11 de enero de 2015
Pues no, no podía ser, por el contexto y porque resultaba imposible vender un producto de esos “Barclaycard” a ningún posible cliente. El último con el que la chica lo intentó justo antes de enviarme una sonrisa forzada desde el abismo de esos ojos profundamente cansados le contestó, “¡tía, déjame en paz, que llevo más de dos años al paro! ¡DOS PUTOS AÑOS!” Tampoco fui yo demasiado cortes y educado, la verdad, “no me interesan los bancos más de lo obligatoriamente necesario”, le dije sin parar siquiera, siguiendo mi camino hasta la oficina de Correos con paso firme.
La chica, experta en diseño gráfico e infocreación, ya en el último curso de Diseño Gráfico en la Escuela Superior de Arte de Asturias, se dio la vuelta e hizo un gesto de desesperación al chico que la acompañaba, uno de tantos otros con traje más brillante de lo estrictamente necesario y corte de pelo cani, cejas depiladas y agujeros en las carnes como restos arqueológicos de piercings antiguos. No es centro comercial para tarjetas novedosas. No es cris… (bueno, estafa, claro) para ventas superfluas, para pseudotimos de la estampita bursátil, sean éstos preferentes o preferentemente malolientes, eso da igual…
“¿Que qué cojones le pasa a éste brasas hoy?”, pensaréis mientras os rascáis con fruición ese picor espontáneo que os acaba de surgir así, muy cabrón, tras la oreja derecha. No es nada personal, de veras. Tan sólo recordé, una vez ya en la cola de Correos, de qué me sonaba esa chica, de verla el año pasado con su carpeta negra y unos auriculares talla XL en la estación de autobuses; y me acordé de una conversación que una tarde de invierno había mantenido con la que parecía ser su mejor amiga, la de confianza, la de toda la vida.
– Pues yo, en cuanto acabe, me piro a Londres, que allí hay curro, que me dijo Jorge, el de Cangas… sí, ho, el que había hecho Bellas Artes que ahora curra en el museo ese de arte moderno…
– El Tate Modern.
– Sí, ése, ése. Pues que hasta me podría conseguir trabajo allí mismo, que él es el encargado en el restaurante de abajo y seguro que me puede enchufar…
– Pues yo me quedo. No sé qué encontraré, pero buscaré algo. Al menos mientras decido si me pongo a preparar ya oposiciones o no…
NatWest-Barclays-Midlands-Lloyds, el apocalipsis del caballo negro, que cantaban los Manics. La intrínseca volatilidad de los números, tobogán por el que bajamos del 1000 al 400 sin que las sonrisas de los interesados modifiquen apenas su curva de conformidad. 2015, cuarto año consecutivo de recuperación… ¡Y una mierda!
El ritual de lo habitual, no por mucho amanecer se madruga más temprano.