Aprile 2013
Un viaje con vuelo en una línea de bajo coste casi siempre es una odisea. En último lugar, puedes decidir facturar las maletas, y ahí tener mucho más margen de maniobra con lo que llevas y lo que traes, pero no, donde esté llevar tu pequeño trolley contigo mismo, que se quite eso de hacer largas colas para que tu maleta vaya en el compartimento de carga y que se pueda extraviar, que si tú vas a Roma, que pueda aparecer en Cancún, por poner un ejemplo lejano. Yo tengo una estrategia (no inventada por mí, que mi mente pensante da para mucho aunque no para tanto) que consiste en organizarme de la siguiente manera: que vamos ocho días a Roma, pues, ¡hala!, a meter en esa maletina todos esos calcetines rotos que he ido guardando conscientemente para la ocasión, calzoncillos también, y camisetas que ya están para tirar. No vayáis a pensar mal, que dejo muda limpia, tanto interior como exterior, para los dos viajes, el de ida y el de vuelta, que no es plan descalzarse entre tanta gente con varios tomates en tus calcetines, por muy bien que le pueda venir esa ventilación a los dedos gordos de tus maltrechos pies.
Pues sí, queridos amigos y más que apreciadas amigas, hace dos años nos fuimos a Roma en ese plan. Unas vacaciones genialmente maravillosas, de infinitos paseos plenos de agua de mil y una fuentes, admirando todos y cada uno de los rincones, conocidos o no, de esa “Grande Bellezza”. Nada más instalarnos en nuestro apartamento, veo que mi hijo pequeño corre a apropiarse de una cama, abre su maleta y saca a ¡SúperMario!
Para entender esto último, conviene viajar en el tiempo dos días al pasado desde ese momento que en aquel instante era nada más y nada menos que el actual… (Ya, lo sé, tempus fugit, mates – pronúnciese “meits”, o “maits” si alguien prefiere el Cockney más arrabalero.), y asistir atentamente a esta conversación, no demasiado extensa, que tuvo lugar entre mi benjamín y yo:
– Papi
– ¿Qué?
– Que si puedo llevar el peluche de Mario, como vamos a Roma y él es italiano.
– No, Oli, que es demasiado grande y ocupa demasiado, coge otro más pequeño.
– Pero… es que Mario quiere ir.
– ¡Ni peros ni nada! Mario ya conoce Roma de sobra, prefiere quedarse cuidando la casa, ¿verdad, Mario? Sí, sí, me quiero quedar. – aquí me tenéis que imaginar Mario en mano imitando una voz con acento italiano, algo chillona, e intentando casi no abrir la boca, cual ventrílocuo de saldo y en apuros existenciales.
– Vale, papi, como tú digas, ya llevo a Pichu, que es más pequeño.
Ese orgullo de padre que se siente más que bien al ver que su hijo obedece sin rechistar, sin más réplica que una mínima intentona que fracasa en su primera tentativa. ¡Ay, que gilipollas puede uno llegar a ser! Me está muy bien empleado por no haber supervisado bien su maleta. Mi estupor inicial con principio de enfado, da paso sin casi transición evidente a una sonrisa cómplice que Oli me devuelve desde esos ojos pícaros y decididos. “From lost to the river”, como aquel libro de expresiones hechas traducidas literalmente al inglés, de perdidos, al río, y Mario, ese súper fontanero, salió cada día con nosotros a disfrutar de Roma, de “mi Romita”, que diría Oli con mucha nostalgia y ojos llorosos tres días después de haber regresado.
Y nada más por mi parte. Tan sólo dejaros con este reportaje fotográfico que el propio Súper Mario elaboró con su cámara fotográfica con forma de llave inglesa.
Ah, La Grande Bellezza!!! (Por cierto, si no habéis visto la película de Paolo Sorrentino aún… ¿a qué estáis esperando?)
¡Buenísimo! Divertido y original, Saludos, Scarlet
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Muchas gracias, Scarlet. Es lo que tienen estos seres pequeños, que te sorprenden a la mínima de cambio.
