VIAJES AL FONDO DEL ALSA – PARTE XXXII (ALIMERKA’S CLAMS, RABBITS & RED BULL)


16 de mayo de 2015
¿A que nadie tiene un carrito de la compra tan auténtico como éste? Es de los típicos de señora mayor inglesa educada, afable, con pañoleta 20150520_132522colorida sobre su cabeza, de las que votan a los conservadores pero se disculpan muy amablemente ante gente extranjera del comportamiento de aquellos hooligans futboleros y sus tsunamis cerveciles, hoy convertidos en viajeros «magaluferos» en busca de la semana de borrachera continua regada con momentos álgidos de balconing, mamading o cualquier otra actividad sorprendente cuya terminación sea –ing (que no tiene porque ser “direct”). Pues eso, ahí que voy yo a la compra semanal con este carrito tan mono, al Alimerka, un sábado por la mañana. Me organizo tras previa consulta de la lista de la compra, siempre indispensable en mi caso, que no sucumbo yo nunca a ninguna estrategia de engaño por parte de ningún supermercado, por taimada que ésta pueda llegar a ser. La lista es la lista, y de ahí nunca me salgo ni un milímetro, ¡que conste!

Primera etapa, pescadería, cojo mi número, el 26. no está mal teniendo en cuenta que ahora van por el 23. Empezamos con un pie más que cojonudo.

  • ¡El 24!
  • Yo misma. A veeeer… ¿Cómo tienes hoy la almeja?
  • Pues ahí la ves, Trini, mucho más fresca que la tuya.
  • ¡Ay, la puta que te parió, ya empezamos! Y tú, ¿no le dices nada a esta desgraciada? – le comenta Trini al pescadero señalando en tono supuestamente jocoso a la pescadera que le acaba de hacer un chistaco tan de tiempos de películas de Mariano Ozores.
  • Ay, fía, a mí no me mires, que yo ya le dije a la muyer que paso de comer almeja hoy, que está el conejo de oferta en la carnicería.
  • ¡Hala, otro! ¡Menudo castrón estás tu hecho…! Anda, ponme medio de parrochina, que parece muy fresca.

Todas las señoras ríen con ganas mientras comentan las jugadas verbales más interesantes. Me acuerdo del cine de mi pueblo, de aquello de Pajares y Esteso con el “Detergente Pezón” porque la señora que les abría la puerta mostraba sus tetas en un “descuido” la mar de accidental; creo recordar que era en “Yo Hice a Roque III”. Miro ahora el pescado, los precios. Tengo que volver a sacar la lista porque no me acuerdo de qué pescado íbamos a cocinar. Dorada. Eso era.

Tras una segunda etapa llena de leche, yogures, conservas varias, galletas, pan, mayonesa, tomate frito y verduras y frutas de todo origen y/o condición, me dirijo al Tourmalet de la charcutería y al Angliru de la carnicería. Me apodero de ambos números para ir ganando tiempo, aunque sé a ciencia cierta que, como me ocurre casi siempre, me va a tocar pedir en los dos a la vez, con la complicación mental que ese hecho supone, al menos para mí. El 73 para la charcutería y el 58 para la carnicería.

Tercera etapa, vamos por el 56 de la carnicería, por tanto, me acerco con sigilo al mostrador a ver qué pinta tienen las pechugas de pollo.

  • ¡El 57!
  • Dame alas.
  • Eso allí al fondo, donde las bebidas, el Red Bull ese. – voz de la charcutera entrometiéndose en terreno de carnes que no son las suyas.

Silencio total. “Una señora seria, como dios manda, joder”, pienso yo al ver cómo la tensión va creciendo entre las dos contendientes en este duelo al más puro estilo O. K. Corral. El resto damos un paso atrás y miramos la escena ojipláticos y con las orejas a tono.

  • ¡Serás capulla! Vete preparándote que ahora me toca ahí… – Y se ríe ahora a carcajada limpia mientras la charcutera, que no parecía dar señas de nerviosismo en ningún momento, se contagia y suelta unas risas de esas que se podrían hasta enlatar para luego utilizarlas en cualquier comedia de situación como adobo altamente vulgar e innecesario.

