… DE LA VIDA… III


Vamos ya por la cuarta entrega. De bodas de pueblo y despertares al mundo…

Ciclos de Mil Cabezas

Pedro siempre había sido un ser humano muy correcto, muy educado, muy obediente; muy gilipollas, en definitiva. Era el orgullo de sus padres, que no cesaban de cantar sus alabanzas y sus actos de buena persona. Nadie podía odiarlo, ni tan siquiera quererlo. Su vida era una línea demasiado recta para ser una vida. No se atrevía ni a masturbarse porque aún se creía esos cuentos católico-populares, leyendas urbanas de sacristía, que dicen que te salen pelos en las palmas de las manos si osas sucumbir a la maldición de Onán (eso sí, las poluciones nocturnas eran inevitables, que la Madre Naturaleza manda y obliga, y más en este lugar: el Universo reducido a un pueblo de cuatro mil  y pico habitantes). Pedro no tenía intención de abandonarlo nunca; quizás sólo para estudiar una carrera con el firme propósito de ejercer posteriormente de lo aprendido, a ser posible, en su…

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