El duro invierno de 1942, el café, los recuerdos….
II.
Fue un duro invierno aquel de 1942. Nevó copiosamente durante cuatro días, que incluyeron fastidiosos los dos del velatorio y también el del sepelio. El muñeco de nieve asistió impávido, sonriendo desde su puesto de vigilancia en la calle, a pocos metros de la puerta de la casa del “paparrán”, y ya sin nariz, a las exequias por aquel desgraciado al que habían pillado más que infraganti los picoletos en la estación de ferrocarril de Burgos. El “paparrán”, muerto bajo el peso implacable del yugo del miedo y las flechas – tornadas balas – de la justicia (no del todo justa cuando su aliento nos cae cerca) de los hombres.
– Yo tenía tan sólo cuatro años. Eché mucho de menos al padre y, es curioso, ahora sólo soy capaz de recordar aquel muñeco de nieve.
– Eu tamén. Ficímoslo xuntos… … Pero a madre portóse muy bien. Sacónos…
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