Un abrazo,
Jose
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Qué bien hizo en desobedecer, Mario se hubiera perdido todas las maravillas de Romita.
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Lo sé, por eso a veces es complicado ser padre y ejercer como tal, porque al final sabes que sólo tienes la razón en contadas ocasiones.
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Pues que al final no fue tan malo que fuera Mario! Su serie de fotos por Roma está genial y hasta muy artística!
Ya me imagino que ese pequeño Oli debe ser adorable.
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Oli es la bomba, sí, con una personalidad arrolladora… (y no sigo, que me quedo aquí solo alabándolo 🙂 ) Muchas de estas fotos las sacó el propio Oli, así que, el mérito es todo suyo.
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Que viaje!!! Y como siempre los enanos que de un modo u otro nos hacen entender que complicamos demasiado nuestro mundo.
Divertida historia y precioso reportaje… saludos! !!
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Así es, Kike, nos hacen bajar a la Tierra y darnos cuenta de que en realidad nada es tan complicado como pretendemos hacer que sea.
Un abrazo.
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Las fotos de Mario por la romita son el hit.
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Algo similar al gnomo aquel de Amelie que viajaba por todo el mundo… De todos modos, mi hijo no pudo haberse basado en esa película, que todavía no la ha visto.
Gracias, Jose.
Un abrazo.
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Estas fotos me han matado de la risa. Ah! Tu bebo es un primor.
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¡Gracias mil! Es tremendo, no deja ni un segundo para el aburrimiento.
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Si, ya lo veo. Es una bendición.
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Me gustó todo, incluso la estrategia del trolley y ese terremoto que llevas contigo. Y de la banda sonora ¡que!, y de la gran belleza ¡qué!, entre las cinco mejores pelis que he visto en mi vida.
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Así es, y cada vez que la veo, me gusta más y más. 🙂
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Encantador tu post!!!
Oli debe ser un terremoto, me da risa como te engañó padre organizado 😉 😉
Y de Roma (tengo pasión por esa ciudad) y de La Grande Belleza, ya ni te digo. La he visto, pero seguro que la vuelvo a ver. Me pareció fascinante.
Besetes…
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Mil gracias, María.
En realidad, no le resulta tan difícil «engañar» a su papá 🙂
Y de Roma, ¿qué más se puede decir ya que no se haya dicho? Por eso nos gusta tanto La Grande Bellezza, porque nos muestra una Roma diferente, apasionante.
Más besetes para ti.
Jose
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Muy divertido.
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Muchas gracias, Maruja.
Un abrazo.
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Ay… esa peli… esa peli… ¡cómo me gustó! Por estos días la volveré a ver, es que cada tanto (como hoy) aparece alguna referencia y hay escenas para «sacarle el jugo». ¿Oli? ¡Qué estratega, mi amigo! 😀 😀 😉
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Debería ser hasta «obligatorio» revisitarla cada cinco o seis meses, siempre encuentras algo que te vuelve a sorprender. Oli se las sabe todas, sí. Es y será un gran estratega 🙂
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Felicita a Oli por tan impresionante reportaje. La verdad es que a mí también me recordó a Amelie. Pero es más agradable Mario que un nomo de jardin.
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Dónde va a parar… Mario es mucho más divertido. Ya felicito a Oli de tu parte, seguro que se siente orgulloso de la felicitación.
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Jajaja….eso nos pasa por creemos mas listos que ellos.
Cupo o no cupo Mario en la maleta?? Y tu niño feliz, pues ya está!!
El reportaje de fotos es genial, dale mi enhorabuena a ese reportero tan dicharachero que tienes en casa.
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Vamos que si cupo, en el viaje de ida y en el de regreso. Ya le doy la enhorabuena de tu parte.
¡Abrazo grande!
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Go go Mario!
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And Luigi too 😉
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¡Qué buen anfitrión acabó siendo Mario! Y es que nuestros hijos nos dan muchas veces valiosas lecciones.😀
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Cierto. Aprendemos de ellos a diario. Yo, al menos, sí que lo hago. 😉
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Troppo, troppo bello stò post tuo, carissimo amico!
Un beso, enorme.
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Baccio per te!!
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