En Colombia no se dan bien las cerezas, al parecer…
IV.
Álvaro no podía evitar que una risa interior le enviase luminosas señales de júbilo. “Este Antonio sigue siendo el mismo de siempre: mandón cual general en época de guerra”. Era el mayor, y eso ya no tenía solución. La finca seguía igual que antaño: todos y cada uno de los cerezos distribuidos arbitrariamente en un terreno de cuatro “jornales”, como se diría y mediría en Cacabelos, lo cual supone unas dos hectáreas y media, más o menos, si tenemos en cuenta que un “jornal” se correspondería con 0’625 hectáreas en el sistema métrico decimal. Antonio no sabía lo que era una hectárea; “esas pijadas nun ayudan pra que haiga una bona cosecha. Una vez viño un biólogo de esos y nos quería aconsellar pra que aumentásemos a pro…produ… produtividá, o algo así…¡menudo langrán! Y ainda hubo algún que y fixo caso: Camilo el del Foyo cogió ese año menos…
Ver la entrada original 1.081 palabras más