

y todo aquel humo lejano

pasará a formar parte de mi eterna respiración,

de mi sangre,

de mi pútrido futuro;

no hay futuro,

porque todos aquellos pinares

arden bajo tu indulgencia.

Ni siquiera los que lo intentan

bajo el peso de su perenne sueldo

lograrán cambiar la dirección del viento

que se lleva, que se va llevando incrédulo

toda esperanza de vida eterna,

a la vera de tu desatinada miseria.

Por favor os lo ruego,

Que la última persona apague todas las luces

(incluidas las de mi imaginación).