Ni hola, ni adiós; ni tan siquiera un lamento que nos despida. Reflejábamos nuestra inerte carencia en cada gesto, en cada caricia, en cada episodio de nuestra pasividad. Y eso no era bueno; desde luego que no. Aquel día no estábamos para nadie, pero Nadie vino y nos ató con fuerza a las patas de la cama de nuestros pensamientos más ocultos. Nos redujo. En verdad, ¿sabíamos qué pensaba el otro? Yo sé que me escondía, no ya de ti, sino del mundo, de la NADA que nos conduce a la perversión de nuestros sentidos.
“Te quiero”, nos decíamos casi mecánicamente mientras veíamos una película, mientras yo fregaba los cacharros y tú los secabas, a medias, bien es verdad… ¿Dónde hemos dejado nuestra Babilonia particular? ¿Lo sabes? ¿Lo sé yo? Déjame que te cuente algo: sigues siendo el denominador común de mis deseos; guardo en mi memoria el daguerrotipo de tu imagen, de tu sensualidad; en cada neurona, en cada sueño no vivido… no recordado a tiempo. Vamos a apagar el televisor. Deja ya de leer esa mierda de novela y apaga la luz, que tanta electricidad reprime nuestro fuego interno, el magma incandescente que nos une, que debe al menos unirnos. Yo haré lo mismo. Revolquémonos otra vez, durante horas y horas, como lo hacíamos ayer. Amémonos. Petrifiquémonos en un abrazo eterno, que esquive incluso la muerte, que la haga pasar de largo. Odiémonos. Discutamos. Que cualquier nimiedad nos vuelva a alterar hasta forzar al límite nuestras cuerdas vocales. Que eso es bueno; que eso es cola de contacto que nos liga sin que nos demos apenas cuenta de ello. Aún tenemos pendiente nuestra propia revolución. A partir de ahí, ya veremos. Yo siempre voy a estar aquí, inamovible ante el desaliento de nuestra cordura… Beso tu cuerpo.
Genial¡¡
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Gracias mil, Jose. Ya tiene unos años, pero lo recuperé para el blog.
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Perfectamente narrado…Parece pues que las cosas de calidad y que transmiten, están al margen del tiempo y de las modas.
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Así es, desde el principio de la palabra… O casi.
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¿Será verdad lo que dicen esas malas lenguas de que cualquier tiempo pasado, fue mejor?:D
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No estoy del todo seguro. Me parece que es mejor disfrutar del presente quedándose con los buenos momentos del pasado 😉
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Tremendo relato! Felicitaciones.
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Muchas gracias, Pablo. Tiene sus años, se ve que el tiempo de «maceración» le ha sentado bien…
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Es así, las cosas mejoran con el tiempo… o no, que empeoran y se convierten en piedras que es mejor no tocar, no vayan a caerte encima.
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Tienes razón. Lo importante es permanecer y seguir en el camino sin hacerle la vida difícil a otras personas ni que otras personas se la hagan a uno mismo.
Un saludo.
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Me encanta!!
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Gracias, Susana. Fue escrito en una época en la que tuve que purgar amor, no me quedó otro remedio.
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Agradezco inmensamente a ese lugar — donde maceró, la conservación tan magnífica que hizo… A su autor: ¡enhorabuena por este gran presente!
Abrazos, enormes.
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Vaya, muchas gracias, Loli, amiga… Tus palabras sí que animan.
Abrazos, besos…
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Pues es verdad como un buen vino este relato es actual y bonito.
Saludos.
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Es cierto, hay asuntos que siempre están vigentes, que se leen sin importar el paso de los años… verdades universales que no tienen contestación.
un abrazo.
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Me fascina lo que has escrito.
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Muchas gracias, Susana!!
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Magnifico, felicidades…lo disfrute bastante.
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Muchísimas gracias, Verónica!!
Un beso
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😊
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Precioso POST! Muy buen trabajo
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Muchas gracias. Me gusta mucho tu blog, con gran gusto estético, literario y musical.
Un abrazo.
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Gracias! Siempre es un placer leer estos comentarios!
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Excelente escritura, amigo…
Tus palabras conmueven y despojan de las planicies de lo que se vuelve hábito… `¿Dónde hemos dejado nuestra Babilonia particular?´, adoré esa línea interpelativa… un abrazo y buena semana. Aquileana 😀
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Mil gracias, Amalia. En mi modesta opinión, hay que luchar siempre contra esos hábitos que la rutina trata de imponerte, si no lo consigues, adiós al amor y a todo lo que le acontece…
Besos, y que la semana sea propicia por Buenos Aires 🙂
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