-
¿Y entonces, Indalecio, qué pasó?
-
Pues nada, amigu, que dejé de llamarla y, como las pillaba a la primera, se dio por aludida y no me buscó ya más. Aún la vi el otro día en el Carrefour, con dos guajes pequeños que no callaban ni un segundo. Me vio, que yo lo sé, pero se hizo la sueca.
-
Y eso que no fue en el Ikea…
-
Cagonrrós, lo tuyo ya no ye patético, ye lo siguiente.
-
¿Y qué ye lo siguiente?
-
Ni puta idea. Eso ya lo busques tú, que pa eso yes poeta, aunque seas Patético.
En 2008 Indalecio tenía una novia formal, Rocío, de esas que sin querer consiguen provocar sonrisas diáfanas en las caras de las madres y las tías; de esas que, en una cena familiar, se levantan raudas a recoger los platos y se ofrecen sonrientes para fregar toda la cacharrada. ¡Si hasta se parecía un poco a Doris Day, carajo! El cumpleaños de Indalecio se acercaba, una nueva década, la de los cuarenta, y Doris… Perdón, Rocío, (¿en quién estaría yo pensando?), para no meter la pata, preguntó con delicadeza a su novio querido que qué quería como regalo. Él, desde su innata austeridad, pidió lo primero que se le vino a la cabeza en aquel momento.
-
Felicidades, cariño. Aquí tienes, mi amor, mi pichurrín. ¡Ay, que ricu ye él, madre!– Y, además de un pellizco en la mejilla de intensidad media-alta, le entrega un paquete envuelto en un papel de regalo pelín cursi, con demasiadas flores para el gusto de Indalecio, y que le parece demasiado ancho como para contener lo que él había pedido… Lo abre entre intrigado y acojonao.
-
¿Astur? ¡Qué cojones…? ¡Qué mi madre…! ¡Isabel San Sebastián? Joder, si no la soporto.
-
P-p-pero, fue lo que me pediste, amor, ¿no? Hasta lo apunté en mi agenda y todo para que no se me olvidara, mira… “el último de Isabel San Sebastián”…
-
Joder, ye la hostia; hay que jodese… No dije eso. El último de Belle and Sebastian, que no lo tengo aún… El último de Belle and Sebastian…
Y allí quedó “Astur” sobre la mesa de un restaurante elegante de Oviedo que ya no existe hoy en día. No sabemos si Do… perdón, Rocío, lo llegó a leer o no, pero sí sabemos que su “life pursuit”, su búsqueda de la vida junto a Indalecio se acabó aquel día, porque Indalecio es un ser radical en sus principios, no admite casi errores. Quizá algún día el Poeta Patético, buen amigo suyo, se anime y le dedique la oda que Indalecio merece.
Mi amigo Indalecio
vive el amor
cual auténtico paramecio
que da vueltas y vueltas
sin poder agarrarse fuerte
a la barra del trapecio:
así es su circo,
ni Conan El Bárbaro
ni un pájaro
ni un avión,
a la vista salta:
otro más,
otro “cariñoso” cabrón.
Joder qué tikismikis! Un fallo lo tiene cualquiera!!!
Me gustaLe gusta a 2 personas
Si yo estoy de acuerdo contigo, Ana, pero Indalecio es así de cabezota, no atiende a razones… (Eso sí, yo tampoco me habría leído semejante truño 😉 )
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pero tampoco habrías dejado a la chica…..
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pues claro que no… al menos ese día.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pobre Indalecio, hombre de mundo incomprendido…
Me gustaLe gusta a 1 persona
Mucho, sí. Pero él no se agobia, que sabe encontrar el karma a diario 😉
Me gustaLe gusta a 1 persona
Nivel pro!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Casi cercano al nivel dios, sí 😉
Me gustaLe gusta a 1 persona
Qué bueno! No tiene coj… el Indalecio ni ná…
Me gustaLe gusta a 1 persona
Jajajajaja. Él es así, no piensa, tan sólo actúa según sus preceptos.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pelín capullín
Me gustaLe gusta a 1 persona
Bastante, sí, pero muy entrañable al mismo tiempo 😉
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pues yo creo que hizo bien porque un libro de Isabel San Sebastián….nada, eso no se puede perdonar. Me cae bien el Indalecio.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Es un paisanu cabal, con principios. Como debe ser. Ya le envío un saludo de tu parte. Por cierto, no pegaría nada mal con la Esme. A ver si les hacemos un «First Dates» de esos…
Me gustaMe gusta
Jajaja,¡ vaya par!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Les subían la audiencia, fijo.
Me gustaMe gusta
Qué par de dos! Oye, pero era fácil confundirse… Isabel Sebastián se parece mucho a Belle & Sebastián, pobre Do…Rocío. Seguro que Indalecio se perdió una joya de mujer. Qué mal le va…
Me gustaLe gusta a 1 persona
Jajajajajaja. Es que en asuntos de amor no levanta cabeza el pobre. Tanta exigencia, tanta exigencia…
Me gustaLe gusta a 1 persona
Yo sería una Rocío cualquiera, equivocándome en grande. Menos mal que Indalecio no anda cerca… 😉
Me gusta reírme cuando leo. ¡Abrazos!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Jajajaja. Pero un hombre como Indalecio jamás merecería una mujer como tú 😉
Un abrazo, y mil gracias. 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona
Jajajaja, no sé… hay mucho Indalecio dando vueltas. Por las dudas, si lo ves, avísame antes de que caiga en sus redes (o manos), jajaja. Abrazo de vuelta!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Tranquila, yo te aviso con antelación. 😉
Me gustaLe gusta a 1 persona