16 de mayo de 2015
¿A que nadie tiene un carrito de la compra tan auténtico como éste? Es de los típicos de señora mayor inglesa educada, afable, con pañoleta colorida sobre su cabeza, de las que votan a los conservadores pero se disculpan muy amablemente ante gente extranjera del comportamiento de aquellos hooligans futboleros y sus tsunamis cerveciles, hoy convertidos en viajeros «magaluferos» en busca de la semana de borrachera continua regada con momentos álgidos de balconing, mamading o cualquier otra actividad sorprendente cuya terminación sea –ing (que no tiene porque ser “direct”). Pues eso, ahí que voy yo a la compra semanal con este carrito tan mono, al Alimerka, un sábado por la mañana. Me organizo tras previa consulta de la lista de la compra, siempre indispensable en mi caso, que no sucumbo yo nunca a ninguna estrategia de engaño por parte de ningún supermercado, por taimada que ésta pueda llegar a ser. La lista es la lista, y de ahí nunca me salgo ni un milímetro, ¡que conste!
Primera etapa, pescadería, cojo mi número, el 26. no está mal teniendo en cuenta que ahora van por el 23. Empezamos con un pie más que cojonudo.
- ¡El 24!
- Yo misma. A veeeer… ¿Cómo tienes hoy la almeja?
- Pues ahí la ves, Trini, mucho más fresca que la tuya.
- ¡Ay, la puta que te parió, ya empezamos! Y tú, ¿no le dices nada a esta desgraciada? – le comenta Trini al pescadero señalando en tono supuestamente jocoso a la pescadera que le acaba de hacer un chistaco tan de tiempos de películas de Mariano Ozores.
- Ay, fía, a mí no me mires, que yo ya le dije a la muyer que paso de comer almeja hoy, que está el conejo de oferta en la carnicería.
- ¡Hala, otro! ¡Menudo castrón estás tu hecho…! Anda, ponme medio de parrochina, que parece muy fresca.
Todas las señoras ríen con ganas mientras comentan las jugadas verbales más interesantes. Me acuerdo del cine de mi pueblo, de aquello de Pajares y Esteso con el “Detergente Pezón” porque la señora que les abría la puerta mostraba sus tetas en un “descuido” la mar de accidental; creo recordar que era en “Yo Hice a Roque III”. Miro ahora el pescado, los precios. Tengo que volver a sacar la lista porque no me acuerdo de qué pescado íbamos a cocinar. Dorada. Eso era.
Tras una segunda etapa llena de leche, yogures, conservas varias, galletas, pan, mayonesa, tomate frito y verduras y frutas de todo origen y/o condición, me dirijo al Tourmalet de la charcutería y al Angliru de la carnicería. Me apodero de ambos números para ir ganando tiempo, aunque sé a ciencia cierta que, como me ocurre casi siempre, me va a tocar pedir en los dos a la vez, con la complicación mental que ese hecho supone, al menos para mí. El 73 para la charcutería y el 58 para la carnicería.
Tercera etapa, vamos por el 56 de la carnicería, por tanto, me acerco con sigilo al mostrador a ver qué pinta tienen las pechugas de pollo.
- ¡El 57!
- Dame alas.
- Eso allí al fondo, donde las bebidas, el Red Bull ese. – voz de la charcutera entrometiéndose en terreno de carnes que no son las suyas.
Silencio total. “Una señora seria, como dios manda, joder”, pienso yo al ver cómo la tensión va creciendo entre las dos contendientes en este duelo al más puro estilo O. K. Corral. El resto damos un paso atrás y miramos la escena ojipláticos y con las orejas a tono.
- ¡Serás capulla! Vete preparándote que ahora me toca ahí… – Y se ríe ahora a carcajada limpia mientras la charcutera, que no parecía dar señas de nerviosismo en ningún momento, se contagia y suelta unas risas de esas que se podrían hasta enlatar para luego utilizarlas en cualquier comedia de situación como adobo altamente vulgar e innecesario.
Mi gozo en el pozo de lo infrahumano. Desconecto y me fijo tan sólo en esos números rojos sobre negro esperando con toda la paciencia de la Vía Láctea a que alguno de mis dos números sea por fin el elegido. Mi vista viaja lenta desde ese fascinante mundo del chosco de Tineo hacia el territorio inexpugnable de las manos de cerdo, pasando por todos esos lindos conejos despellejados, vacíos de casquería y estirados en un escorzo imposible de realizar en vida. Anda, efectivamente, están de oferta, a 6,95 el kilo…
- ¡El 58! – grita el carnicero desde esa voz de barítono de los que fuman un paquete de Ducados al día.
