en 1995 no estabas
no estábamos
yo si estaba
pero no respiraba
por las venas de tu cuello
tu cuello estirado
para ver lo que había al otro lado
al otro lado de la puerta
la puerta de la casa
de las brujas
que la historia no pudo quemar
quemar con fuego
quemar con ácido
quemar con palabras
dichas sin cerillas
ni mecheros:
puerta cerrada
agujas de coser
clavadas en ella
como alfileres
en un muñeco de vudú
sin boca ni ojos
ni ojos que te miren
que miren alterados
a los asesinos antiguos
bizcos
imberbes
de brujas asociadas
a demonios inciertos.
Era 1995
y tú no venías
porque nadie te llamaba
porque estabas muerto
de miedo
de amor
de odio y saliva
que repartir
en cuerpos desconocidos
desconocidos para ti
que no para otros
que se dedicaban
a reclutar cuerpos
para añadir muescas
estúpidas
a la polla tiesa de sus egos:
insaciables
narcisos
de bellos rostros
y vanos argumentos
en conversaciones
prolongadas
que no venían a cuento
a cuento de qué
de su hastío glorioso
enemigo de la risa
en aquel verano
innombrable
de 1995
un gran año
casi seguro
para algún vino
de esos de reserva
reserva y fermento
fermento de tu humor
que nunca fue la llave
que pudiese abrir
la risa de la gente
gente que pasa
a tu lado
sin mirarte
ni contemplar
tu aguda inexistencia
el formol que convierte
un año tan aburrido
como 1995
en el eterno columpio
de una vida fulgurante
jamás vivida
ni por ti
ni por nadie
que tú estás muerto
y la gente que te mira
también
porque leyes nos dan
y leyes cumplimos
natural
y
mente
Hace tres años estuve en Potocari y quedé muy impresionada. Visto lo que ocurre ahora, no hemos aprendido de los errores, más bien parece que los errores nos enseñan a repetirlos
Salut
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Es que tiene que impresionar mucho, Carme, que respirar la masacre tan, tan de cerca debe ser tremendo… No hay errores que valgan, que se siguen y seguirán repitiendo sin remisión…
Un beso
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Agradezco, como no imaginas, lo que escribiste en mi blog hace un rato. He optado por borrar esa entrada, porque no viene al caso entre tanto cuento, pero lo que me has dicho igual lo aprecio.
Un abrazo.
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Gracias a ti, Daniel, que es un placer leerte.
Abrazos.
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