Llueve, no, llueve.
Y desaparezco de repente,
engullido por un charco,
por una fuente,
por su glaciar incandescente,
porque descalzo salí,
Y me aposté a su lado,
enano, lejano,
como bobo aletargado…
Y sí, desaparecí;
y llegué sin querer
al fin del otro confín,
y di la vuelta, regresé,
y con el tic-tac de tu agujero negro
Me mareé, y vomité,
y me acordé de la sangre,
aquella de la matanza,
del cerdo que huía,
de no haber comido,
de no tener hambre.
Y ahora vivo aquí,
y no necesito nada,
de nada,
Den Hada.
Sin materia,
lo reconozco,
no se puede ni levitar…
¡Levítame!
Ahora, como San Francisco Negro
que se tira al monte
sin atarse los cordones,
desaparezco de repente…
otra vez y una,
y en el sinfín,
las uvas van llegando
a su destino final.
Vino para trasnochar,
ciego de su oscuridad,
sombra de su vaivén…
Ven, anda,
balancéate conmigo
en el columpio de la verdad.
De su estrechez,
haremos juntos una mansión.
Bonitas letras para empezar este sábado.
Un abrazo.
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Qué excelente poema… y para… destacar los cinco primeros versos…
Muy bueno… Un abrazo grande. Aquileana ⭐️🌠
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De ésos que le salen a uno de lo más profundo del ser, sí. Muchas gracias, Amalia, me honran mucho esas palabras, sobre todo viniendo de una gran poeta como tú.
Otro abrazo king size!
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Es un gusto amigo… Hey hablando de poesía… pasá cuando puedas por LPNM… hay convocatoria para revista… consigna, poema busca imagen o viceversa, según lo publicado en el blog… sencillo. Cierra el 3 de diciembre si no me equivoco… te comento por si te interesa. Beso. Aquileana ☀️
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Gracias, Amalia. Sí que lo vi, y ya hace tiempo que no envío una colaboración a LPNM; creo que ya va siendo hora de subsanar eso. La verdad es que cada vez me veo con menos tiempo libre, pero habrá que buscarlo donde sea.
Un abrazo.
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