VIAJES AL FONDO DEL ALSA – LAS MICROAVENTURAS DE INDALECIO, EL CONDUCTOR – PARTE XI – UNA DIOSA ALETARGADA


Presumía orgulloso Indalecio de muy chaval de su gran capacidad para aguantar y gestionar el miedo, lo cual le permitía hacer chanzas a sus amigos en aquellas tardes invernales de domingo cuando tocaba una de terror en el cine del pueblo. Con una sonrisa nostálgica, se acuerda de todo lo que se rió de su pandilla señalándolos a todos al mismo tiempo con el índice de su mano derecha aquel día que estrenaron Viernes 13; «sustos finales a mí…», pensaba él muy altivo desde su prepotencia.
Pero un día apareció ella, Karen Quinlan, en un telediario de los de las tres de la tarde, la foto ocupando toda la pantalla, el presentador explicando muy hierático los excesos de aquella joven en blanco y negro que la habían llevado sin remisión a un prolongado estado de coma. Se coló en sus sueños, se apoderó de sus miedos y ahí se quedó porque ahora vive con él, Karen, que es ella la dueña del sudor de sus pesadillas, e Indalecio no lucha ya, la deja vivir ahí para que le recuerde que da igual lo que haga o dejé de hacer, que al final todo se parará y él se acabará apeando de esa consciencia del ser que supone la misma vida… Por eso Indalecio nunca fue capaz de soportar a The Mamas & The Papas y soñaba (ya no) con irse un día a las Cíes a matar jipis con el añorado Germán Coppini.

14 comentarios en “VIAJES AL FONDO DEL ALSA – LAS MICROAVENTURAS DE INDALECIO, EL CONDUCTOR – PARTE XI – UNA DIOSA ALETARGADA

  1. Miedo, quien dijo miedo? Yo no tengo miedo a morir, tengo miedo a dejar de vivir. La muerte es un transito ¿Hacía donde? He aquí el quid de la questión si lo supiéramos ya no habría miedo.
    Yo por si acaso ya he alquilado el apartamento que Henar tiene en el infierno por si acaso luego llego de imprevisto al menos encontrarme un sitió privilegiado cerca de Hitler o Atila, la verdad hubiera preferido al lado de Charles Mansón pero bueno ya le buscare que muy lejos no andará.

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