- ¡Yo, yo! Un kilo de pechuga de pollo, en filetes no demasiado finos. Nada más. – Y mi mirada lo dice bien claro: “¡cuidadito con tocar los cojones con vaciladas inesperadamente innecesarias, que paso de un salto al otro lado del mostrador y te reviento!” Listo. Doy un inesperado acelerón, de pie, toda la tensión muscular de mi cuerpo sobre los pedales… miro hacia atrás y lo dejo de rueda en un santiamén. Ahí te quedas, cara culo, que esta etapa es mía. (O no, joder, que el grueso del pelotón está en las cajas. Da igual, aprovecho la jugada y ya entreno para el Tour del sábado que viene. Me animo a mí mismo, ¡vamosss!, con la inestimable ayuda de ese «Hey Ya» que suena a buen volumen por todo el recinto. Elijo para mis adentros la versión de los Supersuckers, que viene muy a cuento… por lo del nombre del grupo, claro)
Jajajá, mucho cachondeito súper (market), a mi me iban a encontrar que soy ágil en tales duelos. Lo mejor de todo el deporte que haces, si. Ya no practico el mismo que tu desde hace tiempo, no llevo bien ningula cola y menos la del comer. Saludos
Me gustaLe gusta a 1 persona
yo, la verdad, estaba muy dormido, no apto para duelos tempranos contra chistes fáciles.
Un abrazo, Antonio.
Me gustaMe gusta
Hay que tener lo que hay que tener para sobrevivir en una cola del supermercado. Yo me desespero, no me gusta entablar conversación con el carnicero o pescadero, voy a lo que voy y rapidito. Y siempre te toca delante una señora que se quiere llevar toda la tienda. Siempre pienso que debe tener en su casa viviendo a un equipo de fútbol o un congelador del tamaño del salón. Y en cuanto al cachondeíto, teniendo en cuenta que debe ser su único momento de esparcimiento, las entiendo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Para mucha gente, el supermercado es como su consulta con el psiquiatra. Cuentan toda su vida y milagros y se van tan felices para sus casas. Yo, la verdad, no puedo con ello, aunque juste es reconocer que para toda esa gente es muy terapeutico, y además gratuito. Lo respeto desde una lejanía observadora, nada más.
Un abrazo y muy buen jueves, Sensi.
Me gustaMe gusta
Jajajaja, odio casi tanto como tu las vaciladas del pescatero y sus almejas frescas frescas, del carnicero y sus conejos, de los jubiletas que se te cuelan cuando no tienen nada más que hacer en todo el día.
Ya he conseguido mi mejor marca este año, llenar el carro de la compra con sólo lo que pone en la lista (sin ningún extra de esos que te ponen a la altura de los ojos para que piques) en 20 minutos… sin hablar con nadie, concentrada en lo mío, que pena que no estuviese el de los records Guinness y haber hecho historia….
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Bien hecho! Eso ya supone un primer paso para no sucumbir a sus cantos de sirena. Y yo ya estoy acostumbrado a estas alturas a que se cuelen por ambos flancos sin posibilidad de réplica alguna.
¡Lo conseguiremos!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me gusta tu carrito.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Vino con el resto de la mudanza desde Crystal Palace. No sé si los seguirán haciendo. Eso sí, me queda muy bien 🙂
Me gustaMe gusta
Este estilo tuyo de escribir me recuerda a La Colmena. Escribes bien tío, y te soy sincero, a veces, cuando he empezado a leer tus parrafada lo he dejado pero hoy lo he leído completo. Todo ese sarcasmo e ironía popular podría formar un libro, ¿no?
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pues sí, Antonio, reconozco que a veces mi incontinencia verbal se traslada sin remisión a mi escritura 🙂 Lo de crear una obra unitaria para publicar un libro… pues no sé, si sale, bienvenido sea. Yo sigo aquí, inamovible.
Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Un abrazo! no calles, nunca!
Me gustaLe gusta a 1 persona
No, no, no hay miedo. Aquí hay cuerda para rato 🙂
Recibo ese abrazo y va otro más de vuelta.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muy bueno!! Me he echado unas buenas risas!! 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Mil gracias! La vida tiene estos momentos.
Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Cierto es, nada como salir a comprar … me has instalado en esas colas y en esas charlas … son lo mejor del día.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Es muy divertido salir a comprar, aunque, es mi caso, sin lista previa entro en pánico, me pierdo y no sé por dónde tirar.
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Real como la vida misma! no soy de dar conversación pero lo observo también desde la cercanía obligada para que nadie se te cuele.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Básicamente consiste en eso, que no se te cuelen. Viejos trucos como «ahí, no sabía que había que coger número», «sólo voy a llevar dos cosinas de nada» o «cogí el número y no sé dónde lo metí, fíu.» 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona
😀 exacto
Me gustaLe gusta a 1 persona
je, je, muy bueno!
Odio las colas en mercados (ay con las viejecitas!!!) y en los super, pero las conversaciones son impagables.
Vaya monada de carrito llevas, chico!
Besetes…
Me gustaLe gusta a 1 persona
Jajajajajaja. Gracias. El carrito también es impagable, siempre llama la atención, sobre todo de las ancianitas 🙂
Besos.
Me gustaMe gusta
Oh the market! Between the numbers being called, the shopping basket, and the foods you got, there was much to be had! Excellent how you created scenes within this post, my friend 🙂 Hugs
Me gustaLe gusta a 1 persona
Thanks a lot, my dear friend. Sometimes one just have to let his inspiration flow. I am a great observer, and this really facilitates the task when you are writing. More hugs, Christy.
Me gustaLe gusta a 1 persona
I think being an observer is very helpful as a writer. You take in the small moments that others might not see. Keep writing, and I hope you have a nice observing weekend too 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona
I hope so, Christy. Have a very nice weekend full of amazing surprises.
Me gustaMe gusta
Leí el episodio en cómodas cuotas y llegué al desenlace riendo a mandíbula batiente. Para ir al mercado hay que tener buen humor y mejor estado físico. 😉
Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me río yo de odiseas y sagas tipo Juego de Tronos, hacer la compra semanal, eso sí que es una aventura sin igual.
Abrazo grande, Verónica.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Hasta mi mujer me ha mirado ,me mediolao , preguntándose que estará leyendo este, mientras soltaba una carcajada tras otra. Vaya con el supermercado!!! Abrazos!!!.
(Pd: Luego se a reído ella del mismo cuando lo ha leído )
Me gustaLe gusta a 1 persona
🙂 Muchas gracias, Kike. Hay momentos serios y otros de echarse unas risas, como en la vida misma. Abrazos.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me ha encantado esa forma de describir lo cotidiano. Es verdad que en la cola de un puesto en un mercado, a nada que te fijes, encuentras personajes dignos de protagonizar un libro. Y diálogos dignos de la sabiduría de la España profunda (pero sabia).
Un consejo:
Aunque no tengas ganas de guerra, cuando veas que una maruja se está desmarcando por la banda para llegar con malas artes a colocarse en el primer puesto del puesto (el del mercado), adelantándote ilegalmente, prueba a practicar el cuerpo a cuerpo, llénate de barro, mójate y dile en voz tan alta que se enteren los de las colas de los puestos de alrededor:
– ¡Oye tú, tía guarra! Como se te ocurra colarte te cojo del moño y te arrastro por todo el mercado. ¿No te jode la jeta que tiene la vieja?
O algo por el estilo. Las desarbolas del primer cañonazo, agachan la cabeza y se van a intentarlo a otra cola donde no estés tú.
¡Y no dicen ni esta boca es mía!
Las acabas de vencer en su terreno, el único que dominan.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Yo, de hecho, he entrenado mis horas en lucha libre de mercado para poder ir a la compra semanal en igualdad de condiciones. Ya soy cinturón verde, estoy llegando. Sólo tengo que ser más perseverante, claro.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Nunca lo había visto como un deporte, y mucho menos de tan alto riesgo jajajaja. Comienzo a pensar que, por selección natural, debería ir a probarme más a menudo a esos lugares a donde uno va con la intención de salir ileso jajajajajajaja.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pues lo es, querido Daniel, y yo creo que no es olímpico porque no existen federaciones nacionales, que si no…
Me gustaLe gusta a 1 persona
yo no podría competir en eso jajajajajaja
Me gustaLe gusta a 1 persona