Me vomitas con rabia
tu eterno fin del mundo,
y la noche
se vuelve romántica
al amparo de tu rutina,
de tus ganas de suplicar
una luz que nunca llega.
Son calles mojadas,
desiertas de almas,
en pena olvidadas,
miedos efímeros
que no saben caminar
entre otros humanos,
arrojo noctámbulo
entregado sin brillo
al arrullo de tu sangre,
que mana ahora
desperdiciada, oscura,
alimento de mi celda.
Tranquila,
mi almohada empapada
te lo volverá a contar
mañana,
despacio,
que lo comprendas
por fin
en otra noche
robada y triste
al pesar de tus párpados,
esos que no se unen,
que no conocen
otra meta distinta
al abrazo silencioso
del destello afilado
de mi estúpida oscuridad.
Me ha gustado mucho, saludos y buenos días.
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Gracias, Besta. Sólo por eso, ya merece la pena 😉
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¡Buenísimo, Majo!
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Gracias. Las noches, la música… todo ayuda a la a veces aciaga inspiración.
Un beso.
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WordPress me ha fallado, y es creo ya la tercera vez que escribo este comentario (ya ni sé qué tanto se me pase y que tanto doy por obviado. Me disculpo por ello).
Ante todo me es curioso leer que dos personas de quienes sigo su trabajo hablen del fin del mundo en sus respectivos textos al mismo tiempo. Curioso o quizá no tanto. Puede ser en parte el espíritu de la época manifestado en una concordancia temática, una simple coincidencia o inspiración bailarina (que anda de aquí por allá, un poco repitiendo sus caras, que no sus formas).
Del poema resalto, sobre todo, la referencia a los párpados. Y lo resalto porque no suelo verlos presentes como sujetos. Es decir: no son acompañamiento del ojo, sino ejecutes del individuo. ¿Qué hacen? Ceñirlo a su oscuridad individual o dejar entrar la luz ajena. ¿Son los ojos en donde reside la decisión? No. Nunca lo es. Me gusta, pues, que pases del plano común al particular con un detalle que podría parecer simple pero que a mí más bien me da la impresión de ser lo opuesto. De igual modo, el peso de «ojos» contra el de «párpados» a uno le favorece: párpados remite al par, a los «dos», a la vez a los ojos. La dualidad no sólo en el hecho en sí de los dos ojos, sino del uno mismo y el mundo (los otros). Me parece una palabra bella por ese juego que de ella se puede obtener.
En fin, un saludo afectuoso, José. Y espero haberme dado a entender. Luego de escribirlo varias veces estoy seguro alguna cosa se me debió pasar.
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Casualidades. Este poema lo escribí el verano pasado, y lo recordé al leer el relato de Daniela. Ella lo devolvió a mi memoria, y aquí está, vivo, coleando entre la música sugerente de Décima Víctima, que fueron los inspiradores en primera instancia.
Un abrazo, Daniel. Siempre placentero leer tus comentarios.
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Pues, qué gusto que lo hayas recordado y compartido. Yo creo que nunca he escrito algo sobre el fin del mundo, si acaso sobre la muerte de la muerte. Pero no mucho más.
Un abrazo.
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Me encanta.
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Mil gracias, Montserrat.
Un beso.
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Buenísimo! 👏👏👏👏
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Gracias, Marta!! Un beso que viaja hasta Pontevedra.
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Fuerte, fuerte, fuerte; excelente!
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Gracias, amiga!!
Un beso.
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Me gusta leerte en voz alta!Saludos
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Es una buena forma de leer, siempre.
Un beso!!
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No sé qué tienes que eres capaz de embaucarme tanto con tu narrativa como con tus poemas. Eres muy bueno y te envidio un poco… 😉
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Pues la envidia es mutua, querida Henar, porque tú eres una pedazo de escritora tremendamente buena…
Gracias mil, por cierto. 🙂
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wonderful
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Thanks a lot, Gill!!
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❤
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Increible!
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Gracias!!!
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