Seguro que todavía queda gente rara en este mundo que no sabrá quién es David Robert Jones, el Duque Blanco… Y no sé vosotros, pero yo me acuerdo perfectamente del momento exacto en el que supe de la existencia de David Bowie. Sábado 24 de mayo de 1975, el día antes de mi Primera (y casi última) Comunión. Mi primo Pablo, que de aquella trabajaba en un barco mercante y viajaba por todos los mares y océanos conocidos y, lógicamente, conocía muchos, muchísimos países, había venido a participar de la supuesta celebración familiar.
Ahora estamos almorzando en familia, riéndonos de los chistes escatológicos que mi abuela Sagrario tenía a bien contar en cuanto tomaba dos copitas de anís del Mono. Mi primo se levanta a poner música – llevaba siempre consigo un estéreo enorme; yo podía pasarme horas y más horas muertas admirando aquel armatoste de hipnóticos altavoces del que salían sonidos desconocidos por mí hasta entonces (“¡Esos jipis! ¡Bajai ese volumen, gonmiputamadre!”, que decía mi padre) – y regresa con la carátula de una cinta en la que se ve a una persona de pelo rubio, largo, con la expresión como perdida en un punto del infinito, la cabeza inclinada hacia la derecha, la nuestra, y las manos sujetando la cabeza tal que parece que se le puede caer en cualquier momento si las aparta.
- Chago, mira que tía más buena – le dice mi primo Pablo a mi padre.
- Pues sí, guapa sí es… Aunque yo las prefiero morenas – contesta mi progenitor tras coger la foto con su mano derecha y observarla con atención.
- ¡Jajajajajajaja! ¡Serás bobo! ¡Es un tío!
- ¡Gondiósbendito! ¡Ya no se distinguen los hombres de las mujeres, joder! ¿Cómo iba a saber yo que era un maricón? Si es queeee…
- ¡Jajajajajajaja! Pues es David Bowie, un cantante inglés, ese que estás oyendo ahora…
Y mientras los oriundos de la casa estamos escuchando “Changes” sin tan siquiera saber que se trata de esa canción, y sonándonos a todos el inglés como un simple “guachiflí, guachiflú”, me apresuro a coger de la mesa la foto de la portada del “Hunky Dory” y me la quedo mirando completamente absorto mientras los demás siguen discutiendo en aguda armonía.
Al día siguiente, mientras el cura se acercaba a mí repitiendo a cada niño esa inútil letanía que reza “el cuerpo de cristo”, no dejaba de sonar en mi cabeza “Queen Bitch”, y cuando Don Damián me metía la hostia en la boca, yo estaba en el estribillo, “chisouchuichy…”, que fue lo que salió de mi boca como un susurro antes de decir “¡amén!” Y así fue transcurriendo mi mañana, con mis tripas elaborando las más sutiles melodías que el ayuno puede componer a la espera de los ansiados churros con chocolate, y con esa canción de Bowie dando vueltas sin cesar como un satélite soviético en la órbita de mi cerebro.
¿Mi cerebro? ¿Alguien ha mencionado mi cerebro? A día de hoy, todavía me pregunto si habrá vida en Marte o no.
Hola. Bienvenido a blog. Gracias por visitarlo y seguirlo. Nos leeremos. Saludos.
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Muy buenas. Un placer seguirte y poder leerte. Nos vemos en este camino. Un abrazo.
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definitivamente me encanta Bowie y tambien me sigo preguntando sobre Marte jejeje Saludos
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¡Y quién no? La decepción, si se la puede llamar así, vino al aparecer su nombre entre los multimillonarios de la lista Falciani (ex-informático del banco HSBC) que evaden impuestos abriendo cuentas en Suiza. Desde mi punto de vista, no le pega una acción así… Nos ceñiremos a su arte, que es lo que en verdad cuenta. Un abrazo.
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Yo también soy fan de Bowie. En mi casa no era bien recibido Laberinto, aquella película en la que era un hechicero que robaba niños para vetúasaber qué propósitos, según palabras de mi madre. Aún así, a escondidas y cuando ella no estaba, mi papá y yo escuchábamos Starman y Low , que para entonces ya eran oldies clásicos.
¡Qué buenos recuerdos! Un abrazo desde el Caribe.
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Yo iba a clase de pequeño tarareando sus canciones, ni siquiera se había muerto Franco aún, y ningún compañero sabía quién era Bowie. El Bowie actor nunca me ha convencido demasiado, aunque sí que me reí viendo su cameo en la serie Extras, de Ricky Gervais, en la que se autoparodiaba de una manera muy inteligente.
