THE DAY I MET BANQUO’S GHOST

«Here had we now our country’s honour roof’d,
Were the graced person of our Banquo present;
Who may I rather challenge for unkindness
Than pity for mischance!»

P-p-pero… ¿Quién es usted? ¿Por qué osa vuecencia despertarme de esta quietud? ¿Quién le ha entregado vela para mi entierro? ¿Con qué atrevimiento de ínfulas reales se atreve usted a entrar en mis aposentos sin previo aviso? ¿Y por qué me habla en esa lengua no autóctona? ¿Por qué deduce usted que yo sé inglés?

Shall I compare thee to a summer’s day?
Thou art more lovely and more temperate… (¡Mierda, cojones de dios, que no era ése! A ver, a veeeer… el 18, no, el 21… ¡Éste, el 23!)

Acabáramos. Si ya me parecía a mí que tenías pinta de gilipollas. Dime lo que me tengas que decir y lárgate con esa ventisca fresca de abril que tanto parece gustarte…

As an vnperfect actor on the ſtage,
Who with his feare is put beſides his part,
Or ſome fierce thing repleat with too much rage,
Whoſe ſtrengths abondance weakens his owne heart;
So I for feare of truſt,forget to ſay,
The perfect ceremony of loues right,
And in mine owne loues ſtrength ſeeme to decay,
Ore-charg’d with burthen of mine owne loues might:
O let my books be then the eloquence,
And domb preſagers of my ſpeaking breſt,
Who pleade for loue,and look for recompence,
More then that tonge that more hath more expreſt.
   O learne to read what ſilent loue hath writ,
   To heare wit eies belongs to loues fine wiht… Y eso es todo, un regalo del maestro en exclusiva para usted en esta madrugada temprana del día 23 de abril

¿Tú sabes lo que yo madrugo, cabrón? ¿Y quién cojones eres, que pareces un personaje sacado del Ministerio del Tiempo?

Soy Banquo, fantasma de fantasmas, me dedico a joderle la vida al hijoputa cabrón de Macbeth. También represento formal y legalmente a todos y cada uno de los fantasmas literarios habidos y por haber.

¡Anda la hostia! Pues nada, pírate por donde has venido que todavía me quedan dos horitas de sueño que no pienso desaprovechar. Dile a tu maestro, que aún tengo yo dudas sobre la autoría de sus obras, que me da a mí que todo aquéllo lo escribió Cristopher Marlowe, que se largó a Italia para que no lo mataran y cogió al William como portador se sus obras. Es que a mí me van mucho todas las teorías de la conspiración, ¿sabes? también habidas y por haber. Soy un conspiranoico de  libro, como tu rey, el escocés ese, Macbeth.

Vale, vaaaale. No te pongas así, que no hay por qué enfadarse, hombre. Ah, que dice mi creador que si ya es definitivo lo de los huesos de Don Miguel de Cervantes, que él hizo una apuesta muy fuerte por el NO y se juega mucha pasta ahí.

Le dices a tu creador que se puede ir a tomar por culo, que yo tengo sueño… Pero, ¿qué es lo que suena? ¿Esa música?

Soy yo, que llevo los cascos y se me olvidó quitar la música. Es Wuthering Heights, la canción de Kate Bush… Heathcliff, it’s meeee–Cathyyyy. I’ve come home now. I’m so coooold! Let me in-a-your windoooow. Deformación profesional, ya sabes.

No, yo no sé nada… ¡Cállate y lárgate de una puta vez, hostia, que tengo sueño!

Y Banquo se va, sale raudo de la estancia sin atreverse siquiera a utilizar la puerta. Su siguiente visita, la Biblioteca Municipal: tiene que devolver El Vizconde Demediado, de Italo Calvino, antes de las 9 de la mañana. Da gracias cada día a esa persona que le enseño a leer un día ya muy lejano en aquellos inviernos medievales de las Tierras Altas de Escocia.