Mi gozo en el pozo de lo infrahumano. Desconecto y me fijo tan sólo en esos números rojos sobre negro esperando con toda la paciencia de la Vía Láctea a que alguno de mis dos números sea por fin el elegido. Mi vista viaja lenta desde ese fascinante mundo del chosco de Tineo hacia el territorio inexpugnable de las manos de cerdo, pasando por todos esos lindos conejos despellejados, vacíos de casquería y estirados en un escorzo imposible de realizar en vida. Anda, efectivamente, están de oferta, a 6,95 el kilo…

  • ¡El 58! – grita el carnicero desde esa voz de barítono de los que fuman un paquete de Ducados al día.
  • ¡Yo, yo! Un kilo de pechuga de pollo, en filetes no demasiado finos. Nada más. – Y mi mirada lo dice bien claro: “¡cuidadito con tocar los cojones con vaciladas inesperadamente innecesarias, que paso de un salto al otro lado del mostrador y te reviento!” Listo. Doy un inesperado acelerón, de pie, toda la tensión muscular de mi cuerpo sobre los pedales… miro hacia atrás y lo dejo de rueda en un santiamén. Ahí te quedas, cara culo, que esta etapa es mía. (O no, joder, que el grueso del pelotón está en las cajas. Da igual, aprovecho la jugada y ya entreno para el Tour del sábado que viene. Me animo a mí mismo, ¡vamosss!, con la inestimable ayuda de ese «Hey Ya» que suena a buen volumen por todo el recinto. Elijo para mis adentros la versión de los Supersuckers, que viene muy a cuento… por lo del nombre del grupo, claro)

34 comentarios en “VIAJES AL FONDO DEL ALSA – PARTE XXXII (ALIMERKA’S CLAMS, RABBITS & RED BULL)

  1. Jajajá, mucho cachondeito súper (market), a mi me iban a encontrar que soy ágil en tales duelos. Lo mejor de todo el deporte que haces, si. Ya no practico el mismo que tu desde hace tiempo, no llevo bien ningula cola y menos la del comer. Saludos

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  2. Hay que tener lo que hay que tener para sobrevivir en una cola del supermercado. Yo me desespero, no me gusta entablar conversación con el carnicero o pescadero, voy a lo que voy y rapidito. Y siempre te toca delante una señora que se quiere llevar toda la tienda. Siempre pienso que debe tener en su casa viviendo a un equipo de fútbol o un congelador del tamaño del salón. Y en cuanto al cachondeíto, teniendo en cuenta que debe ser su único momento de esparcimiento, las entiendo.

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    • Para mucha gente, el supermercado es como su consulta con el psiquiatra. Cuentan toda su vida y milagros y se van tan felices para sus casas. Yo, la verdad, no puedo con ello, aunque juste es reconocer que para toda esa gente es muy terapeutico, y además gratuito. Lo respeto desde una lejanía observadora, nada más.
      Un abrazo y muy buen jueves, Sensi.

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  3. Jajajaja, odio casi tanto como tu las vaciladas del pescatero y sus almejas frescas frescas, del carnicero y sus conejos, de los jubiletas que se te cuelan cuando no tienen nada más que hacer en todo el día.
    Ya he conseguido mi mejor marca este año, llenar el carro de la compra con sólo lo que pone en la lista (sin ningún extra de esos que te ponen a la altura de los ojos para que piques) en 20 minutos… sin hablar con nadie, concentrada en lo mío, que pena que no estuviese el de los records Guinness y haber hecho historia….

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  4. Hasta mi mujer me ha mirado ,me mediolao , preguntándose que estará leyendo este, mientras soltaba una carcajada tras otra. Vaya con el supermercado!!! Abrazos!!!.
    (Pd: Luego se a reído ella del mismo cuando lo ha leído )

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  5. Me ha encantado esa forma de describir lo cotidiano. Es verdad que en la cola de un puesto en un mercado, a nada que te fijes, encuentras personajes dignos de protagonizar un libro. Y diálogos dignos de la sabiduría de la España profunda (pero sabia).
    Un consejo:
    Aunque no tengas ganas de guerra, cuando veas que una maruja se está desmarcando por la banda para llegar con malas artes a colocarse en el primer puesto del puesto (el del mercado), adelantándote ilegalmente, prueba a practicar el cuerpo a cuerpo, llénate de barro, mójate y dile en voz tan alta que se enteren los de las colas de los puestos de alrededor:
    – ¡Oye tú, tía guarra! Como se te ocurra colarte te cojo del moño y te arrastro por todo el mercado. ¿No te jode la jeta que tiene la vieja?
    O algo por el estilo. Las desarbolas del primer cañonazo, agachan la cabeza y se van a intentarlo a otra cola donde no estés tú.
    ¡Y no dicen ni esta boca es mía!
    Las acabas de vencer en su terreno, el único que dominan.

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  6. Nunca lo había visto como un deporte, y mucho menos de tan alto riesgo jajajaja. Comienzo a pensar que, por selección natural, debería ir a probarme más a menudo a esos lugares a donde uno va con la intención de salir ileso jajajajajajaja.

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