¡Abrazos desde Asturias, la Invernalia de España… (o casi)!
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¡Síii! Como siempre, genial.. Mi madre también pensó que era una chica.
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Fue como un susto vital para toda aquella familia anquilosada en unos valores rancios y podridos. Para mí, y para mucha otra gente, una ventana abierta a mundos más salvajes y decentes.
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Sí.. No sólo fue su maravillosa música; también su imagen, su manera de transgredir con la belleza como estandarte, su elegancia… ¡Lo adoro!
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Elegante hasta para rechazar por dos veces Órdenes y Honores de Caballero Reales, enviados directamente por Elizabeth II, diciendo que los rechazaba porque no sabía para qué servían. En 2000 y 2003, creo. Mañana mis clases van dedicadas a él, ya lo tengo todo listo, vídeos, música, textos, citas, anécdotas…
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Nunca me acabó de gustar su música, pero en estas últimas horas acabo de descubrir que sabía muchas canciones de él que nunca supe que lo eran.
Genial y digno homenaje … la verdad.
Feliz tarde.
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Yo le salvo hasta los 80…
Muchas gracias, Enrique.
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Reblogueó esto en Los Reblogueos de etarrago.
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al principio creo que decias que que no conociamos al duque blanco,bién ??? yo lo vi en unos cuantos conciertos fué u excentrico en su juventud y un señor elegante en su madurez…¿¿¿ puede ser que que sepamos más que tú porque tu padre ,le haya hecho una foto..
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«Seguro que todavía queda gente rara en este mundo que no sabrá quién es David Robert Jones, el Duque Blanco», palabras textuales, lo cual, semánticamente, quiere decir que es archiconocido, un genio, un mito, de ahí que diga que la gente que pueda no conocerlo, sólo ese grupo de gente, es «rara»… y ni eso, porque en la vida, una persona tiene dereccho a conocer a quien le de la gana, o no.
Un saludo, Marisa.
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En esa época los chavales nos incorporábamos algo nuevo,música, empezábamos a intentar estudiar en fin teníamos unas ilusiones que llevaron a sacar adelante a este pais.
Aunque los mayores oyesen esta música y subieran a las paredes.
Saludos.
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No sólo aquí, hace poco vi un documental en el que contrastaban las nuevas modas de los 70 con las ideas de las personas mayores, en Gran Bretaña, y, aparte de que resulte gracioso hoy en día, te choca esa incomprensión, esa falta de respeto por la libertad ajena. La ilusión, como tú dices, hay que tenerla siempre por bandera.
Un abrazo y buen fin de semana.
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Muy buen tributo, con tu inconfundible tono irónico y tu marca ‘inteligente’… Bien señalado lo de la androginia… A mí siempre me pareció tan masculino cuando hablaba en entrevistas… Yo todavía recuerdo incluso su actuación en la película «Laberinto», que me había fascinado cuando la vi siendo niña…
Te mando un abrazo, José… Buen fin de semana. Aquileana 💫🌟
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¡Muchísimas gracias, Amalia! Bowie seguirá estando con nosotros, y su despedida me parece bestial, de puro genio. Yo lo recuerdo en aquella película con Catherine Deneuve en la que salía Bauhaus haciendo el Ziggy Stardust, una película de vampiros bastante infravalorada en mi modesta opinión, ‘El Ansia’…
Otro abrazo de los que surcan océanos para llegar a su destino.
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Creí que era la única persona que había visto «El Ansia»! No sabía si me gustaba más la música de bauhaus,con ese bella lughosi’s dead enjaulado o la actuación de bowie convirtiéndose en un puñado de polvo al largo de toda la peli. Reconozco que no sería una gran película pero no he podido olvidarla nunca. Genial entrada!
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Yo la vi en el cine cuando se estrenó, y luego en VHS y DVD varias veces más. Ya era muy fan de Catherine Deneuve y de Bowie, también de Bauhaus, y esa escena inicial ya te hipnotiza y te mete en la película lo quieras o no. No sería muy buena, pero si comparamos ésta con muchas de las que dirigió Tony Scott a posteriori, pues obra maestra, claro.
Y muchísimas gracias por tu comentario. Es bueno saber que existen almas gemelas que pululan por tu mismo mundo.
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Yo lo conocí con Space Oddity… lloraba cada vez que escuchaba esa canción tan triste. También lo extraño.
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Unos años antes de que el Mayor Tom bajase a la Tierra y se volviese un yonki… Era un genio, sin más.
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