Esa fotografía tan buena de Marcos Ferreiro (como todas las suyas) inspiró este poema sobre París que escribí desde esa relación amor/odio (más amor que odio, sin duda) que la historia de toda gran ciudad puede provocar en el ser humano. Mil gracias a Hélène Laurent y a esa poesía que nunca muerde…
Imagen: Marcos Ferreiro (A Coruña)
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Una misa,
ya no vale bien,
ni cien que se pagasen
debida y católicamente
al sucesor de Richelieu.
No es París
aquel encanto,
romántico y exacerbado,
gritón y acruasanado,
soneto en pirueta básica
dedicado al amor libre,
al mayo florido,
hermoso
de adoquines arrancado
hace ya varias décadas,
quizá ya demasiadas
para neuronas jóvenes
que no beben del alpiste
de la historia
desde allí desencadenada.
Mon amour?
Nein!
Y una mierda
cual pedrada
de larga exageración
que desde un banlieu
cualquiera
sobrevuela el Sena
hasta que cae
de gravedad plena,
y se hunde
presa de Tullerías
encarnizadas,
cabezas cortadas,
rostros pálidos,
asustados,
pelucas al viento,
plebe revuelta,
pútridas entrañas
bajo vuestras aceras.
Amelie ya no corre,
el Pont-Neuf sacrifica
el baile de sus amantes.
Buñuel,
desde su atalaya,
se caga certero
sobre la cabeza
de una gárgola
de Notre Dame…
En fin,
siempre,
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